Fiódor Dostoievski, el genio de la literatura rusa

11-11-2022
Literatura
National Geographic, EEUU
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Nacido el 11 de noviembre de 1821 en Moscú, Fiódor Mijáilovich Dostoievski ha sido, y es, una figura literaria admirada por muchos. Entre sus lectores más fieles se hallan personalidades tan dispares como Albert Einstein o Virginia Woolf. 

El famoso científico resaltó la trascendencia humana y psicológica de la obra del escritor asegurando que «Dostoievski me da más que ningún científico», y la escritora inglesa confesaría que «aparte de Shakespeare, no hay lectura más emocionante que Dostoievski».

Considerado, así, como uno de los más grandes autores de la literatura universal, la vida del gran narrador ruso estuvo plagada de hechos trágicos que marcarían profundamente su obra.

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UNA FAMILIA DESESTRUCTURADA

El padre de Fiódor era médico, pero su carácter agresivo hacía de él una persona autoritaria y violenta. Todo lo contrario que su madre, María, que al parecer era una mujer amable y cariñosa y gran amante de la cultura. María era la persona en la que Fiódor se refugiaba cuando su padre sufría alguno de sus frecuentes ataques de ira. 

Con apenas once años, el muchacho se trasladó a Darovoye, en la Rusia central, donde, con sus ahorros, su padre había adquirido unas tierras. 

Pero cinco años más tarde, en 1837, la tragedia golpearía de lleno al joven: su madre murió de tuberculosis y su padre, no pudiendo soportar el dolor, se refugiaría en el alcohol.

Un año más tarde Fiódor y su hermano Mijaíl se mudaron a San Petersburgo para ingresar en la Escuela de Ingenieros Militares. Pero Mijaíl no fue aceptado a causa de algunos problemas físicos, por lo que Fiódor tuvo que seguir solo con sus estudios. El joven terminó su instrucción a los veintidós años con el grado de subteniente.

Con apenas once años, Fiódor se trasladó a Darovoye, en la Rusia central, donde su padre había adquirido unas tierras. Cinco años más tarde, en 1837, la tragedia golpeó al joven: su madre murió de tuberculosis.

Última fotografía de Fiodor Dostoievski tomada en 1881, seis meses antes de su muerte.Foto: PD

En 1839 falleció el padre de Fiódor. De hecho, circulan dos historia acerca de su muerte. Una de ellas cuenta que su padre había muerto a manos de los siervos de su hacienda que, hartos de sus malos tratos, lo obligaron a beber vodka hasta que falleció.

Sin embargo, otra versión cuenta que esta historia es totalmente falsa y que fue un invento de un terrateniente rival, deseoso de hacerse con sus tierras a un precio más bajo. 

Fuera como fuere, el caso es que los remordimientos por esta muerte perseguirían para siempre al futuro escritor, que en numerosas ocasiones no había podido evitar desear la muerte de su progenitor.

Según afirma Sigmund Freud en su artículo publicado en 1928 «Dostoievski y el parricidio», quizá fueron esos remordimientos una de las causas de la epilepsia que a partir de entonces el escritor sufrió toda su vida.

Pero sus problemas médicos no serían los únicos con los que Dostoievski tendría que lidiar; a ellos se unirían sus graves problemas con el juego, una ludopatía que le acabaría provocando enormes deudas, y también una creciente dependencia del alcohol.

ENFERMO Y ENDEUDADO

Con el objetivo de saldar sus múltiples deudas, Dostoievski decidió entonces traducir la obra de Honoré de Balzac Eugenia Grandet. Determinado asimismo a emprender una carrera como escritor, pidió una excedencia en el ejército, y en 1845 lo abandonó definitivamente para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura con la publicación de su primer libro, la novela epistolar Pobres gentes de 1846.

La obra tuvo un gran éxito de crítica y mereció el reconocimiento por parte de un prestigioso crítico literario de su país, Visarión Belinski. Pero la recién adquirida fama no cambiaría sus hábitos.

Dostoievski volvió a contraer grandes deudas y a sufrir ataques de epilepsia cada vez más continuados. Siguió escribiendo, pero sus siguientes obras, El doble (1846), Noches blancas (1848) y Niétochka Nezvánova (1849), no obtendrían el mismo éxito de crítica, lo que sumió a Dostoievski en un profundo estado depresivo.

Determinado asimismo a seguir su carrera como escritor, Fiódor pidió una excedencia en el ejército, y en 1845 lo abandonó definitivamente para dedicarse a la literatura con la publicación de la novela epistolar ‘Pobres gentes’, de 1846.

Escena de la película El Idiota estrenada en 1910.Foto: PD

Por entonces el escritor empezó a frecuentar a un grupo clandestino de intelectuales liberales perseguidos por el régimen zarista llamado Círculo Petrashevski, liderado por el político y jurista Mijaíl Petrashevski.

Arrestado por las fuerzas zaristas bajo la acusación de conspirar contra el zar Nicolás I, Fiódor fue condenado a muerte, aunque en el último momento la pena le conmutada por la de trabajos forzados durante cuatro años en Siberia. Allí, en unas condiciones realmente penosas, Dostoievski dedicó su tiempo la leer la Biblia, un libro que, según él, le enseñó el valor del sufrimiento. 

