Paulo Freire (1921-1997): Centenario de un “problematizador”
La educación hoy, y sobre todo en América Latina y el Caribe, es problematizadora o no es educación. Es liberadora o es lo que Paulo Freire llamó educación “bancaria”, repetidora, al servicio de la dominación, no de la liberación. Al servicio de los que dominan, no de los oprimidos. Al servicio de la domesticación, del adormecimiento de las personas.
La educación “bancaria” enseña a los educandos a repetir, no a crear; a recibir, no a participar; a ser pasivos, a obedecer, no a imaginar y problematizar la realidad en que viven para poder “ad-mirar” y pronunciar el mundo.
Esa educación bancaria, decía el eminente educador brasileño, acaba por crear una sociedad necrofílica, que convierte a las personas en objetos, no en sujetos críticos; una sociedad que reproduce cosas muertas. No es biofílica, es decir, creadora de vida. No promueve la libertad, sino que le teme. La sociedad nuestra por eso vive el miedo a la libertad: el opresor teme a la libertad del oprimido y el oprimido teme a la libertad que tiene el opresor para oprimirlo; un poder que invade todo lo que se ve y lo que no se ve y que tiene siempre en la tecnología a su mejor aliado, dice Freire.
La educación “bancaria” es la pedagogía que hemos practicado por generaciones. En ella educadores y educadoras“ depositan” en los educandos los conocimientos que a su vez les fueron depositados a ellos. Es educación prescriptiva, vertical; de educadores y educandos pasivos, recibidores, quienes, a su vez, seguirán reproduciendo el modelo. La educación “bancaria” entiende que el docente “sabe” y que el educando es “ignorante”, tiene la cabeza vacía de saberes.
En la educación bancaria lo que importa es repetir acontecimientos, fechas, personajes, datos, para regurgitarlos en un examen. Tan pronto termina la prueba, ya no sirven para nada. Sobre todo los acontecimientos históricos que, bien analizados o “problematizados”, tienen la peligrosa virtud de descubrirnos los mitos con que la sociedad llena la mente de los oprimidos. De ahí que desmitificar sea una consecuencia fundamental, según Freire, de la educación liberadora.
La educación problematizadora observa los fenómenos con una mirada diferente a como los ve la educación bancaria, repetidora. Problematiza los fenómenos sociales y naturales. En la pedagogía del oprimido que propuso Freire, dice Enrique Dussel, Colón no descubrió a América: la descubrieron las civilizaciones que llegaron antes que él, cuyos avances científicos, tecnológicos, culturales eran comparables a los de Europa.
¿Cómo es posible que Colón descubriera a América si cuando él llegó ya aquí había civilizaciones tan extraordinariamente desarrolladas como los Incas, los mayas y los aztecas?
Así se analizarían los hechos en una “pedagogía del oprimido”; pedagogía al servicio de la libertad verdadera del ser humano, segúnel más importante pedagogo latinoamericano del siglo XX, como lo llama Enrique Dussel.
Para dominicanos y dominicanas es imposible recordar a Freire y no percibir el paralelismo entre el eminente brasileño y Eugenio María de Hostos: visionario, emprendedor, transformador y creador de la escuela dominicana. Ambos, por igual, promotores de una pedagogía liberadora, creadora, biofílica, enemiga de la educación liberticida, necrofílica, domesticadora y anesteciante.
Este 2021 hemos celebrado el centenario del inolvidable Paulo Freire. No es de extrañar que la efeméride pasara casi inadvertida en nuestro país. No así en otros lugares. Su Pedagogía del Oprimido sigue siendo hoy tan necesaria como en sus primeros días y sigue viva en muchos foros educativos latinoamericanos de los que más tarde o más temprano saldrá la nueva América por la que luchamos hace más de dos siglos y por la que vivió Paulo Freire.