La palma de aceite en América Latina: monocultivo y violencia

06-07-2024
Medioambiente
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Las plantaciones de palma aceitera avanzan a pasos agigantados por América Latina, trayendo consigo expulsión de comunidades de sus territorios, deforestación, violencia y pobreza.

La producción mundial de aceite de palma ha aumentado casi un 600% de 14.72 millones de toneladas en el año 1994 a 80.58 millones de toneladas en 2021. La superficie de este cultivo también creció drásticamente de 7.86 millones de hectáreas en 1994 a 28.91 millones de hectáreas en 2021.

Su multiplicidad de usos, en conjunto con su precio relativamente bajo, son factores que han impulsado una demanda incesante, pese a los problemas y conflictos en territorios campesinos, indígenas y afrodescendientes.

Figura 1: Producción y superficie mundial de palma de aceite en millones de toneladas y hectáreas en América Latina y el mundo (1994 – 2021)


Fuente: FAO, 2024. Elaboración: GRAIN

El consumo de aceite de palma aumentó en los últimos 30 años del 2% al 41% del total de producción de aceites en el mundo, desplazando a la soya como el aceite vegetal más consumido en el mundo.

Esta demanda se debe sobre todo a las grandes corporaciones alimentarias, que buscan materia prima más barata para elaborar productos ultra procesados y agrocombustibles. Es decir, su demanda está vinculada a ganancias. No busca una alimentación saludable de las personas.

La industria continúa buscando tierras donde expandir sus cultivos. Esta expansión sólo es posible en determinadas zonas tropicales con abundantes lluvias.

Con el 84% de la producción de aceite de palma concentrada en Malasia e Indonesia, y con escasez de tierras para ampliar los cultivos, la industria ha salido a buscar nuevas fronteras para expandirse.América Latina y África Occidental se han convertido en las nuevas áreas de expansión.

Figura 2. Principales productores de aceite de palma a nivel mundial a diciembre del 2023 en toneladas métricas.


Fuente: USDA, 2024. Elaboración: GRAIN

Casi sin excepción, las plantaciones de palma generan pobreza extrema y un aumento de la violencia. Las áreas donde las empresas promueven la expansión de las plantaciones, en muchos casos chocan con los territorios donde las comunidades han desarrollado sus vidas con base en la agricultura y otras actividades de subsistencia.

Deforestación masiva, acaparamiento ilegítimo de los territorios, contaminación, destrucción de las fuentes de agua y pérdida de tierras para desarrollar la agricultura de subsistencia son algunos de los impactos. Además, las mujeres sufren de manera desproporcionada estos impactos, siendo ahora las principales víctimas del modelo de producción de este monocultivo.

No obstante, los gobiernos y las corporaciones promueven dichas plantaciones basados en una serie de falsas promesas como, por ejemplo, la generación de empleos en zonas rurales, el aumento de los ingresos de las comunidades campesinas, mejora de las infraestructuras como escuelas y centros de salud, entre otras. En la mayoría de los casos, estas promesas jamás se cumplen.

La expansión de la palma de aceite en América Latina

Ahí, el área ocupada por plantaciones de palma sigue creciendo, sobre todo desde el año 2000. En la actualidad, los principales países productores de palma en la región son Colombia, Honduras, Guatemala, Brasil y Ecuador.

Figura 3. Toneladas y hectáreas de aceite de palma en los principales países productores de América Latina durante el año 2021


Fuente: FAO, 2024. Elaboración: GRAIN

Por otro lado, las principales exportaciones de la palma de aceite de América Latina se realizan a la Unión Europea, Estados Unidos y México, para ser usada en la elaboración de alimentos ultraprocesados de las grandes empresas transnacionales.

Tabla 1. Destinos de las exportaciones de los principales países productores de palma de aceite de Latinoamérica durante el año 2022

UEEEUULatinoamérica*Otros
Colombia41.70%4.90%48.80%4.60%
Guatemala67.10%0%31.90%0.01
Honduras53.80%19.30%26.80%0.001
Brasil53.60%9.30%30.30%6.80%
Ecuador13.80%17.10%66.80%2.30%

* La mayor parte de las exportaciones a Latinoamérica, van especialmente a México para la producción de alimentos ultra procesados, que se expandieron en las últimas décadas con la firma del TLCAN. Fuente: Trade Map, 2024. Elaboración. GRAIN

Colombia es el principal productor de palma de aceite de América Latina. Tiene cerca de 500 mil hectáreas. Estas plantaciones y su expansión han coincidido con las áreas donde hay presencia de grupos armados en el país.

