Justicia climática para la educación
Nos advirtió meteorología esta semana que lo que hay es una fuerte “temporada convectiva”, precisamente uno de los principales efectos de La Niña sobre la temporada ciclónica en el Atlántico. Por eso llueve tanto.
Las lluvias extremas de los noviembres pasados dejaron unos 40 fallecidos, un millón casi 200 mil personas quedaron sin agua potable y más de 14 mil familias sin electricidad. Cientos de escuelas fueron afectadas y hubo miles de damnificados.
Las inundaciones por lluvias de esta semana impidieron a miles de niños y docentes llegar a sus lugares de enseñanza; otros, los más valientes, llegaron a remolque de tractores o salieron a caballito a espaldas de los empleados. Otros no pudieron llegar porque los transportes oficiales no pudieron atravesar los ríos crecidos o quedaron dañados.
No se han mitigado los efectos de las lluvias catastróficas del último noviembre que se han juntado con los de las que han caído desde enero y aun así sólo tenemos avisos y sálvese quien pueda.
Los maestros reclaman escuelas en condiciones para proteger a los estudiantes, pero el gobierno prefiere seguir gastando millonadas astronómicas en propaganda, en alquiler de furgones como aulas y en pensiones a quienes no las necesitan.
La solidaridad de maestros y comunitarios protege a nuestros muchachos en las escuelas frente al cambio climático hasta que mayo 19 traiga un verdadero cambio para nuestro pueblo.
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