Ecoturismo sí, pero NO a la Antártida
¿Turismo entre hielos?
La Antártida es un territorio dedicado a la paz y a la ciencia, pero desde hace unos cuantos años también se ha convertido en un destino turístico muy codiciado, especialmente por quienes buscan experiencias exclusivas y diferentes. El problema es que cada verano, miles de turistas visitan el Continente Blanco y contribuyen a su degradación.
Esta tierra de hielo, hasta no hace mucho remota e impenetrable resulta cada vez más accesible. Cada temporada el número de visitantes crece y la mayoría de ellos arriban a las heladas costas en barco. Con cada llegada, el continente sufre, se erosiona y se degrada, un problema que los defensores del medio ambiente están tratando de evitar.
Si bien se están haciendo advertencias se espera que el turismo antártico continúe aumentando en el futuro, ya que los viajeros suelen maravillarse con este lugar que está prácticamente intacto. Pero cada uno de estos viajes tiene un impacto que se puede medir y cuantificar y es tan importante, que podría dejar huellas duraderas en el Continente Blanco.
Basura no, contaminación si
Afortunadamente, en este territorio jamás se verán los suelos cubiertos de mascarillas, bolsas, latas y/o colillas, ya que, según el Tratado Antártico, tanto los científicos como los operadores turísticos tienen la obligación de ocuparse de la eliminación de todos los desechos. La basura se transporta por mar o aire y se elimina en mejores latitudes.
Sin embargo, todas las actividades que se realizan en la Antártida, desde el empleo de taladros eléctricos para la extracción de muestras de hielo hasta los vehículos que transportan a los científicos y a los turistas consumen combustible. El quemarlo se producen gases de efecto invernadero y se liberan micropartículas llamadas ‘negro de carbón’ y en la Antártida, que estaba libre de esta sustancia, ya han surgido focos de este tipo de hollín.
Peligros para los ecosistemas
Según una nueva investigación recientemente publicada en la revista Nature Communications, todo el hollín que las actividades antropogénicas emiten está afectando a la Antártida, especialmente en las áreas de mucho tráfico. De hecho, todas las muestras recabadas en zonas aledañas a los asentamientos humanos muestran niveles de negro de carbón, mucho más altos que en el resto del continente.
Los científicos saben que el hollín interfiere en el albedo normal de la nieve, por lo que la que está afectada por este polvillo negro se derrite más rápidamente, pero según las evidencias recabadas en el transcurso de este estudio, en las zonas más afectadas el derretimiento de la nieve en verano supera los 23 mm.
La observación de los datos que arrojan las actividades turísticas ha permitido a los técnicos arribar a conclusiones que resultan muy inquietantes: cada visitante, especialmente los que llegan en cruceros que son los que más emisiones tienen, es responsable del derretimiento de varias toneladas métricas de nieve, parte de la cual no se ha recuperado.
También la huella de los científicos que estudian la Antártida está siendo perniciosa para el medio ambiente local, ya que su nivel de contaminación, si bien es menor, no deja de ser continuo, puesto que emplean motores de combustión interna para la mayoría de sus actividades y durante todo el año.
Si esta actividad continúa expandiéndose, también lo harán los efectos negativos que la acompañan. La solución según los científicos es concienciar a las personas de que la Antártida no es un lugar que debe visitarse, si se pretende preservarla.