Los monocultivos de palma de aceite en Colombia los concentran grandes terratenientes. En muchos casos han expandido sus plantaciones desplazando a miles de campesinos y campesinas de sus tierras, con violencia e intimidación.

En la región de Tumaco, por ejemplo, se ha detallado, como los terratenientes se apropiaron de tierras campesinas mediante intimidación, artimañas legales y corrupción de las autoridades locales

Gran parte de las empresas palmicultoras se asentaron en zonas de conflicto durante la época de violencia armada que sufrió el país. La palmicultura quedó identificada con grupos paramilitares y se le señala como causante de violencia contra el campesinado en las regiones donde operan.

Muchas afectaciones provocadas por las empresas palmicultoras ocurren sobre territorios indígenas. Por ejemplo, el pueblo sikuani, que tras ser víctima de varias formas de violencia asociadas al conflicto interno, fue finalmente desplazado de su territorio por una empresa palmicultora que provocó que los sikuanis cambien sus modos de vida. Al quedarse sin tierras para cultivar sus alimentos, integrantes del pueblo sikuani se desplazaron a las zonas urbanas aledañas, sufriendo hambre y hacinamiento.

El más reciente acaparamiento de tierras en Colombia también involucra a las empresas palmicultoras, como el caso de la empresa Italo-Española Polygrow que viene acaparando miles de hectáreas para expandir sus plantaciones de palma de aceite.

El acaparamiento que las empresas del agronegocio de la palma están realizando a menudo es apoyado por políticas públicas favorables, poco control del Estado, violencia y amenaza a campesinos, campesinas e indígenas.

Ya en el Ecuador, la producción de palma aceitera constituye el 4% del Producto Interno Bruto agrícola. La producción de palma ha tenido un crecimiento del 8% anual en promedio, constituyendo el séptimo producto agrícola de exportación del país.

Hoy existen cerca de 152 mil hectáreas de palma aceitera.Se ha identificado que los grandes productores de aceite de palma están concentrados en las Provincias de Esmeraldas, Sucumbíos y Los Ríos.

Pese a que varias comunidades indígenas y afrodescendientes, en particular de la provincia de Esmeraldas, recibieron títulos colectivos de propiedad del territorio, hubo vacíos legales que permitieron que títulos individuales sobre la misma tierra se vendieran a empresas palmicultoras, como a Energy & Palma. Esto provocó que en los últimos años se hayan registrado al menos dos conflictos por las tierras entre comunidades afroecuatorianas y la empresa Energy & Palma.

En 2015, con la llegada de la enfermedad de la “pudrición del cogollo”, que afectó a miles de hectáreas de palma, la gente dedicada a la producción de palma en pequeña escala que en Ecuador representa la mayor parte de propietarias de fincas palmiculturas, son quienes se endeudaron y perdieron todo.

La gente implicada en esta producción en pequeño era la que había adquirido el préstamo, había puesto su tierra en garantía y es la que no pudo vender el producto. Si bien las grandes empresas pierden también parte de su producción, no pierden la tierra y tienen otros respaldos económicos.

Es también así cómo se aprovechan de la crisis para comprar estas tierras a precios más bajos que el mercado y concentrar aún más su control.

En Bolivia, las plantaciones de palma vienen siendo impulsadas con fuerza por el gobierno, como una forma de sustituir las importaciones de combustibles. En lo que atañe al diésel, mediante un decreto de 2022, se creó el “Programa de fomento a la producción de especies oleíferas”.

El principal objetivo es, el desarrollo de cultivos de palma aceitera, jatrofa y macororó para la producción de biodiésel.

El gobierno de Bolivia, pretende expandir, con más de 60 mil hectáreas, la superficie sembrada de estas plantaciones en los siguientes años.

Entre las primeras organizaciones en denunciar la expansión de los monocultivos de palma y sus impactos está la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas de Bolivia.

En Centroamérica, Guatemala es uno de los principales productores de aceite de palma con 210 mil hectáreas. Se han reportado numerosos conflictos debido a este monocultivo en el país, sobre todo por el desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas de sus tierras debido a la expansión de las plantaciones.

En Honduras, se registran cerca de 210 mil hectáreas de palma. La expansión de la palma se está dando sobre territorios indígenas y afrodescendientes, en particular en las comunidades garífunas y del Bajo Aguan. Estas comunidades sufren violencia, acoso y amenazas por parte de militares, y grupos paramilitares vinculados a políticos del país.

Las plantaciones de palma aceitera en Honduras tienen una serie de incentivos fiscales y políticas a favor de la expansión promovidas por los grupos de poder.

