Tapar el sol con un dedo
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¿Ayer fue?, no. ¿Hace una semana?, tampoco.
¿Quieres saber? Te cuento.
Año 2003. Relato de la gerente del Programa Social de una ONG dominicana que trabaja en zonas rurales y periurbanas.
“Alarmante lo que pasa con muchas mujeres pobres en este país. Jovencitas desesperadas que se introducen cualquier objeto o beben cualquier brebaje para no quedar embarazada o sacarse eso de su vagina que depositó un tío, un padrastro, un amigo de la familia que abusó de ella”.
Paralelamente, ese mismo año, en la zona rural de una provincia de la región Higuamo, dos niñas afanaban para que su madre les creyera que un tío las brechaba y le hacía insinuaciones sexuales.
La madre, en principio incrédula, se convenció cuando una noche atrapó al tío (hermano del marido) metido en la cama donde las niñas dormían juntas.
Esa es la realidad. No es un debate abstracto ni de creencias. Esas situaciones existen en nuestro país. Documentado.
Basta ya de seguir condenando a la muerte, a la humillación, al trauma, a muchas mujeres, por capricho de unos cuantos hipócritas con poder, que disfrutan controlando vidas ajenas, pero no les preocupa su bienestar.
Yo apoyo las 3 Causales por las miles de mujeres, que por falta de dinero o no tener visa, no pueden coger un avión o pagarse un buen médico aquí para no parirle a un delincuente que la violó o porque el embarazo pone en peligro su vida.
Yo apoyo las 3 Causales porque no quiero más abortos clandestinos hechos por carniceros en condiciones de total insalubridad, que destrozan úteros y convierten en estériles a muchas jóvenes.
¿Por qué deben otros decidir por nosotras las mujeres? No nos impidan decidir. Déjennos tomar nuestras propias decisiones amparadas en nuestros derechos sexuales y reproductivos.
Si por creencia religiosa, alguna mujer decide continuar un embarazo que pone en peligro su vida, decide llevar a término un embarazo inviable, por ejemplo, de un bebé anencefálico que nacerá muerto o vivirá pocas horas o decide continuar el embarazo luego de haber sido violada, pues que lo haga, porque esa fue su decisión.
Pero que no se quiera criminalizar, condenar a otras o a todas las mujeres que tomen la decisión de interrumpir voluntariamente el embarazo por las 3 Causales.
Las mujeres tenemos el derecho a decidir.
Lilliana Rodríguez Álvarez (Santo Domingo, 1982), economista con máster en políticas públicas y sociales y madre de dos (6 y 3 años).
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