Perú: más de 12 mil hectáreas de deforestación y 9 pistas de aterrizaje para narcotráfico en Ucayali
Dos horas de viaje por el río Tacshitea y unos 50 minutos de caminata entre la selva espesa que antecede al Parque Nacional Sierra del Divisor, ese es el último recorrido que Samuel* ha realizado desde la comunidad nativa Nuevo Saposoa, en el distrito de Callería, región Ucayali, donde vive hace 46 años. El sector al que accedió es una extensión de cuatro hectáreas de bosque primario depredado y cercano al caserío Parinari. La ubicación la obtuvo a partir de una de las 22 alertas de deforestación que ha emitido la plataforma Global Forest Watch, para ese territorio shipibo conibo, en lo que va de setiembre. Hace nueve años Samuel monitorea el estado de los bosques próximos a los pueblos indígenas situados en la zona de amortiguamiento de Sierra del Divisor. Para eso ha sido capacitado. Él es un activo guardián del bosque, aunque su labor lo lleva siempre a escenarios críticos.
En este lado de la selva peruana cada alerta entraña una historia distinta pero con un denominador común. Las alarmas que el comunero de Nuevo Saposoa detecta pueden trasladarlo unas veces hasta zonas con más de seis hectáreas de deforestación, y otras a terrenos que apenas han comenzado a ser depredados. Todos los indicadores que recibe, sin embargo, están relacionados con la tala indiscriminada para el cultivo de hoja de coca.
Parinari, a donde ha sido su desplazamiento más reciente, es un caserío habitado por personas no indígenas que hasta el 2015 estuvieron asentadas en Nuevo Saposoa. Samuel dice que estos invasores llegaron a sembrar 30 hectáreas de cocales en su comunidad. Pero las alertas de deforestación que iba captando permitieron al personal del Proyecto Especial de Control y Reducción del cultivo de la Coca en el Alto Huallaga (Corah) llegar hasta las chacras de coca y erradicarlas. Los foráneos dedicados a esta actividad se vieron obligados a desplazarse.
“Ahora están en Parinari, un caserío que limita con Nuevo Saposoa y que está cerca del parque nacional. Tenemos varias alertas de siembra ilícita ahí. Hay al menos 50 hectáreas de cocales por ese sector”, detalla a Mongabay Latam.
Parinari es un centro poblado de paso en la ruta desde Nuevo Saposoa hacia el Parque Nacional Sierra del Divisor, área natural protegida de 1.4 millones de hectáreas, ubicada entre Ucayali y Loreto. El caserío San Pablo de Anguillal, que también colinda con Nuevo Saposoa, aunque más cercano al parque nacional que Parinari, es otro sector al cual apuntan con frecuencia las alertas de deforestación por sembríos de hoja de coca. Ambos (Parinari y San Pablo de Anguillal) están asentados en la zona de amortiguamiento de Sierra del Divisor y son focos de depredación y riesgo permanente para el parque nacional.
Fuentes locales aseguran que los comuneros de Patria Nueva, pueblo shipibo considerado como otra de las puertas de entrada a Sierra del Divisor, detectaron que en San Pablo de Anguillal se elabora constantemente clorhidrato de cocaína. Además que, hace cuatro meses, durante un patrullaje comunitario por este caserío, siguiendo un camino agreste que trazaba abundantes matas de coca hallaron una poza de maceración.
“Con la llegada de la pandemia vino mucha gente de la ciudad a buscar territorios y ahora sus actividades amenazan nuestro bosque”, narran los shipibos de Nuevo Saposoa. Esta comunidad alberga a 230 habitantes y es una de las más pobladas entre las 12 correspondientes a la zona de amortiguamiento del parque nacional. Samuel es uno de los coordinadores de estos pueblos debido a la pericia que ha desarrollado en el manejo de nuevas tecnologías para la lucha contra la deforestación. Según cuenta el comunero, primero fue instruido por Rainforest Foundation y luego por la ONG Global Conservation. Hoy en día, además de verificar las alertas, encabeza patrullajes por los contornos del Parque Nacional Sierra del Divisor.
Lo que ocurre en el límite sureste de Sierra del Divisor es apenas una muestra de la cruda situación forestal vigente en toda la región Ucayali. Una realidad que ha quedado expuesta en un reciente informe oficial sobre pérdida de bosques, el cual incluye, entre otros detalles alarmantes, una deforestación de más de 12 mil hectáreas y el hallazgo de 9 pistas de aterrizaje para los envíos de droga al extranjero.