En Nicaragua, existen unas 35 mil hectáreas de palma. Sin embargo, se cree que la cifra es más alta debido a la expansión sin autorización ni control por parte de las autoridades locales. Muchas de las empresas palmiculturas existentes en Nicaragua lograron expandir las plantaciones de forma ilegal, arrendando tierras a pequeños agricultores, o estableciendo agricultura por contrato. También desplazan comunidades y se instalan sin ninguna sanción en tierras de conservación estatal.

En Brasil, se ha dado una fuerte expansión en los últimos años. Hoy existen unas 200 mil hectáreas ocupadas con plantaciones de palma, ubicadas en el Estado de Pará, cuya producción está destinada por el momento al mercado interno.

Existen planes de expansión en otros Estados, por ejemplo 120 mil hectáreas en el municipio de São João de Baliza en el estado de Roraima, para el proyecto de Brasil Biofuel (BBF). Se usa como agrocombustible en el país.

BBF es la mayor empresa en Brasil dedicada a la palma aceitera. Tiene acusaciones por crímenes ambientales y violencia contra comunidades, como la comunidad de Virgílio Serrão Sacramento, vinculada al Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA).La empresa suministra aceite de palma sobre todo a empresas multinacionales de la alimentación.

Compañías, transnacionales y bancos que promueven la expansión de la palma de aceite

En América Latina, las empresas productoras de palma de aceite son en general grandes grupos familiares que controlan aspectos políticos y económicos de los países donde están sus plantaciones (ver Tabla 2).

Tabla 2: Principales empresas productoras de palma de aceite de Latinoamérica

PaísEmpresa
ColombiaCargill, Louis Dreyfus Company, Fedepalma, Palmas y Extractora Monterrey S.A.S, Bunge Limited
HondurasIndustrias Chiquibán, Continental de Grasas, Grupo Jaremar
EcuadorEnergy & Palma, Palmeras del Ecuador, PALESEMA, Palmeras de los Andes
BrasilBBF, Agropalma, Amaggi
GuatemalaGrupo Natura, Reforestadora de Palma del Petén, Palmas del Ixcán
PerúPalmas del Espino, Ocho Sur, Plantaciones de Pucallpa
El SalvadorGrupo Sol, Inversiones La Palma, Palmas del Salvador

Elaboración: GRAIN, en base a fuentes locales de información de acceso público.

Varias de estas empresas han estado involucradas con actos de violencia y criminalización en sus países, como Energy & Palma en Ecuador, que ha enjuiciado y amedrentado a la comunidad afroecuatoriana de Barranquilla de San Javier.

Algunas de las expansiones de la palma de aceite en América Latina son financiadas por el Banco Interamericano de Desarrollo, que otorga una serie de préstamos para expandir plantaciones en países como Ecuador, Colombia y Honduras.

Los bancos transnacionales como HSBC y Rabobank ofrecen créditos para la expansión. Las empresas consumidoras de aceite de palma también ofrecen bienes de consumo para el sector palmicultor y se calcula que el mercado financiero invertirá más de 100 mil millones de dólares en Latinoamérica en los siguientes años.

La expansión de las palmicultoras y procesadoras de aceite en América Latina se debe a la presión ejercida por grandes empresas transnacionales del sector de alimentos, como Nestlé, Unilever, Mondelez International, PepsiCo, Coca-Cola, Kellogg’s, Bimbo, Grupo Nutresa y Cargill.

En el ámbito de los cosméticos, empresas como L’Oréal, Colgate-Palmolive, Unilever y Procter & Gamble también contribuyen a esta expansión. Asimismo, en el sector de agrocombustibles, empresas como Cargill, BP, Shell, ExxonMobil, AAK, Wilmar y ADM tienen un papel destacado. Además, las grandes cadenas de supermercados, como Walmart, Carrefour, Cencosud y Grupo Éxito, también están involucradas en este proceso de expansión.

Conflictos por la tierra

Actualmente, la expansión de plantaciones afecta sobre todo a México, Perú, Nicaragua y Brasil. Esta estrategia sigue el patrón que se ha implementado en otros países latinoamericanos: violencia e intimidación a comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, acaparamiento de tierras, deforestación y en algunos casos agricultura por contrato.

En México, en la región de Chiapas, por ejemplo, las empresas que cuentan con grandes extensiones de plantaciones de palma están provocando una enorme deforestación, e intimidación de comunidades campesina e indígenas de la región. Hoy las mujeres de estas comunidades se organizan para denunciar estos impactos.

