Autoestopista galáctico partió al reencuentro con su creador

24-12-2020
Medioambiente
Ojalá, República Dominicana
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Con su toalla al hombro, no al cuello (siempre hizo todo a su manera, como su Dios le mandaba), este viajero partió desde Cristo Rey el pasado 22. Un día como ése, en 1944, Ho Chi Minh iniciaba el viaje de los vietnamitas hacia la liberación de su país.

Un 14 de diciembre arribó Amundsen al Polo Sur y dos semanas antes, el ocho, en el 40 aniversario de Lennon, vino a despedirse (claro está, no podía ser cualquier día de cualquier mes su partida).

Sumo a las anteriores efemérides la del 13 de enero, la partida de Amaury y Tammy, quienes seguro se sumarán al comité de recepción de Miguel Silva, el único autoestopista galáctico que conocí en República Dominicana.

Si él hubiera nacido en un país desarrollado hubiera ganado el premio Nobel (Amaury Villalba, siempre incomprendido, me decía: “Yo debí nacer en Europa”).

Miguel Silva nació en Villa Juana, Santo Domingo, y en vez de un Nobel nos lega una vida dedicada a la ciencia y a la divulgación científica.

Su contribución a los jóvenes estudiantes de Biología de varias generaciones desde su ejemplo como cuasi fundador de la Asociación de Estudiantes de Biología (ADEBIO), representante del cogobierno estudiantil en el Sub-consejo de la Escuela de Biología (FC-UASD), monitor de Zoología.

Su tesis de grado en coautoría con su amigo del alma Frank Richardson, fue visionaria e innovadora en los estudios de neurofisiología en ratones; obtuvo resultados que luego fueron confirmados por publicaciones internacionales. Por eso no entró en la carrera de los Nobel: por no publicar.

De la constelación de mentes brillantes que juntó el profe Marcano en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), fue el primero en ser contratado para un puesto de importancia en la recién fundada Dirección Nacional de Parques, con el ingeniero Merilio Morel, primer paso de una larga carrera profesional de múltiples cargos en instituciones públicas y no gubernamentales, oenegés que hoy tienen gran prestigio gracias en parte a su colaboración.

Experto en Biología Pesquera en el ya mítico proyecto Propescar Sur; pionero en el trabajo por proyectos y consultorías, siempre entregando productos impecables; y en Planificación y Marco Lógico.

Creó la Fundación Naturaleza y Desarrollo (FNAD) y, como tenía que ser, todo esto de manera autodidacta, como colofón a sus logros académicos obtiene su maestría en Ecología y Medioambiente en su Alma Matter, con una tesis sobre “Actualización del mapa de zonas de vida de la República Dominicana”, en esta ocasión dedicándose al aprendizaje de sistemas de información geográficos, sistemas de clasificación de vegetación y bioclimas, softwares de mapeo (QGIS, ARCGIS) y Meteorología.

Miguel Silva era, además, experto en ciencia ficción. Era Trecky, autoestopista, asimoviano y demás hierbas del género, como solía decir.

Hasta siempre compañero, colega y amigo. Tu obra y logros son el mejor Nobel para nuestra juventud y nuestra comunidad científica.