Hijo parental
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Ser madre, sin duda, ha sido y es lo más importante en mi vida. He hecho lo mejor posible. Algunas veces sintiéndome culpable de no poder estar presente. Sintiéndome agotada. Llena de dudas si estoy haciendo lo correcto.
Pero siempre, siempre, como madre, llena de amor incondicional, de palabras solidarias y escucha atenta.
Cuando no sé algo, prefiero decirles que no lo sé y lo busquemos juntos. Cuando no sé cómo manejar una emoción, prefiero leer e intentarlo de una forma distinta.
Soy muy mamá gallina. Siempre estoy con ellos. Les ayudo a bañar y a dormir. Les preparo su lonchera. Hago las tareas con ellos. Les leo para dormir. Los llevo y busco a la escuela.
¿Y cuando hay tiempo para mí?, nos preguntamos muchas madres.
A veces nos sentimos que no podemos hacer algo nuestro, como persona, porque nuestra pareja no se involucra o por cuidarlos a ellos.
Pero cuando tenemos un hijo, viene con todo un paquete de necesidades de acompañamiento y orientación.
Si no podemos comer porque tenemos que ayudarlos a ellos a alimentarse, lo que debemos hacer es enseñarles y pedirles colaboración.
Algo sumamente importante, que quiero tratar hoy, es el tema de los hijos parentales.
¿Qué es eso?, quizás te preguntes.
Es por ejemplo, pedirle al hermano mayor, que ya sabe cómo utilizar los cubiertos, que le de la comida a su hermanita.
El hijo parental es muy maduro, fuerte y responsable. Por lo regular surge cuando un familiar tiene una discapacidad y en el hijo mayor.
El hijo o hija parental se ocupa de recoger a sus hermanos en las aulas de la escuela y llevarlos a su casa. El hijo parental cuida de su hermana ante la discapacidad de un padre o madre.
El, asume un rol en el hogar que no le corresponde. Es aquel, por ejemplo, que se le pide que sea el hombre de la casa, porque su papá ya no está.
Ante estos posibles escenarios, pidamos ayuda de otros adultos o busquemos ayuda pagada.
Nunca debe un hijo o hija, sustituir a un padre o una madre pues le agregamos estrés, innecesariamente.
Evitemos caer en esa situación. Y si descubrimos que hemos caído, liberémoslo de ese rol. Dejémoslo ser niño.
Lilliana Rodríguez Álvarez (Santo Domingo, 1982), economista con máster en políticas públicas y sociales y madre de dos (7 y 3 años).
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