El cambio climático ya es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta
Cuatro de cada diez personas son vulnerables al cambio climático, es decir más de 3.300 millones de personas –casi la mitad de la humanidad–, según el sexto informe de Evaluación del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad aprobado ayer por los 195 gobiernos miembro de la organización y presentado hoy. La primera parte de este informe se publicó en agosto.
El trabajo, que ha contado con la participación de 270 autores de 67 países –de los cuales 47 coordinadores, 184 autores principales y 39 editores revisores– que han revisado más de 34.000 estudios, destaca cómo el aumento de las temperaturas globales ha alterado el sistema meteorológico mundial. Más allá de la variabilidad natural del clima, la crisis climática, con eventos extremos más frecuentes e intensos, ha causado ya impactos adversos generalizados y pérdidas y daños relacionados en la naturaleza y las personas.
“Estos impactos adversos están ocurriendo en todas partes”, recalca Jeffrey Kargel, científico principal del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson, en EE UU. Pero estos efectos, junto a las sequías, las inundaciones, las precipitaciones y el suministro de agua, los huracanes, el deshielo de los glaciares y las capas de hielo, el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo marino del Ártico y los incendios forestales, ya se habían predicho desde hace décadas.
Sin embargo, el cambio climático no entiende de fronteras y la rapidez e intensidad con la que se están produciendo los impactos ha sorprendido hasta a los científicos, que insisten en este informe que la temperatura media global no supere los 1,5 ºC respecto a la era preindustrial. “Francamente, me temo que el rebasamiento más allá de eso puede ser considerable, viendo cómo van las cosas”, añade Kargel.
El trabajo alerta que el mundo se enfrenta a múltiples riesgos climáticos inevitables en las próximas dos décadas con un calentamiento global de 1,5 °C. En la actualidad, ya hemos alcanzado un aumento de 1,1 °C y su impacto está afectando a los sistemas naturales y sistemas humanos. Los expertos advierten que incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se producirán graves impactos adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles.
Riesgos crecientes en todo el mundo
El aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones ya están superando los umbrales de tolerancia de plantas y animales, provocando la muerte masiva de especies vegetales y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos están ocurriendo simultáneamente, causando impactos en cascada que son cada vez más difíciles de gestionar.
Millones de personas de África, Asia, América Central y del Sur, las islas pequeñas y el Ártico son especialmente vulnerables a la inseguridad alimentaria y de agua. En Europa, los impactos de las olas de calor y las sequías son cada vez más frecuentes, y en las regiones del sur, en países como España, se prevén impactos más negativos.
Los expertos del IPCC han identificado cuatro riesgos clave en el continente, la mayoría de los cuales se agrava con un nivel de calentamiento global de 2 °C en comparación con el nivel de 1,5 °C en escenarios con una adaptación de baja a media.
Europa ya está sufriendo una mortalidad y morbilidad de las personas y cambios en los ecosistemas debido al calor; estrés por calor y sequía en los cultivos; escasez de agua e inundaciones y aumento del nivel del mar.
Según el informe, se prevén importantes pérdidas de producción agrícola en la mayoría de las zonas europeas a lo largo de este siglo, que no se compensarán con las ganancias del norte de Europa. Además, la adaptación a través del riego será cada vez más complicada debido a la limitada disponibilidad de agua.
De hecho, en el sur de Europa, más de un tercio de la población estará expuesta a la escasez de agua en un escenario de 2 °C. Con el de 3 °C, este riesgo se duplicará, y podrían producirse importantes pérdidas económicas en los sectores dependientes del agua y la energía. Para el Europa occidental y del sur, y muchas de sus ciudades, el riesgo de escasez de agua aumentará considerablemente con un escenario de 3 °C.
Las conclusiones revelan que la región más amenazada de toda Europa por los efectos del cambio climático es el área del Mediterráneo, que sufrirá los efectos de las sequías y una subida del nivel del mar. En la ribera sur, donde confluyen el cambio climático y otros riesgos sociales y económicos, los impactos serán más severos.
