Silicon Valley Bank, situación e impactos

16-03-2023
Economía y empleos
Ojalá, República Dominicana
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Hace menos de una semana, el mundo recibió una noticia inesperada: un banco americano había tenido una corrida bancaria y no tenía recursos suficientes para hacer frente a la demanda de retiros hecha por sus depositantes.

El Silicon Valley Bank (SVB), la institución financiera regional que quebró, fue intervenida por las autoridades regulatorias y su control asumido por el Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), que es una institución que provee seguro a los depositantes en instituciones financieras debidamente aprobadas por un monto de hasta US$250,000 por cliente.

Recordemos que un banco toma depósitos de sus ahorristas, pagándoles una tasa de interés, y presta una parte de estos depósitos al público en forma de préstamos o los coloca en inversiones como bonos a tasas de interés más altas. Esa diferencia de tasas de interés es el llamado margen de intermediación y es (o debe ser) la manera principal en que un banco gana dinero.

Una corrida bancaria se produce cuando los ahorrantes de un banco comienzan a retirar sus fondos en un período corto de tiempo y en una magnitud mayor a los fondos líquidos que tiene dicho banco para honrar los retiros de fondos.

Típicamente, los bancos están obligados a mantener una parte de sus depósitos en el Banco Central. Los llamados requerimientos de reservas legales o el encaje legal tienen la función de permitir que un banco pueda hacer frente a una demanda inusual de retiros en un corto período de tiempo, así evitar una corrida bancaria.

Si se corre el rumor de que un banco está teniendo problemas para devolver sus depósitos a los ahorrantes, es de esperarse que ahorristas adicionales traten de sacar su dinero rápidamente, amplificando las solicitudes de retiro de fondos y generándose la corrida bancaria.

En el caso de Silicon Valley Bank, hubo una corrida bancaria. SVB era un banco cuyos depositantes eran, mayoritariamente, empresas de tecnología y biotecnología que habían sido aupadas por los llamados capitalistas de riesgo (venture capitalits).

Al 31 de diciembre de 2022, según los estados financieros consolidados publicados al cierre de febrero de 2023, SVB tenía US$173,109 millones en depósitos recibidos (pasivos para el banco).

En la contraparte de los activos, el banco tenía unos US$73,614 millones en préstamos netos de provisiones (42% de los depósitos) y US$13,803 millones en efectivo y equivalentes (8% de los depósitos).

Además, el SVB tenía US$117,390 millones en inversiones en bonos del Tesoro (activo menos riesgoso) y otros bonos e instrumentos garantizados por hipotecas (equivalente a 67.8% de los depósitos). 

El problema se creó porque los depositantes de SVB comenzaron a retirar sus depósitos de manera acelerada (se dice que poco más de US$42,000 millones solo el jueves antes de la intervención del banco) y no había dinero para honrar esos depósitos.

Sucede que SVB tenía casi 80% de sus inversiones (unos US$93,276 millones) en bonos que vencían a más de 10 años, 6% de sus inversiones (US$7,441 millones) en bonos entre 5 y 10 años de vencimiento, y 13% de sus inversiones (US$15,520 millones) en bonos entre 1 y 5 años de madurez.

Como se observa, había un desbalance o mismatch entre los depósitos (que pueden ser retirados a muy corto plazo) y las inversiones de esos depósitos (casi la mitad) estaban invertidos en bonos a 10 años. Debido a que vencían a muy largo plazo, los cambios de precios de esos bonos generaban pérdidas (no realizadas) de gran magnitud al banco.

Es decir, que el valor en que dichos bonos se compraron era menor que el valor actual de mercado que el SVB podría recibir por vender estos. Al 31 de diciembre de 2022, el SVB tenía pérdidas no realizadas por US$17,693 millones (equivalente al 15% de los US$117,390 millones en inversiones de bonos que tenía).

Como la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, ha estado aumentando su tasa de política monetaria (tasa de fondos federales), las tasas de interés de la economía americana han subido.

Si alguien compró un bono que paga un interés de 2.5% a 10 años, y luego las tasas de mercado suben y los nuevos bonos a 10 años pagan una tasa de interés de 5%, entonces el bono que compró esa persona vale menos si quisiera venderlo (su precio cae).

