Cuba se alía con la naturaleza para vencer al cambio climático

04-05-2021
Medioambiente
El ágora Diario, España
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La isla de Cuba no se vive ajena a los impactos del cambio climático, sino todo lo contrario puesto que según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una de las regiones del Caribe más vulnerables a este fenómeno mundial, sobre todo, por la localización geográfica de la que goza.

Así, la proximidad al continente americano y al Trópico de Cáncer exponen a la isla a huracanes, tormentas y vientos extremos cada vez más adulterados por el cambio climático. Solo en los últimos 10 años el porcentaje de huracanes intensos que han azotado al país ha aumentado del 26% al 78%.

Del mismo modo, tampoco está a salvo de los estragos del aumento del nivel del mar que, según las estimaciones, podrá elevarse casi un metro en la isla para finales de este siglo. Para el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (Citma), esto pude ser la hecatombe para al menos 122 de los 262 municipios costeros de la isla que, además, deberán luchar contra otro tipo de impactos climáticos.

Muchos municipios costeros de Cuba, como La Habana, tienen quehacer frente a los impactos de un clima en transformación

En el interior de la isla, la erosión y, sobre todo el agua, serán los dos principales factores que pondrán en jaque a la población. En relación con los recursos hídricos, la ONU señala que la lluvia constituye la única fuente de agua dulce para los sistemas superficiales y subterráneos de la isla, pero esta promete “ser menos abundante” a medida que se alteren los patrones climáticos de la región.

Por ahora, para garantizar la disponibilidad del recurso frente a las sequías se ha construido una extensa infraestructura hidrológica de embalses que, sin embargo, ha creado serios problemas en los ecosistemas locales que ahora se encuentran fragmentados y en peligro por la falta de nutrientes.

Asimismo, y a pesar de que los embalses protegen de las inundaciones, no pueden hacer nada contra la intrusión salina derivada del aumento del nivel del mar que amenaza estos depósitos y, sobre todo, a los acuíferos que aportan el 25% del agua a la isla: “Esto representa una amenaza directa para la salud pública y para la seguridad de disponibilidad de agua con calidad”, señala la ONU.

Naturaleza para protegerse de la Naturaleza

Cuba es conocida por ser la isla de las Antillas con mayor diversidad biológica, tanto en términos del total de su riqueza de especies como del grado de endemismo, hasta el punto de que su variedad está reconocida como “un exponente del patrimonio regional y mundial”, según la ONU.

Aunque más que para este conocimiento, amasar toda esta biodiversidad ha servido a la isla para protegerse de las acometidas de la naturaleza. Así, las lagunas costeras, vinculadas estrechamente con los manglares, protegen a las costas de Cuba de los efectos de las inundaciones y los huracanes.

Las llanuras de pastos marinos y los arrecifes coralinos, por su parte, protegen a la zona costera del impacto de las olas del mar y funcionan como barrera para evitar la erosión que el agua marina provoca en estas regiones.

No obstante, durante los últimos años la integridad ecológica de estos ecosistemas se ha visto particularmente dañada por el avance de las actividades humanas, en concreto de la agricultura, que ha hecho retroceder los manglares, la construcción y la introducción de especies invasoras.

La biodiversidad ha servido a Cuba para mitigar los impactos de la naturaleza

En vista de estos beneficios, la Agencia de Medio Ambiente de Cuba, dependiente del Citma, puso en marcha un proyecto que ahora ha dado luz verde gracias a que el Fondo Verde por el Clima ha aprobado una partida de 23,9 millones de dólares.

Mi Costa’, como se conoce la iniciativa, beneficiará directamente a 444.793 personas e indirectamente a 879.321 personas en 24 municipios costeros en los que “facilitará un cambio en la adaptación costera de una gestión tradicional de riesgos y estrategias reactivas a un enfoque holístico y preventivo basado en aprovechar al máximo la infraestructura natural de estas áreas”.

En concreto, el proyecto restaurará más de 11.000 hectáreas de manglares, 3.000 de bosques de ciénaga y 900 de hierbazales de ciénaga. Según la ONU, este aporte contribuirá a mejorar la salud de más de 9.000 hectáreas de pastos marinos y aproximadamente 134 kilómetros de crestas de arrecifes coralinos.

“Adoptando enfoques basados en ecosistemas y costo-efectivos, este proyecto innovador protegerá y restaurará los hábitats naturales, arrecifes, pastos marinos y manglares, y ayudará a las comunidades a cuidar su entorno de los riesgos presentes y futuros, debido a tormentas tropicales severas y huracanes, la elevación del mar, y otros, relacionados con el cambio climático”, comenta Maritza García, residenta de la Agencia de Medio Ambiente.

“Un aspecto clave del proyecto es su enfoque en el trabajo con las comunidades y autoridades locales para la comprensión del valor de los ecosistemas en su propia resiliencia y subsistencia”, añade Maritza García.

Según la ONU, estas comunidades se verán beneficiadas por el impulso a los centros locales para la educación ambiental, los centros de creación de capacidades, así como los mecanismos de coordinación locales y nacionales, que son parte del manejo del cambio climático con un enfoque de largo plazo.

En principio, este proyecto basado en soluciones aportadas por la naturaleza se extenderá durante 30 años en los que adaptarse a los impactos climáticos será un imperativo para los asentamientos y comunidades costeras que verán como la naturaleza puede ser a la vez causa y solución de muchos de sus desafíos.