Frente a la crisis del clima: del dicho al hecho hay mucho trecho
Al cierre de la semana del clima 2022 en Santo Domingo, tenemos la aspiración de que las autoridades acompañen sus discursos con hechos que permitan fortalecer la situación del país de cara a la situación climática planetaria.
Es necesario que esa retórica se vea acompañada de acciones, porque resulta doloroso ver la forma impasible como se siguen descuidando y devastando nuestros bosques naturales, incluyendo nuestros manglares y pastos marinos, nuestras principales herramientas para mitigar y adaptarnos al cambio climático. Peor aún, en algunos casos estos lugares son sustituídos por usos de la tierra con altas emisiones de gases de efecto invernadero (aún dentro de áreas protegidas). Estos incluyen la agricultura con arado en suelo desnudo, pastos para ganadería extensiva así como la construcción de infraestructura turística con alta huella energética y presas. Los ejemplos más dramáticos son Valle Nuevo, Sierra de Bahoruco, Los Haitises, José del Carmen Ramírez, Nalga de Maco, Las Placetas.
Es vital que las autoridades concilien el discurso con su conducta porque es una contradicción, por ejemplo, valorar en estos eventos la importancia de los manglares y al mismo tiempo licitar nuevos desarrollos turísticos en zonas ya identificadas como humedales importantes. Esto incluye afectaciones a mangles y otros humedales, pastos marinos y arrecifes. Pasa en Pedernales, Punta Cana, Montecristi, Puerto Plata, Macao, Puerto Viejo de Azua, Samaná y muchos otros lugares.
Si algo se ha podido constatar en las ponencias que se han publicado, es que los tomadores de decisión tienen muy claro el tamaño del desafío, sino también las medidas que serían necesarias hacia la mitigación y adaptación ante los efectos del cambio climático. Es por ello que albergamos la esperanza de que los planes y promesas no se queden en el confort de los despachos y en vistosos informes.
Los discursos deben traducirse en hectáreas de bosques y manglares preservadas y restauradas. Esto sólo será posible a través de mejoras tangibles en la gestión de las áreas protegidas, particularmente en la aplicación del marco legal ambiental, en los procesos de permisología, en los programas de protección y vigilancia, en la cantidad y calidad del personal, en la creación de incentivos para que las poblaciones locales se beneficien de las áreas protegidas, y en el equipamiento necesario. Igualmente, el delito ambiental debe dejar de ser ridiculizado, ninguneado.
Según informes presentados en el marco de «la semana del clima», la República Dominicana y el Caribe están en el mismo centro de las afectaciones potenciadas por la crisis climática. Este dato debería bastar para que un Ministerio como el de Medio Ambiente y Recursos Naturales pase de ser una especie de «cenicienta» a un instrumento real y efectivo para gerenciar las acciones necesarias hacia la transición ecológica, un organismo respetado y creíble que utilice la educación, la ciencia y los medios de control para salvaguardar el capital natural de nuestro país, entre los cuales deben privilegiarse nuestros ecosistemas más frágiles.
Confiamos en que la gestión que recién asume el Lic. Miguel Ceara Hatton al frente del Ministerio de Medio Ambiente, tenga entre sus prioridades ponerle atención a estos males que se vienen arrastrando desde hace tiempo, pero que últimamente están tocando fondo.
Hay que convertir discursos en acciones y predicar con el ejemplo.