Ocho letras que empoderan: igualdad
La violencia de género está muy relacionada con la independencia económica de la mujer. La tasa de feminicidio por cada 100,000 mujeres en la República Dominicana se redujo de 2.68 a 1.64 entre el 2011 y 2019, según el Observatorio de Género de la República Dominicana.
Programas como la Jornada Escolar Extendida, Estancias Infantiles y CAID (Centros de Atención Integral a la Discapacidad), creados por Danilo Medina, le dieron mayor seguridad laboral a miles de mujeres, al poder insertarse en el mercado.
También, seguridad económica, al transferirle renta equivalente a 8 mil pesos mensuales, mediante la provisión de servicios de alimentación y cuidado de sus niños.
Desde que se impuso el aislamiento por los Gobiernos a raíz del Covid, la violencia doméstica se ha incrementado un 25% en algunos países, según las Naciones Unidas.
El Covid nos está invitando a revisar esas reglas invisibles que se establecen dentro del hogar, para favorecer la igualdad para todos.
Continuemos incentivando que las mujeres puedan participar en el mercado laboral pero también diseñemos políticas que ayude a normalizar el involucramiento de los hombres en las tareas del hogar y la familia. Reconfiguremos este balance trabajo-hogar, para que hombres y mujeres estén en igualdad de condiciones.
Me gustaría descubrir que cada día, son más las familias de escasos recursos del país, que deciden mandar a sus 5 niños a la escuela, en lugar de privilegiar a los varones mientras las niñas están ocupándose de las tareas del hogar, cocinando y yendo al río a coger agua.
Tenemos que cambiar el presente y el futuro eliminando los estereotipos.
Me encantó una campaña que lanzó recientemente el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina.
Resaltaba que al hacer cotidianas, frases como “La cocina es cosa de mujeres”, “Ponte los pantalones y muéstrale quien manda”, “Las mujeres no saben manejar”, “¿Estás en esos días?”, “Los hombres no lloran”, no nos damos cuenta que estamos perpetuando la posición de desventaja y dominación que conducen a la violencia.
La violencia, aunque tenga rostro de mujer, afecta otros sectores tradicionalmente desfavorecidos: inmigrantes, jóvenes y zona rural.
La igualdad se logra cambiando comportamientos. Para ello, necesitamos educar en los centros escolares y hogares.
Lilliana Rodríguez Álvarez (Santo Domingo, 1982), economista con máster en políticas públicas y sociales y madre de dos (6 y 2 años).
Espacio pagado
Quienes habitamos la Comunidad Ojalá sabemos que somos diferentes y nos alegra serlo.
Nuestros contenidos son útiles para comprender y mejorar la vida cotidiana. Están libres de publicidad. Los anima la curiosidad, el rigor y los financia la gente.
Únete. Participa. Haz un donativo.