En Perú, se ha denunciado que las empresas palmicultoras se están expandiendo en la Amazonía, desplazando pueblos indígenas por medio de amenazas, violencia e intimidación, como en el caso de la comunidad indígena de Santa Clara de Uchunya. El pueblo shipibo de Santa Clara ha perdido una buena parte de su territorio ancestral debido a las constantes amenazas y atentados contra la vida de sus dirigentes.

En Nicaragua, la empresa PALCASA expandió sus plantaciones sin ningún control ni permiso de las autoridades competentes. La expansión se dio desplazando de sus tierras a campesinos y campesinas, debido a la estrategia de acaparamiento de tierras que la empresa ha estado implementando en la región.

Otros impactos del modelo de producción de palma de aceite

El modelo de producción de palma de aceite en América Latina se basa en monocultivo intensivo en grandes extensiones de tierra y un alto uso de agrotóxicos. Este modelo de producción ha causado efectos graves en el medio ambiente y la agricultura campesina.

Los diversos impactos generados en todo el proceso inician con la deforestación (que en algunos casos implica incendios forestales para deforestar) y el despojo de tierras campesinas e indígenas buscando la expulsión de poblaciones mediante violencia e intimidación.

En muchas ocasiones con grupos armados. Lo grave es que destruyen las siembras campesinas diversas, reconvierten la tierra en monocultivos en gran escala plagados de agrotóxicos e instalan industrias extractoras de aceite. La contaminación de suelos y aguas por el uso de grandes cantidades de agroquímicos en las plantaciones afecta no sólo al ambiente sino a las poblaciones que dependen de esas fuentes de agua para su sobrevivencia.

Existe también una posible vinculación con la creciente ola de incendios que generan deforestación y luego sobre estas tierras se siembran plantaciones de palma.

Algunas comunidades ceden ante las exigencias de las empresas mientras otras se resisten.

La expansión de los cultivos agroindustriales también reduce el espacio vital de las poblaciones locales, llevando como consecuencia la disminución de la cacería y recolección de frutos naturales, lo que obliga a los indígenas a la compra de alimentos de poco valor nutritivo.

Se estima que en América Latina las plantaciones de palma están sustituyendo en un 21% a bosques y en un 79% a pastos y áreas de cultivo de alimentos básicos para la región, desplazando la producción de alimentos de muchos países.

La rápida expansión de este monocultivo está provocando la infertilidad de suelos cultivables, deforestación de grandes extensiones, perdida de agrobiodiversidad, altas emisiones de gases con efecto de invernadero y contaminación de fuentes de agua. También amenaza los territorios y la soberanía alimentaria de miles de familias campesinas e indígenas.

Otra de las consecuencias de este modelo de producción tiene que ver con las condiciones laborales de las trabajadoras y los trabajadores en las plantaciones y en las plantas de procesamiento de aceite. En muchos casos trabajan largas horas en un entorno peligroso, manipulando productos químicos que ponen en riesgo su salud y vida.

Los hombres son contratados en especial para las labores de cosecha, fumigación y mantenimiento de las plantaciones, y las mujeres en labores de siembra, polinización y control fitosanitario. Ni hombres ni mujeres suelen contar con herramientas de trabajo ni vestimenta o equipos de protección adecuados, lo que les hace susceptibles a enfermedades y accidentes laborales.

El empleo que conceden las empresas palmicultoras tiene unos fuertes parámetros de explotación laboral. En las plantaciones de la costa ecuatoriana, por ejemplo, el salario es de 6 dólares al día para los puestos de base, y 12 dólares para las personas que ejercen la supervisión.

Las palmicultoras utilizan empresas contratistas para el empleo y pago de la mano de obra, evitando así responsabilidades directas. También existen casos de trabajo forzoso y trata de personas en las plantaciones de palma.

En cuanto a la salud, el personal que trabaja en las palmicultoras se ven fuertemente afectados por el uso de agrotóxicos, con unos niveles de protección muy bajos. En Ecuador, por ejemplo: “El 58% del personal presenta síntomas en diferente grado por exposición a pesticidas.

También las comunidades que viven en torno a la plantación de palma tienen unos índices mayores de cáncer, dolores de cabeza, enfermedades de la piel, problemas respiratorios, infantilismo (un grado de desarrollo cognitivo menor al que corresponde por la edad), abortos y malformaciones, debidas a los agrotóxicos transportados por el aire y el agua”.

La Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO) y el lavado verde de las empresas

Las empresas transnacionales alimentarias y de agrocombustibles, en su mayoría mencionan qué compras vienen de plantaciones certificadas por la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO). La RSPO es una organización mundial sin ánimo de lucro fundada en 2004 con el objetivo de “promover el crecimiento y el uso de productos de palma de aceite sostenibles mediante normas mundiales creíbles y el compromiso de las partes interesadas”.

Su fundación fue impulsada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), a raíz de las denuncias generalizadas y la preocupación pública por el impacto medioambiental de la industria del aceite de palma.

Desde la creación de la RSPO, ésta no ha cumplido los objetivos para la que fue creada y más bien ha servido como una herramienta de lavado verde para las empresas transnacionales que se valen de esta certificación como una forma de justificar su abastecimiento de aceite de palma de plantaciones con conflictos ambientales y sociales.

Muchas plantaciones de Latinoamérica se amparan en esta certificación para exportar aceite a la Unión Europea, engañando a millones de consumidores.

En Colombia, por ejemplo, el aceite de palma es exportado en muchos casos con la certificación de la RSPO que afirma que esa palma no proviene de zonas que han sido deforestadas.

El gremio palmicultor del país, insiste en que la palma de aceite no causa deforestación. Sin embargo, según el Ministerio del Ambiente de Colombia, el cultivo de palma deforestó entre los años 2011 a 2017 alrededor de 17 mil hectáreas equivalentes al 1.5% de la deforestación de todo el país.

A pesar de esta realidad, muchas empresas palmicultoras de Colombia han firmado acuerdos de “cero deforestación”, para maquillar de alguna manera los efectos que están provocando sus plantaciones.

En Guatemala, varias comunidades han denunciado la apropiación ilegal de sus tierras. A pesar de esto, las empresas palmicultoras de ese país se jactan de tener el mayor número de hectáreas certificadas por RSPO.

Los monocultivos de palma se han convertido en un motor importante de deforestación, de los bosques amazónicos, sobre todo primarios, fragilizando los medios de vida de las poblaciones que de ellos dependen. Perú, por ejemplo, con más de 90 mil hectáreas plantadas, registró la tasa más alta de deforestación para la producción de aceite de palma de la región.

En Brasil, en los últimos años, se ha responsabilizado a BBF por la deforestación de 667 hectáreas, pese a los compromisos asumidos por esa empresa y sus autoridades de expandir el cultivo de palma aceitera sólo en las zonas deforestadas antes del año 2008.

Desde que llegaron las plantaciones de palma aceitera a Latinoamérica, las empresas asociadas a este agronegocio tienen un historial de asesinatos, crímenes laborales, violaciones de derechos.

Pese a esto las empresas afirman que producen energía y aceite de palma “sostenibles”. Por ejemplo, Agropalma, propiedad del Grupo Alfa, uno de los mayores grupos empresariales de Brasil, fue denunciado por ocupar tierras ilegalmente, pero contaba con certificación de RSPO a pesar de las múltiples denuncias. Recientemente anunció querer expandir sus plantaciones y retomar la producción de biodiesel.

Pese a la expansión de las plantaciones, los pueblos resisten

La expansión de la palma de aceite promovida por parte de gobiernos y empresas transnacionales en Latinoamérica, se ha basado en falsas promesas de mejorar la situación de las comunidades y los territorios donde se instalan. Pero la realidad es que estas plantaciones están provocando el desplazamiento, amenaza y violación de los derechos de poblaciones indígenas y campesinas.

A pesar de esto, las poblaciones afectadas están resistiendo constantemente, mediante movilizaciones, denuncias públicas, acciones jurídicas y apoyo internacional para impedir que la expansión de la palma de aceite les siga afectando y ponga en riesgo sus vidas y territorios.

Todo el proceso abarca además aspectos políticos, territoriales y económicos. Su lucha se va extendiendo en los diversos países donde las plantaciones de palma de aceite están presentes.

Las plantaciones de palma de aceite en América Latina, como ocurre en Asia y África no son sustentables ni mejoran las condiciones de las poblaciones, por lo que no se puede seguir maquillando con certificaciones como la RSPO al agronegocio y las corporaciones permitiendo que continúe la expansión.

El apoyo que podamos dar a las poblaciones indígenas, afrodescendientes y campesinas afectadas por monocultivos de palma de aceite es clave para la defensa de la soberanía alimentaria.

El aceite de palma no es compatible con la construcción de la soberanía alimentaria que promueve el movimiento campesino e indígena, ya que es un monocultivo que invade sus territorios, no promueve la diversificación alimentaria y se basa en el modelo de revolución verde promovido por gobiernos y transnacionales para supuestamente “desarrollar el campo” y sume en la violencia todo lo que toca.

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