China pide un alto el fuego “urgente” en Palestina, no una “pausa” como quiere EEUU

21-11-2023
Mundo
Público, España
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La posición de China en esta crisis entre palestinos e israelíes difiere mucho de los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos, aliado incondicional de Israel.

Mientras Washington está mediando en pos de una pausa humanitaria de unos días que permita liberar a parte de los 240 rehenes que mantiene en su poder Hamás, el Gobierno chino va más allá y reclama un alto el fuego duradero que detenga la locura desatada en la Franja de Gaza. 

“La comunidad internacional debe actuar con urgencia y tomar medidas efectivas para evitar que esta tragedia se expanda. China defiende firmemente la justicia y la equidad en este conflicto”, ha dicho este lunes el titular de Exteriores chino, Wang Yi, al recibir a una delegación de ministros árabes y de países islámicos que en Pekín han reclamado un alto el fuego definitivo para la guerra de Gaza, paso que ha sido respaldado de manera abierta por el Gobierno chino. 

Este mensaje ha sido reiterado por los cancilleres presentes en la reunión, que han reclamado, no una pausa, sino el fin del conflicto. El ministro de Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, lo ha subrayado: “el mensaje es claro. La guerra debe terminar inmediatamente, debemos alcanzar un alto el fuego inmediato y suministrar ayuda de forma también inmediata”.  

Israel debe parar su “castigo colectivo” a Palestina, según Pekín

Al reunirse con los ministros de Exteriores de Arabia Saudí, Egipto, Indonesia, y Jordania, así como los enviados de Palestina y la Organización para la Cooperación Islámica, Wang ha completado la apuesta china por una desescalada militar: “Israel debe poner fin a su castigo colectivo contra el pueblo de Gaza y abrir un corredor humanitario lo antes posible para evitar que se produzca una crisis humanitaria de mayor escala”. 

Solo en esta última cláusula China coincide con Estados Unidos, que negocia con Catar, Israel y la propia Hamás, el establecimiento de una tregua de cinco días para intercambiar rehenes en manos de esa organización por prisioneros palestinos, y además abrir un pasillo humanitario que permita evacuar a mujeres y niños. 

Pero Washington lo ha dejado muy claro. Para lograr una paz duradera, Israel debe acabar con Hamás, el grupo radical palestino que lanzó la chispa al polvorín de Oriente Medio con la matanza de 1.200 personas en territorio israelí el pasado 7 de octubre.  

En una columna de opinión publicada este sábado en el diario The Washington Post, el presidente Joe Biden comparó a Hamás con el líder ruso, Vladímir Putin, y acusó a ambos de tratar de arrastrar al mundo a “un lugar más peligroso y dividido”. 

Biden: No habrá paz si Hamás no es destruido

El presidente de Estados Unidos muestra en el artículo su rechazo a un alto el fuego, que, resalta, “no es la paz” mientras Hamás “se aferre a su ideología de destrucción”. Según Biden, un alto el fuego solo serviría para que Hamás se rearmara, reubicara a sus milicianos y reiniciara sus ataques.  

“Un resultado que dejara a Hamás con el control de Gaza perpetuaría una vez más su odio y negaría a los civiles palestinos la oportunidad de construir algo mejor para ellos mismos”, agrega el mandatario estadounidense. 

Sin embargo, EEUU, que destaca, como hace Biden en su columna, el derecho israelí a defenderse hasta las últimas consecuencias, es muy ambiguo sobre la manera en que se puede construir ese estado palestino cuando buena parte del territorio en el que se asentaría ha sido ocupado ilegalmente por Israel. 

También muestra esa ambigüedad a la hora de examinar el destino de los palestinos de Gaza, que tienen encima a los aviones y tanques israelíes y que ya han pagado la vesania de Hamás con más de 13.300 personas masacradas hasta la muerte por Israel. Entre ellos, 5.600 niños y 3.550 mujeres. 

Más civiles muertos por las bombas israelíes que por las rusas en Ucrania 

Esas muertes superan ya, en los 44 días transcurridos desde que Israel lanzó su guerra contra Gaza y comenzó a bombardearla, a las cerca de 10.000 víctimas mortales entre la población civil ucraniana en los 635 días que este lunes ha cumplido la invasión de Ucrania por Rusia.  

Pero además, entre las montañas de cascotes, escombros y hierros retorcidos que los barrios bombardeados por la aviación y la artillería israelíes puede haber, según la Oficina de Comunicación del Gobierno de la Franja, otros 6.000 cadáveres. Es decir, la matanza de palestinos por la ofensiva israelí se acercaría a las 20.000 personas asesinadas. Más del 75 % de los 31.000 heridos contabilizados hasta el momento son niños y mujeres. 

