En los últimos meses varios sectores de la República Dominicana, que solían contar con servicio eléctrico ininterrumpido, han experimentado una drástica reducción en el suministro de energía.

Esta situación ha llevado a la reaparición de protestas en diversas comunidades, donde los ciudadanos expresan su descontento a través de manifestaciones que incluyen la quema de neumáticos, lanzamiento de basura y botellas a las calles, y enfrentamientos con agentes de la Policía Nacional.

La falta de electricidad ha generado disturbios en zonas como San Francisco de Macorís, San Pedro de Macorís, Santo Domingo Norte y otros puntos del país.

Estos escenarios recuerdan las protestas de hace más de una década, cuando las largas tandas de apagones eran el principal motivo de quejas y conflictos entre las comunidades y las autoridades.

Aparentemente, la situación se ha agravado desde que el Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras (EDE), realizara una serie de ajustes internos que incluyeron destituciones y nuevas designaciones en las empresas distribuidoras de energía.

Los ciudadanos, frustrados por la falta de explicaciones claras por parte de las autoridades, han tomado las calles nuevamente, mientras exigen soluciones ante lo que perciben como un deterioro del sistema eléctrico, el cual había mostrado una mejoría significativa en años recientes.

A pesar de las protestas, las autoridades competentes no han emitido un pronunciamiento oficial que explique con precisión las causas de los constantes apagones, ni han ofrecido un plan de acción para la mejora del servicio. Este silencio ha incrementado la indignación de la población, intensificando las manifestaciones.

Ante el panorama actual, crece la sensación de que el país está regresando a los días de “velas y gomas quemadas” por la creciente inestabilidad en el servicio eléctrico, lo que también contribuye a la inseguridad en los diversos sectores del país.