En enero dije que el riesgo climático en el escenario de crisis económica y ambiental creado por la administración actual sería un problema para el país, no importa si había Niño o Niña.

Esta temporada ciclónica podrían ocurrir 23 tormentas con nombre. De ellas, 11 serán huracanes y cinco de categoría 3 o superiores, según el pronóstico de huracanes del Atlántico de la Universidad de Ohio. El pronóstico de abril es el más activo que jamás hayan emitido.

El anterior más alto de abril fue de nueve huracanes, desde 1995. La muy activa temporada del 2023, con 20 ciclones, fue la cuarta cifra más alta jamás registrada, aunque El Niño probablemente redujo la actividad ciclónica, neutralizado por las altas temperaturas del Atlántico Norte que alcanzaron a principios de febrero un grado centígrado por encima de lo normal, más parecido a junio.

Más altas que en la parte donde se forman la mayoría de los huracanes del Atlántico, cerca de África. De ahí que se puedan formar ciclones  en el Caribe y por tanto con menos tiempo de alerta y desarrollo mucho más rápido, como el que afectó a Acapulco.

La  NOAA estima una probabilidad de 85 % que de abril a junio haya una transición a El Niño neutro o ENOS neutral, periodo en que ni El Niño ni La Niña predominan; mientras que hay una probabilidad de 60% que pase a La Niña entre junio y agosto.

¿Está el País preparado para esta fuerte temporada ciclónica? Ya en 2022 y 2023 la sequía y las “vaguadas concentradas” de los últimos noviembres han dejado mas de 40 muertos.

Solo las lluvias de la última semana en todo el territorio han hecho estragos y dejado damnificados en todas las provincias afectadas. Dios nos agarre confesados en esta temporada ciclónica de Niña, a la luz de la demostrada incompetencia del Cambio en el manejo de tales fenómenos.

Ángela Guerrero
Bióloga. Botánica. UASD.