Más de 200 revistas científicas le piden a la OMS declarar la emergencia sanitaria por el cambio climático
«Es hora de tratar la crisis climática y de la naturaleza como una emergencia sanitaria mundial indivisible”, así es el nombre de la editorial en la que participaron más de 200 revistas científicas de todo el mundo (247, exactamente) y que publicaron ayer en simultáneo.
La destinataria principal de su pedido es la Organización de las Naciones Unidas (ONU), específicamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que declare la emergencia sanitaria mundial por el cambio climático.
Para los científicos, es necesario reconocer que “el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son una crisis indivisible y deben abordarse juntos para preservar la salud y evitar la catástrofe”. “Esta crisis ambiental general es ahora tan grave como para ser una emergencia sanitaria mundial”, enfatizaron. Este mensaje también va dirigido a líderes políticos y a profesionales de la salud.
“Actualmente, el mundo está respondiendo a la crisis climática y a la crisis de la naturaleza como si fueran desafíos separados. Este es un error peligroso. La 28a Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP) sobre el cambio climático está a punto de celebrarse en Dubai, mientras que la COP 16 sobre biodiversidad se celebrará en Turquía en 2024.
Desafortunadamente, las comunidades de investigación que proporcionan la evidencia de las dos COP están en gran medida separadas, pero se reunieron para un taller en 2020 cuando concluyeron: ‘Solo considerando el clima y la biodiversidad como partes del mismo problema complejo … se pueden desarrollar soluciones que eviten la mala adaptación y maximicen los resultados beneficiosos”, detallaron.
Una Sola Salud
Un término acuñado por la ONU es el de “Una Sola Salud”: un enfoque unificador integrado que procura equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. El enfoque reconoce que la salud de las personas, los animales domésticos y salvajes, las plantas y el ambiente en general (incluidos los ecosistemas) están estrechamente relacionados y son interdependientes.
En este sentido, las 247 revistas vuelven a este término para hacer hincapié en que “el mundo natural está hecho de un sistema general interdependiente”: “El daño a un subsistema puede crear una retroalimentación que dañe a otro, por ejemplo, la sequía, los incendios forestales, las inundaciones y los otros efectos del aumento de las temperaturas globales destruyen la vida vegetal y conducen a la erosión del suelo y, por lo tanto, inhiben el almacenamiento de carbono, lo que significa un mayor calentamiento global”. En este punto, dieron un claro ejemplo, cómo influye la deforestación y otros “cambios en el uso de la tierra como el principal impulsor de la pérdida de la naturaleza”.
“Los cambios en el uso de la tierra han obligado a decenas de miles de especies a un contacto más estrecho, aumentando el intercambio de patógenos y la aparición de nuevas enfermedades y pandemias. Las personas que pierden el contacto con el medio ambiente natural y la disminución de la pérdida de biodiversidad se han relacionado con el aumento de las enfermedades no transmisibles, autoinmunes e inflamatorias y los trastornos metabólicos, alérgicos y neuropsiquiátricos”, señalaron sobre el impacto en la salud por la crisis climática.
“Para los pueblos indígenas, el cuidado y la conexión con la naturaleza es especialmente importante para su salud. La naturaleza también ha sido una fuente importante de medicamentos y, por lo tanto, la reducción de la diversidad también restringe el descubrimiento de nuevos medicamentos”, resaltaron.
Sobre la alimentación, comunicaron: “La buena nutrición está respaldada por la diversidad en la variedad de alimentos, pero ha habido una sorprendente pérdida de diversidad genética en el sistema alimentario. A nivel mundial, alrededor de una quinta parte de las personas dependen de las especies silvestres para su alimentación y sus medios de vida. La disminución de la vida silvestre es un gran desafío para estas poblaciones, particularmente en los países de ingresos bajos y medios. El pescado proporciona más de la mitad de las proteínas dietéticas en muchas naciones africanas, del sur de Asia y pequeñas naciones insulares, pero la acidificación de los océanos ha reducido la calidad y la cantidad de mariscos”.
No obstante, concluyeron en que hay oportunidades para cambiar esta realidad y que estamos a tiempo: “La naturaleza tiene un poder notable para restaurar. Por ejemplo, la tierra deforestada puede volver a ser forestal a través de la regeneración natural, y el fitoplancton marino, que actúa como reservas de carbono natural, supera los mil millones de toneladas de biomasa fotosintética cada ocho días. Los enfoques de los pueblos indígenas a la gestión de la tierra y el mar tienen un papel particularmente importante en la regeneración y el cuidado continuo”.
Emergencia sanitaria mundial: cómo abordarla
Los miles de científicos fueron tajantes en dos cuestiones: las promesas climáticas no se están cumpliendo y, para asumir los compromisos, hay que reconocer la realidad. “En primer lugar, debemos reconocer esta crisis por lo que es: una emergencia sanitaria mundial”, sintetizaron.
“En diciembre de 2022, la COP de biodiversidad acordó la conservación y gestión efectivas de al menos el 30 % de la tierra, las zonas costeras y los océanos del mundo para 2030. Los países industrializados acordaron movilizar 30 000 millones de dólares al año para ayudar a las naciones en desarrollo a hacerlo. Estos acuerdos se hacen eco de las promesas hechas en las COP sobre el clima”, relataron.
A continuación, los últimos párrafos de la editorial de los científicos, sobre los pasos que la ONU debería seguir para afrontar el cambio climático:
“Sin embargo, muchos de los compromisos asumidos en las COP no se han cumplido. Esto ha permitido que los ecosistemas se empujen más al borde del abismo, aumentando en gran medida el riesgo de llegar a “puntos de inflexión”: rupturas abruptas en el funcionamiento de la naturaleza. Si estos eventos ocurrieran, los impactos en la salud serían catastróficos a nivel mundial”.
“Este riesgo, combinado con los graves impactos en la salud que ya se están produciendo, significa que la Organización Mundial de la Salud debería declarar la crisis indivisible del clima y la naturaleza como una emergencia sanitaria mundial. Las tres condiciones previas para que la OMS declare que una situación es una emergencia de salud pública de interés internacional son que es grave, repentina, inusual o inesperada; tiene implicaciones para la salud pública más allá de la frontera nacional del estado afectado; y puede requerir una acción internacional inmediata”.
“El cambio climático parece cumplir con todas esas condiciones. Si bien la aceleración del cambio climático y la pérdida de biodiversidad no son repentinas o inesperadas, son ciertamente graves e inusuales. Por lo tanto, pedimos a la OMS que haga esta declaración antes o en la 77a Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2024”.
“Para hacer frente a esta emergencia, es necesario armonizar los procesos de la COP. Como primer paso, las respectivas convenciones deben impulsar una mejor integración de los planes climáticos nacionales con equivalentes de biodiversidad. Como concluyó el taller de 2020 que reunió a los científicos del clima y la naturaleza, ‘los puntos de influencia críticos incluyen la exploración de visiones alternativas de buena calidad de vida, repensar el consumo y el desperdicio, el cambio de valores relacionados con la relación entre el ser humano y la naturaleza, la reducción de las desigualdades y la promoción de la educación y el aprendizaje’”.