Las palabras del verbo

05-04-2023
Laicidad/ Religiones
Ojalá, República Dominicana
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El Cristo, el Dios hecho hombre y quien fue en el principio el verbo, no dejó nada escrito. A lo más que se aproximó fue a garabatear en el suelo con su divino dedo, mientras en la inmensidad de tiempo que resultara su espera, los corazones de los fariseos se auto laceraban buscando respuesta a la inquisición del Rabí de Galilea, de que quien estuviera libre de pecado tirara la piedra que delatara su incólume perfección de alma.

Todo lo demás que lograra el Mártir del Calvario, lo logró con el ejemplo. Ya sea caminando sobre las aguas para probar el poder de la fe o comiendo con el recaudador de impuesto. Lo logró con el arma irrefutable de los hechos, ya sea perdonando a la pecadora junto al pozo o desalojando la casa de su padre convertida en cueva de ladrones. Todo lo consiguió con su indomable voluntad de llamar a siembra y con el brazo sembrar, ya sea cuando puso la otra mejilla o cuando preguntó de quién era el rostro que ofertaba la moneda del imperio.

Pero él, que fundamentó su obra inamovible en un decálogo de igualdad y justicia, él, que levantó su estatura de «rey de reyes y señor de señores», reservó para su última alocución un mensaje cifrado, un código que tiene la prodigiosa magnificencia de hablarle a cada siglo, a cada tiempo, a cada sociedad y a cada hombre en un mensaje individual, como si cada palabra fuera un inmenso espejo donde sólo se reflejan las iniquidades y flaquezas de los que nos miramos.

Estas fueron sus últimas palabras:

“PADRE, PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN”

Y si aquellos que estuvieron junto a él, que caminaron codo a codo por Canaán y Galilea, si ellos que lo oyeron ordenarles a los demonios que salieran de los cuerpos y lo vieron sanar a los leprosos con la simple cobertura de su sombra, si ellos presos de su ceguera no pudieron conocer al que vino a formalizar la gran alianza del padre, entonces nosotros qué merecemos. Si a diario crucificamos al pobre que nos pide compasión, si le damos hiel a beber a todos los que no comparten nuestras ideologías políticas, si jugamos al azar sobre la ropa que le quitamos a las que tuvieron que vender su cuerpo en una sociedad que no cree en el amor, nosotros los que a cada momento descubrimos nuevas espinas para las frentes de los que serán crucificados.

“HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAISO”

Pero acaso sería esta una promesa individual, acaso su omnipotencia estaba diezmada a la salvación de un hombre que tuvo la visión de ver la grandeza a través de una brecha de luz. Me resisto a creerlo porque su paraíso ofertado alcanza en su perímetro mi sendero de pecador. Otra vez hablaba en clave, en su acostumbrada parábola para que los despiertos bebieran primero de la fuente de vida. Hoy estarás conmigo en el paraíso y estarán también los que tengan la oportunidad de ver la micra de existencia en donde él se manifiesta para abrir la puerta, esa de la que él mismo dijera, nadie llega donde papá si no a través de mí. El paraíso aún no está lleno, solo que la voz de él es menos audible ante tantas fanfarrias de la maledicencia.

“MUJER, AHI TIENES A TU HIJO, HIJO AHI TIENES A TU MADRE”

Y son acaso estas las palabras menos comprendidas de las dichas aquel día en el monte de los sufrimientos. Mujer, ahí tienes a tu hijo, y apenas habían tenidos en común, unas andanzas detrás del maestro, unas breves semanas de comunión y entrega. Hijo, ahí tienes a tu madre, pero ni siquiera eran pertenecientes a la misma descendencia, ni siquiera compartían el mismo origen económico, pero el amor del cristo los hermanaba más allá de los genomas y sus códigos genéticos. Porque antes que la sangre como viejo lazo físico estaba el aliento divino de la igualdad y la semejanza, de la procedencia del barro. Pero es hoy cuando más se necesitan esas palabras, vocablos que son a fin de cuentas el principio universal de la solidaridad. Hoy cuando no vemos como madre a la que sí tiene la unión fortuita de la sangre, hoy cuando no vemos como hijo al que sí vino a través de mí, pero de mucho más lejos.

Debemos ahondar mucho en las aguas de esta tercera palabra, para entonces llamarle madre a la que no tiene nuestro color de piel y habla una lengua que nos es desconocida. Hay que beber en esta tercera frase, para llamarle hijo al que se arrodilla en el ángulo opuesto a nuestra fe y que no por eso deja de ser un miembro más de la familia terrestre.

“DIOS MIO POR QUE ME HAS ABANDONADO”

Es posible que esta cuarta exclamación sea la más socorrida por las presentes sociedades. Nosotros los que empañamos el espejo para luego decir que no está claro, nosotros los que ponemos el mascarón y luego nos horrorizamos del miedo que produce. ¿Nos has abandonado o nos hemos abandonado?, ¿Dónde comienza el abandono de los que reclaman protección? El Cristo habló por la humanidad que encarnaba desde el momento que decidió pagar el precio del pecado ajeno, dijo por qué me has abandonado, pero era la humanidad que reclamaba la protección que había perdido en su ignorancia, es la humanidad la que todavía cierra la puerta para luego decir que nadie entra.

“TENGO SED”

Pero no era de agua, pero no era de vinagre, ni de acíbar. Tengo sed, dijo el maestro, y todavía no recibe el agua que imploraba. Tengo sed y acaso lo dijo muy quedo, porque ya la lanza había entrado en su costado, tengo sed de que me vean en los niños que no tienen infancia y que la perdieron tras el sueño de tener agua potable o de asistir a alguna escuela, tenía sed y era sed de que la justicia no de dependiera de cuanto recibía el pretor, sino del peso de la moralidad del que enjuiciaba, tenía y tiene sed, de que el hombre pueda mirar a los otros sin la mirada baja por el dolor de no ser semejantes, ni con la mirada altiva de creerse que está muy por encima. Tiene sed, pero hoy se acortan las aguas mientras se alarga la sal.

“TODO SE HA CUMPLIDO”

Porque nuestro Dios no es un dios politiquero, que se esconde después de la promesa. Los miembros de su gabinete dijeron que vendría a cumplir la ley del padre no ha violarla, que daría agua de la que nadie había bebido, nacería pobre, crecería pobre y moriría pobre, porque con el trabajo honrado no es mucho lo que se puede comprar, cuanto menos sobrevivir. Todo se cumplió para poder tener la certeza de que las nuevas promesas también serán cumplidas, las que los mansos heredaran la tierra, la que los limpios de corazón verían su cara y sobre todo la de que los inicuos pasarían como un mal sueño y que los pervertidores serían arrancados y echados al fuego. Estamos confiados sobre todo en estas últimas para no flaquear ante tantos embates.

“PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU”

Padre, y nosotros también. Porque no esperamos justicia de los hombres, porque la mano que en la tierra puede ayudarnos está localizada justo al final de nuestros brazos, porque tú tienes muy pocos representantes legítimos en estas copias malas del Sanedrín que te juzgó. Padre, nosotros también. Porque se multiplican los Pilatos, se elevan los Herodes, son mutantes las setenta veces siete plagas de los nuevos faraones y no hay quien crea que el mar pueda partirse para que pasen triunfante tus rebaños. Padre, nosotros también nos encomendamos, porque hoy todos los judas hablan en tu nombre.