De los casi 2,3 millones de palestinos que habitaban Gaza antes de que Israel desatara su venganza, más de 1,7 millones han sido desplazados de sus hogares, la mayor parte hacia el sur. Allí, el ejército israelí quiere concentrar a los gazatíes mientras dura su limpieza de los guerrilleros de Hamás en el norte de la Franja, un área que Tel Aviv ha indicado que mantendrá bajo su control el tiempo que sea preciso. 

Los niños están pagando el precio más alto 

La inmensa mayoría de habitantes de Gaza sufre la falta de alimentos, agua potable, asistencia médica y servicios de energía mínimos debido a los bombardeos y al bloqueo establecido por Israel. Los niños de Gaza “están pagando el precio más alto por el conflicto”, ha indicado la Organización Mundial de la Salud (OMS) este lunes. 

Como ha señalado en Pekín el titular de Exteriores palestino, Riyad al Mailiki, “para Israel, esta es la última guerra para acabar con las guerras”. Simplemente “quieren eliminar a todos los palestinos». 

Es en este punto de la crisis cuando China reaparece como un factor de peso muy acorde con la estrategia de Pekín de acercarse a los países emergentes, como los de Oriente Medio, justo allí donde la política exterior de Estados Unidos tiene menos aceptación.  

El factor chino en la crisis palestina 

En su reunión con Al Maliki, el ministro de Exteriores chino ha mostrado el apoyo de Pekín “a la solución de los dos estados”. Según Wang, China es un “buen amigo y hermano de los países árabes e islámicos” y ha apoyado con firmeza “la causa justa del pueblo palestino”. Wang ha adelantado el compromiso de Pekín para seguir “moviendo hilos” por todo el mundo en pos de las conversaciones de paz y a través de “múltiples actores”. 

Tal es, precisamente, la práctica diplomática china que no acaba de gustar ni a estadounidenses ni a israelíes. Pekín acude a Oriente Medio no como superpotencia militar aliada de una de las partes, sino como intermediador diplomático y económico “amigo de todo el mundo”.

Y para ello está dispuesta a escuchar incluso a los malos de la película, a Hamás, y a utilizar a sus buenos contactos en Catar o Arabia Saudí para hacerles llegar su mensaje. 

Antes de desatarse esta crisis, China mantenía unas relaciones cordiales también con Israel, pero en Tel Aviv no gustó nada que Pekín no condenara a Hamás como un grupo terrorista, mientras sí criticaba al ejército israelí por las matanzas desencadenadas contra la población palestina. 

La guerra entre israelíes y palestinos se ha desencadenado justo cuando Pekín había pergeñado un valioso papel de mediador en la región, con el acuerdo de principios de año que llevó firmar la normalización de las relaciones entre dos de los hasta ahora enemigos más irreconciliables de Oriente Medio: Arabia Saudí e Irán. 

En este sentido, es muy posible que la presión china este contribuyendo a prevenir una actitud más agresiva de Irán hacia Israel por la destrucción de Gaza. 

Aunque en estos momentos, China no tenga una presencia consolidada en Oriente Medio como para convertirse en un factor decisivo de disuasión de conflictos, sin embargo, todo el mundo parece deseoso de escuchar a los enviados chinos, como representantes de un país que, económicamente, puede cambiar muchas cosas en la región. 

Un creciente peso disuasorio en Oriente Medio sin portaviones ni tropas 

Hasta ahora, China no se había involucrado de una manera decisiva en el área, pese a su capacidad real de respaldo en materia de seguridad, respaldo financiero o, directamente, presión sobre actores económicos e incluso políticos. Pero todo puede cambiar y esta crisis de Palestina podría ser el detonante de una mayor intervención china en los asuntos de Oriente Medio. 

Una razón es evidente para tal evolución: China puede servir de contrapeso al hegemonismo estadounidense, de vuelta en el área tras el paréntesis marcado a fines de la década pasada por su fracaso en las crisis de Siria e Irak.

Un contrapeso, el chino, que, además, se muestra como pacifista y responsable, frente a la estrategia belicista de Estados Unidos, cuya primera respuesta a la guerra de Gaza fue enviar dos flotillas de guerra a Oriente Medio para cortar de raíz cualquier veleidad bélica de Irán o su acólito Hizbulá. 

Es una estrategia doble: China aparece, desde la distancia, sin amenazar, como el valedor del mundo en desarrollo, de los BRICS y otros países emergentes, y, por otra parte, pone en evidencia la agresividad de Estados Unidos y sus ínfulas de dominar el mundo con sus portaviones y no con la diplomacia.