Tras cumplir su condena, y beneficiarse de la amnistía ofrecida por el zar Nicolás I, Dostoievski fue enviado a Mongolia como soldado, hasta que en 1859 pudo licenciarse y regresar a Rusia al lado de su esposa, María Dimitrievna Isaieva, una viuda con la que se había casado en 1857.

Dostoievski narró su experiencia como preso en Siberia en su obra Recuerdos de la casa de los muertos, publicada en capítulos entre 1861 y 1862.

ADICTO AL JUEGO

Tras la muerte de su esposa y de su hermano Mijaíl en 1864, y atormentado por la epilepsia, Dostoievski decidió emprender un viaje por Europa junto a Polina Súslova, una joven escritora a la que había conocido en la revista El Tiempo, fundada junto a su hermano, y con la que mantendría una relación. 

Así, en compañía de la joven, dieciséis años más joven que él, recorrió el Viejo Continente en un viaje que le serviría de inspiración para escribir su obra Notas de invierno sobre impresiones de verano (1863). Pero la joven al poco tiempo lo abandonó, y Dostoievski descubrió que lo había estado engañando con un estudiante español. Por lo demás, Dostoievski seguía totalmente enganchado al juego.

Durante su viaje europeo recaló en Wiesbaden, donde visitó el casino de la ciudad. Allí jugó a la ruleta y ganó la asombrosa suma de diez mil francos, algo que lo condujo irremediablemente a seguir atrapado en el abismo del juego. Aquella adicción lo acabaría arruinando, pero le permitió escribir una de sus principales y más elogiadas novelas, El jugador (1866).

Tras la muerte de su primera esposa y atormentado por la epilepsia, Dostoievski emprendió un viaje por Europa junto a Polina Súslova, una joven escritora a la que había conocido en la revista El Tiempo, fundada junto a su hermano.

Portada de la novela Crimen y Castigo publicada en 1866.Foto: PD

De regreso a San Petersburgo, Dostoievski empezó a escribir una de sus obras capitales, Crimen y Castigo. La obra fue publicada por entregas en la revista El Mensajero Ruso.

Pero las deudas del escritor eran cada vez mayores por lo que en 1866 las circunstancias lo obligaron a firmar un contrato con el editor Fyodor Stellovski en el que se establecía que los 3.000 rublos que recibiría Dostoievski como pago deberían pasar directamente a manos de sus acreedores. 

El contrato también estipulaba que la revista se quedaría con los derechos de edición de todas sus obras y se establecía el compromiso por parte del autor de entregar una novela nueva aquel mismo año. 

De no entregar la novela en el plazo establecido, Dostoievski debería pagar una multa, y de no entregarla definitivamente en diciembre, el autor perdería todos los derechos patrimoniales sobre sus obras. 

Así, para lograr tener a tiempo su novela, Dostoievski contrato a una hábil mecanógrafa llamada Anna Grigórievna Snítkina a quien dictó El jugador en tan solo veinte días.

VIVIR SIN BELLEZA

La culpa, la moral, la justicia y el perdón son los temas primordiales que el escritor ruso aborda en Crimen y Castigo, a través de la historia protagonizada por Rodión Románovich Raskólnikov, un estudiante de veintitrés años miembro de una humilde familia del interior de la Rusia imperial quien, tras asesinar a una vieja usurera y a su hermanastra, es condenado a ocho años de prisión en Siberia.

Al final, víctima del remordimiento y la culpa, el joven será redimido por el amor de su novia, Sonia. La novela acabaría convirtiéndose en un fenómeno universal.

Tras ella llegaron El idiota (1868), donde el autor afirma: «El hombre puede vivir sin ciencia, puede vivir sin pan, pero sin belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada más que hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí», y posteriormente Los hermanos Karamázov (1880), para muchos críticos su obra cumbre.

El hombre puede vivir sin ciencia, puede vivir sin pan, pero sin belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada más que hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí, diría Dostoievski.

Primera página de la novela de Fiódor Dostoievski, Los hermanos Karamazov, publicada en 1880.Foto: PD

Al final Dostoievski se casó con su antigua mecanógrafa, Anna Grigórievna, con la que tuvo cuatro hijos. El escritor moriría en San Petersburgo el 9 de febrero de 1881, de una hemorragia pulmonar asociada a un enfisema y a un ataque epiléptico. 

Dostoievski fue enterrado en el cementerio Tijvin, en el monasterio de Alejandro Nevski, en San Petersburgo. Un diplomático francés, el vizconde Eugène-Melchior de Vogüé, que acudió a su funeral, lo describió como una auténtica apoteosis, y en su obra Le Roman Russe señaló que entre los miles de jóvenes que seguían el cortejo fúnebre se pudo ver incluso a un grupo de nihilistas, cuya ideología se hallaba en las antípodas de las creencias y el pensamiento de Dostoievski.

Aquel día, Anna Grigórievna, la viuda del famoso escritor (que se convertiría en editora y distribuidora de los libros de su esposo), señaló que «los diferentes partidos se reconciliaron en el dolor común y en el deseo de rendir el último homenaje al célebre escritor», y ya en 1927, el autor ruso Alekséi Rémizov afirmó desde su exilio en París: «Dostoievski es Rusia. Rusia no existe sin Dostoievsky».