Sobre tigres, “tiguerones” y “tiguerazos”
Hay comparaciones que engañan. Cuando uno se compara con un grupo de “losers”, la foto puede gustarnos y llevarnos a la autocomplacencia. Esta advertencia nos parece necesaria luego de un trabajo publicado por el FMI, en el cual se destaca que República Dominicana es el país de la región que ha registrado la mayor velocidad de convergencia al PIB per cápita de EUA, medido a precios corrientes, en dólares internacionales de paridad de poder adquisitivo (PPA), durante los últimos 50 años.
Nuestro objetivo en este artículo es presentar las fotografías de otras geografías del mundo menos tristes y desoladoras que la latinoamericana. Recordemos que, en esta región secuestrada periódicamente por el populismo macroeconómico e interrumpido por breves estadías de la racionalidad y sensatez económica, aparecemos en la foto con una serie de países que, en lugar de avanzar, han retrocedido en las últimas décadas.
En 1980, Venezuela tenía un PIB per cápita equivalente al 63% al de EUA; el año pasado, apenas representaba el 9%. El de Argentina, en el mismo período, retrocedió de 49% a 35%; México vio descender el suyo de 48% a 30%; Uruguay retrocedió de un 40% a 36%; Brasil también se rezagó, pasando de 38% a 23%. Abrazados a los “losers” de la región, nuestro avance desde 19.3% en 1980 a 31.6% en 2022, constituye una proeza.
Cuando levantamos la mirada para ver geografías más distantes, que es lo que deben hacer la clase política y los hacedores de políticas públicas, el mareo nos tira al piso. Comencemos con el Sudeste Asiático, la tierra de los cuatro tigres del Asia: Singapur, Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur. Singapur alcanzó el PIB per cápita de EUA en 1990, es decir, 25 años después de independizarse de Malasia. El año pasado, su PIB per cápita fue 67% más elevado que el de EUA.
Hong Kong, la geografía elegida por Milton Friedman para su famosa serie de televisión, “Free to Choose”, alcanzó el PIB per cápita estadounidense en el 2010. Taiwán registró un PIB per cápita equivalente al 91% del de EUA el año pasado. Corea del Sur, logró elevar la convergencia desde el 17% que exhibía en 1980 (menor al 19.3% de República Dominicana en ese año), a 70% en el 2022 (dos veces y media el 31.6% que nosotros alcanzamos el año pasado).
Dirijamos la mirada ahora al este de Rusia y veamos el desempeño de Lituania, Estonia y Letonia, los “tiguerones” del Báltico, tres repúblicas de la antigua URSS que lograron su independencia en 1991. A principios de los años noventa, estas tenían un PIB per cápita equivalente al 24%, 28% y 24% del de EUA, respectivamente.
Luego de un conjunto de reformas estructurales necesarias para lograr una transición exitosa desde una economía centralmente planificada a una economía de mercado, las nuevas repúblicas comenzaron a registrar elevadas tasas de crecimiento económico. El año pasado, el PIB per cápita de Lituania, Estonia y Letonia representó el 62%, 59% y 51% del de EUA, respectivamente, acusando un ritmo de convergencia mucho más rápido que el exhibido por los punteros de la América Latina y el Caribe.
Es en la geografía de Neruda y Galeano donde nosotros ocupamos la cima para el período 1972-2022. Dado que sólo disponemos de los datos públicos del FMI que inician en 1980, realizamos el análisis para el período 1980-2022. El resultado no cambia de manera significativa. Analicemos el desempeño de los “tiguerazos” latinoamericanos: Chile, Panamá, Costa Rica y República Dominicana. Para este período de 42 años, la convergencia promedio de Chile resultó ser de 0.25 p.p. por año; la de Panamá, 0.50 p.p.; la de Costa Rica en 0.10 p.p. y la de República Dominicana, 0.29 p.p.
Como se observa, solo Panamá, en los últimos 42 años, exhibe un desempeño ligeramente mejor que el nuestro. ¿Donde nos encontramos hoy? Nuestro PIB per cápita equivale a 31.6% del estadounidense; el de Panamá, Chile y Costa Rica equivalen al 48.9%, 38.1% y 32.8% del PIB per cápita de EE. UU.
El excelente desempeño de República Dominicana revela claramente que los gobiernos que hemos tenido en las últimas 5 décadas han realizado reformas estructurales fundamentales para estimular el crecimiento, dentro de un marco de políticas macroeconómicas promotoras de la estabilidad.
El problema que enfrentamos hoy es determinar si la clase política dominicana tendrá la capacidad de concertar las reformas adicionales que necesitamos para no caer en la denominada “trampa del ingreso medio”, una situación que afecta a muchos de los países de ingresos bajos que, luego de ingresar al rango de ingresos medios (20% – 50% del PIB de EUA), permanecen atrapados por décadas en ese rango de ingresos y no logran ingresar a la categoría de altos ingresos.