Hay consenso en que en el Mediterráneo la sequía será un riesgo muy relevante. En este sentido, las predicciones apuntan a un aumento considerable de las sequías: por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4 %, por lo que se predicen unas reducciones de entre un 5 % a un 20 %, según la nuestra capacidad de reducir emisiones.
“Este informe presenta un catálogo impactante de los daños, ya significativos y crecientes, que sufren las vidas y los medios de subsistencia en todo el mundo a causa de los impactos del cambio climático, como inundaciones, sequías y olas de calor más intensas y frecuentes. Estos impactos seguirán aumentando durante muchas décadas más hasta que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero se reduzcan efectivamente a cero”, recalca Bob Ward, director de política y comunicación del Instituto de Investigación Grantham sobre el Cambio Climático y el Medio Ambiente de la London School of Economic and Political Science (LSE).
De la misma opinión es Andy Russell, profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad Queen Mary de Londres: “Este informe mundial subraya el mensaje de que los riesgos climáticos van a aumentar y que el tiempo que tenemos para prepararnos para ellos se está acabando”.
A esto se añade el que por ejemplo en la cuenca del Mediterráneo la vulnerabilidad al cambio climático es muy asimétrica. El informe, que ha revisado los Objetivos del Desarrollo Sostenible en esta zona, muestra que los indicadores son extremadamente diferentes entre la orilla sur y el norte de la cuenca mediterránea.
La orilla sur tiene índices de pobreza, seguridad alimentaria, acceso a las energías renovables, al agua, a la educación o a la salud más reducidos. Este hecho expone aún más a la población de esta zona a efectos del cambio climático ya que, por ejemplo, tienen menos recursos para adaptarse a los impactos futuros.
“Un ejemplo muy claro de esa mayor vulnerabilidad al cambio climático en la orilla sur del mediterráneo es el incremento del nivel del mar en Egipto, un país de 103 millones de habitantes. Solo en el Delta del Nilo se espera que más de 6,3 millones de personas puedan verse seriamente afectadas si el nivel del mar sube por encima de los 80 cm, un escenario contemplado con las tendencias de emisiones de gases de efecto invernadero que tenemos hoy día”, declara Jofre Carnicer, profesor de ecología de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), y uno de los autores del informe.
Acción urgente necesaria
“Este informe es una advertencia terrible sobre las consecuencias de la inacción”, explica Hoesung Lee, presidente del IPCC. “Demuestra que el cambio climático es una amenaza grave y creciente para nuestro bienestar y la salud del planeta. Nuestras acciones de hoy determinarán la forma en que las personas se adapten y la naturaleza responda a los crecientes riesgos climáticos”.
Los países tienen un historial de décadas de inacción climática. Para evitar la creciente pérdida de vidas, de biodiversidad y de infraestructuras, los expertos aseguran que es necesario actuar de forma ambiciosa y acelerada para adaptarse al cambio climático, al mismo tiempo que se reducen rápida y profundamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
No obstante, hasta ahora, los avances en materia de adaptación han sido desiguales y cada vez hay más diferencias entre las medidas adoptadas y las necesarias para hacer frente a los crecientes riesgos, según el nuevo informe. Estas diferencias son mayores entre las poblaciones de menores ingresos.
“Este informe reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas e integra ciencias naturales, sociales y económicas con más fuerza que las anteriores evaluaciones del IPCC”, indica Hoesung Lee. “Subraya la urgencia de una acción inmediata y más ambiciosa para hacer frente a los riesgos climáticos. Las medidas a medias ya no son una opción”.
En este sentido, los científicos han analizado el riesgo de extinción de más de 100.000 especies de las que existe documentación científica. Los resultados son preocupantes: “Podemos comprobar que en trayectorias de calentamiento por encima de los 1,5 ºC, es decir, sin una reducción drástica de emisiones en las próximas dos décadas, el riesgo de extinción aumenta en muchos grupos taxonómicos, a menudo por encima del 10% de las especies”, alerta Carnicer.