Esto se debe a que el potencial comprador de ese bono debe ser compensado por comprar el bono que paga menor interés (2.5%) en lugar de comprar uno que paga interés más alto (5%). Lo anterior describe la relación tasa de interés-precio de los instrumentos financieros: si las tasas de interés suben, el precio de los bonos viejos cae. Justamente esto es lo que sucede en la actualidad. 

En Estados Unidos, muchos bancos y otras entidades financieras están viendo cómo ha caído el precio de los bonos en que han invertido parte de los fondos de sus ahorrantes. Esto no sería un problema si el banco espera que dichos bonos venzan o maduren; ahí recibirían el 100% del valor del bono (valor facial).

Sin embargo, el problema viene cuando estos bancos se ven en la necesidad de vender estos bonos con precios bajos en el mercado; ahí se les paga el precio de mercado, el cual es menor a 100%. Y esto les genera pérdidas.

Esa es la historia del SVB. Para hacer frente a las demandas de retiros por US$42,000 millones que recibieron, primero pudieron utilizar sus activos en efectivo y equivalentes para pagar. Como eso no era suficiente, iniciaron a vender parte de sus bonos.

Esos bonos, que en libro tenían un valor, los vendieron a un valor inferior, y les generó una pérdida de US$1,800 millones. Viendo que, de seguir vendiendo más bonos, iban a generarse más pérdidas, la gerencia del SVB decidió hacer una emisión de acciones para capitalizarse y hacer frente a los retiros de fondos. No obstante, este intento fracasó, lo que generó más temor entre las empresas con fondos depositados en el SVB y más solicitudes de retiro.

La FDIC intervino el banco el viernes 10 de marzo y durante el fin de semana puso el banco a la venta. Ningún otro banco lo compró. Para hacer frente a la situación, evitar el pánico alrededor de otros bancos regionales, y evitar que la mitad de los emprendimientos tecnológicos perdieran una parte importante de sus ahorros (activos), la Reserva Federal, el Tesoro Americano (Ministerio de Hacienda) y la FDIC hicieron una especie de salvamento parcial del SVB.

El salvamento de SVB contenía los puntos siguientes: 1) todos los depósitos, incluyendo los que no estaban asegurados por FDIC, estaban garantizados para todo aquel que los quisiera retirar el lunes 13 de marzo de 2023; 2) los accionistas (US$16,295 millones) y los que compraron bonos emitidos por el banco (US$8,300 millones) perderán su dinero; 3) la gerencia será despedida; 4) el salvamento no implicaría costos a los contribuyentes de impuestos; y 5) se crea el Bank Term Funding Program.

El Bank Term Funding Program permite que un banco en necesidad de liquidez (dinero), tome dinero prestado a la Reserva Federal, poniendo como garantía o colateral los bonos en que tiene inversiones a precio de 100% (no a precio de mercado como era la regla, lo que le evita pérdidas) y disponga de ese préstamo por un año. Hasta ahora parece que está funcionando. No obstante, hay que esperar cómo van ocurriendo los acontecimientos en las próximas semanas.

La caída del SVB, y del Signature Bank (otro banco regional, aunque más pequeño), tiene consecuencias para la economía americana. Primero, la Reserva Federal abandona su convención de que el colateral se evaluaba a precio de mercado, no a valor par (100%), lo que puede generar más comportamiento riesgoso futuro de la gerencia y accionistas de los bancos americanos.

Segundo, todo indica que la Reserva Federal pausará las alzas futuras de tasa de interés que tenía previsto: más alzas de tasas de interés, deteriorarían aún más el precio de los bonos de instituciones financieras. Tercero, se puede ver un movimiento inusual de muchos depositantes transfiriendo sus fondos de bancos regionales a bancos más grandes (JP Morgan Chase, Bank of America, Citigroup, Wells Fargo, entre otros).

En República Dominicana, el Banco Central ha sido muy proactivo y ha explicado que el sistema financiero dominicano no tiene vinculación con los bancos americanos en problemas, ni que las reservas internacionales del Banco Central han sido invertidas en instrumentos con problemas. Son buenas noticias que traen tranquilidad y ejemplifica la fortaleza de nuestro sistema bancario.

Asimismo, una pausa en los aumentos de tasa de interés de la Reserva Federal le puede dar espacio al Banco Central dominicano para evaluar políticas que incentiven el consumo y la inversión en nuestro país a mitad de este año. Algo también positivo.