¿Qué debemos hacer para evitar caer en la trampa? En primer lugar, mantener la estabilidad macroeconómica y fortalecer la capacidad del Banco Central de hacer política monetaria. Para ello, resultará imprescindible trasladar la deuda cuasi-fiscal del Banco Central a una entidad o instituto dependiente de Hacienda/Crédito Público.
En segundo lugar, evitar contagiarse del virus del populismo macroeconómico. El tamaño del Gobierno no debe sobrepasar el 20% del PIB. Hay que reestructurar el gasto público para que aumente la participación del gasto de capital en infraestructura de calidad. Tendremos que elevar la inversión pública en infraestructura física a no menos de 5% del PIB. La necesaria sostenibilidad de las finanzas públicas requerirá aumentar los ingresos del gobierno a no menos de 18% del PIB, por encima del 15% actual. La reforma debe minimizar las oportunidades de evasión, imponiendo pisos a la misma, a través de impuestos mínimos basados en los ingresos brutos de las empresas. La reforma debe pellizcar a todos, exceptuando a aquellos que no pueden valerse por sus propios medios.
En tercer lugar, tenemos que hacer lo que sea necesario para elevar dramáticamente la calidad de la educación. Solo así podremos pasar del modelo de producción simple y bajo contenido de valor agregado en las exportaciones, a otro de producción más compleja y de alto contenido de valor agregado. No nos engañemos. Con el cuerpo docente actual, esto no será posible. Se necesitará de mucho “factor C” para acabar con el secuestro intelectual que impone, posiblemente, el cuerpo docente de peor calidad de la región. No sólo debemos mejorar la calidad del sistema educativo público a nivel de primaria y secundaria sino también, la de nuestras universidades. Tendremos que crear incentivos en formas de becas del Estado dominicano para estudiantes meritorios que ingresen a las carreras de Ciencia, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas (STEM), aquí o en las mejores universidades de EUA, tal y como fomentó Deng Xiaoping, el gran transformador y modernizador de China.
En cuarto lugar, debemos fortalecer la institucionalidad con el objetivo de lograr aumentos considerables en la inversión privada nacional y extranjera directa (IED). En el caso de la IED, debemos llevarla de 3.5% a 7.0% del PIB, estimulándola en la agroindustria, minería, electricidad, construcción, desarrollo inmobiliario, turismo, zonas francas, transporte, puertos y aeropuertos.
En quinto lugar, debemos flexibilizar el mercado laboral para que el sector formal, que paga mejores salarios, se motive a contratar más personal. Relacionado con lo anterior, es imprescindible fortalecer la extremadamente débil institucionalidad para la inmigración vigente en el país. Necesitaremos una estimación certera sobre las necesidades de mano de obra de los diferentes sectores asumiendo que la economía crezca a su nivel potencial de 5%. Eso va a elevar la demanda de mano de obra en sectores que emplean mano de obra extranjera. Con estas estimaciones, podremos crear un marco de inmigración razonable y beneficioso para todos. Se requerirá del uso de tecnología moderna para que la población inmigrante sea registrada adecuadamente.
En sexto lugar, debemos fomentar la investigación y desarrollo. Las políticas públicas deben fomentar el “learning-by-doing” analizados por Arrow y Lucas. Nos referimos al aumento de la productividad total de los factores a través de la práctica, el auto-perfeccionamiento y las innovaciones menores. El “aprender haciendo” ha sido uno de las políticas adoptadas por los tigres del Asia. Eso les permitió sacudir sus ventajas comparativas originales y de esa manera transitar hacia la exportación de bienes que antes no producían.
Finalmente, una condición necesaria para lograr la convergencia antes de que termine el siglo, es la ejecución de reformas que promuevan un aumento considerable del ahorro interno. Es el ahorro interno el que puede financiar de manera sostenible la inversión que necesitamos para crecer vigorosamente. Ese ha sido el detonante fundamental de la asombrosa convergencia de los tigres del Sudeste Asiático.
Entre 1980-2022, la tasa de ahorro promedio en los tigres del Asia ha oscilado entre 31% y 44% del PIB; en República Dominicana ha sido de solo 19.4%. Así no vamos a converger, a no ser que EUA deje de crecer y comience a retroceder. Una reforma fiscal bien diseñada y mejor ejecutada, combinada con una reforma sensata y no populista del sistema de pensiones, pueden contribuir de manera determinante a elevar nuestro ahorro interno. Solo así, evitaremos caer en la trampa del ingreso medio.
Un “caveat” antes de terminar. Vamos a necesitar suerte. La globalización que posibilitó la rápida convergencia de algunos países, hoy está siendo gradualmente desmantelada para dar paso a versiones degeneradas del libre comercio: entre amigos o entre miembros del club de la democracia liberal occidental. En consecuencia, la potencia del “engine of gowth” que es el comercio internacional, en lo adelante, será menor.