Nueva fiscalidad
La reforma fiscal está lista, cuentan por ahí; vendría durísima contra la clase media emprendedora y asalariada y muy protectora de grandes fortunas nacionales y extranjeras.
Desde hace varios meses, los mejores economistas dominicanos han venido preparando varios posibles escenarios contratados por las grandes fortunas que procuran salir ilesas o beneficiadas de la nueva fiscalidad que se pretende y requiere.
Con mucha razón, esas grandes fortunas están inquietas por evitar que la nueva fiscalidad afecte la rentabilidad de sus empresas, se preguntan si podrán sortear algunas eventuales medidas y si sus competidores saldrán fortalecidos o debilitados con la misma.
Porque una cosa está muy clara: la reforma fiscal para una nueva fiscalidad es inevitable e inaplazable.
Es bueno recordar que la fiscalidad ha sido a lo largo de la historia ocasión de batallas de poder, de enfrentamientos descarnados de intereses, ajenos a la racionalidad y a la justicia. Ocasión de turbulencias sociales, que no pocas veces han derivado en recomposición en la correlación de fuerzas o en pérdida de poder de clases sociales presentes en el Estado.
La clase media, que es amplia y diversa, mayoritaria como mipyme y productora agropecuaria, es también frágil y dispersa. Tiene brillantes y valientes economistas como Mercedes Carrasco, Lilliana Rodríguez Álvarez, Richard Medina, Luis Reyes y Guarocuya Féliz, por mencionar algunos que le sirven y defienden su derecho a la rentabilidad, a la dignidad, a la prosperidad y al bienestar, pero se les hace difícil instalar, legitimar y validar el relato de defensa propia de la clase media.
¿Perderán o ganarán los ciudadanos de clase media la batalla de la reforma fiscal?