El mar se traga a los desdichados de la tierra

30-11-2021
Jóvenes
Ojalá, República Dominicana
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Era martes, 23 y noviembre cuando salieron a morir. Ese no era el plan y sin embargo… la muerte también se subió a la yola.

Más de diez huérfanos lloran hoy a seis madres, una de ellas embarazada.

Yajaira, Raisa, Yanet, Heidi, Alba y Jennifer eran sus nombres. Las primeras cinco, de Arenoso. La última -embarazada-, de Villa Riva, San Francisco de Macorís. Ninguna sobrepasaba los 31 años de edad.

Era martes, 23 y noviembre… en horas de la noche ellas abordaron la misma yola en la que también morirían dos hombres.

Salieron de Celedonio, Miches, con la esperanza de llegar a Puerto Rico. Difícil decisión: dejar a familia, amigos y la Patria detrás de un sueño. Más aún, hacerlo de manera ilegal, sabiendo que ese sueño puede terminar flotando en aguas del mar Caribe. Sin vida. Como en efecto sucedió.

Veintitrés rescatados, doce desaparecidos y ocho muertos. Un sueño arriesgado termina en números fríos para la prensa, pero en un dolor inmenso para una comunidad, que asistió en masa a enterrar a sus mujeres.

La realidad es descarnada. Se conocen los riesgos de muerte al abordar una embarcación ni remotamente apta para llegar a la más pequeña de las Antillas Mayores. Sin embargo, la necesidad dibuja otra realidad en los corazones de quienes ven una solución en los viajes en yola.

El desempleo, la falta de oportunidad, la inflación y el desamparo están lanzando compatriotas a la mar. No es un hecho aislado. Ni remoto ni casual. Es un fenómeno en aumento que, además de preocupar, debe llamar a la reflexión.

Las políticas públicas aplicadas por el Gobierno no son correctas o no son suficientes. No se puede dejar sin opción a este pueblo. El mar no puede ni debe acoger a los desdichados de la tierra.

Las campanas que doblaron en Arenoso, también doblaron por mí, también doblaron por ti…