Salvaguardar y fortalecer la naturaleza
A pesar de la dureza del informe, los científicos señalan que aún hay alternativas para adaptarse a un clima cambiante. Este informe ofrece nuevas perspectivas sobre el potencial de la naturaleza no solo para reducir los riesgos climáticos, sino también para mejorar la vida de las personas.
“Los ecosistemas sanos son más resistentes al cambio climático y proporcionan servicios vitales como alimentos y agua limpia”, apunta el copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, Hans-Otto Pörtner. “Al restaurar ecosistemas degradados y conservando de forma eficaz y equitativa entre el 30 % y el 50 % de los hábitats terrestres de la tierra, el agua dulce y los océanos, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar el progreso hacia el desarrollo sostenible, pero es esencial contar con la financiación y el apoyo político adecuados”.
Los científicos señalan que el cambio climático interactúa con tendencias globales como el uso insostenible de recursos naturales, la creciente urbanización, las desigualdades sociales, las pérdidas y daños por eventos extremos y una pandemia, poniendo en peligro el desarrollo futuro.
“Nuestra evaluación muestra claramente que para hacer frente a todos estos diferentes desafíos se necesita la participación de todos –los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil–, para dar prioridad a la reducción del riesgo, así como a la equidad y la justicia en la toma de decisiones y la inversión”, explica la copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC, Debra Roberts.
“De este modo, se pueden conciliar diferentes intereses, valores y visiones del mundo. Al reunir conocimientos científicos y tecnológicos, así como los conocimientos indígenas y locales, las soluciones serán más eficaces. Si no se consigue un desarrollo sostenible y resistente al clima, el futuro de las personas y la naturaleza no será óptimo”.
Ciudades: puntos calientes de impactos, pero la solución
Este informe ofrece además una evaluación detallada de los impactos, los riesgos y la adaptación al cambio climático en las ciudades, donde vive más de la mitad de la población mundial.
La salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas, así como los bienes y las infraestructuras críticas, incluidos los sistemas de energía y transporte, se ven cada vez más afectados por los peligros de las olas de calor, las tormentas, la sequía y las inundaciones, así como cambios de evolución lenta, como la subida del nivel del mar.
“Juntos, la creciente urbanización y el cambio climático crean riesgos complejos, especialmente para aquellas ciudades que ya experimentan un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y desempleo, y la falta de servicios básicos”, dice Roberts.
“Pero las ciudades también ofrecen oportunidades para la acción climática: edificios ecológicos, suministros fiables de agua limpia y energía renovable, y transporte sostenible que conectan las zonas urbanas y rurales pueden conducir a una sociedad más inclusiva y justa”.
Cada vez hay más pruebas de que la adaptación ha tenido consecuencias no deseadas, por ejemplo destruyendo la naturaleza, poniendo en riesgo la vida de las personas o aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto puede evitarse mediante la participación de todos en la planificación, la atención a la equidad y la justicia, y el aprovechamiento de los conocimientos indígenas y locales, subrayan los expertos.
“La ciencia nunca duerme: este informe pone de relieve cómo la aplicación de estos nuevos conocimientos puede aún evitar consecuencias catastróficas: haciendo que las ciudades sean más habitables y permitiendo que la gente se aleje de los riesgos de una manera que se centre en las injusticias de la inacción”, afirma Neil Adger, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Exeter.
El cambio climático es un reto global que requiere soluciones locales y por eso la contribución del Grupo de Trabajo II para el sexto informe de evaluación del IPCC proporciona una amplia información regional para permitir un desarrollo resistente al clima.
“Las pruebas científicas son inequívocas: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier otro retraso en la acción mundial concertada hará que hará que se cierre rápidamente una ventana para asegurar un futuro habitable”, concluye Hans-Otto Pörtner.