Según Naciones Unidas en el mundo se producen más de 430 millones de toneladas de plásticos al año. Dos tercios de esa cantidad son plásticos de corta vida o de un solo uso.

En República Dominicana, en 2022, el Banco Interamericano de Desarrollo dio la friolera de 88 mil toneladas de plásticos al año, de las cuales solo “manejamos” la cuarta parte.

Otro informe listó los 20 mayores productores mundiales de polímeros utilizados en plásticos de un solo uso que han generado una cantidad récord de residuos plásticos, la mayoría fabricados a partir de combustibles fósiles, a pesar de los esfuerzos mundiales para reducir la contaminación por plásticos y las emisiones de carbono.

Esas 20 empresas generaron unos 450 millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero, aproximadamente la misma cantidad de emisiones totales que el Reino Unido.

La lista la encabezan la petrolera estadounidense Exxon Mobil, la china Sinopec y Dow de Estados Unidos
En nuestro país no es muy diferente. En 2020, los empresarios de los plásticos de un solo uso, luego de convencer a los legisladores de eliminar de la nueva ley de desechos sólidos los párrafos sobre la prohibición de esos plásticos y posponerlo por 5 años, ante la protesta de amplios sectores de la sociedad, ahora nos quieren marear con unos plásticos desechables y biodegradables.

Esa combinación no existe. El plástico se sustituye por otros materiales, pero el poliestireno expandido o foam no es reciclable, ni mucho menos biodegradable.

El problema del plástico, en especial los de un solo uso, es como el de los combustibles fósiles: la solución es reducir su producción y/o sustituirlos. Cualquier otra cosa es una mentira. No a los plásticos de un solo uso y no a los empresarios lobistas.