Las cifras de cierre 2022
Hace unos días, el Gobierno Central anunció las cifras fiscales de cierre de año. Esta semana, el Banco Central dio los datos de diversos indicadores macroeconómicos para todo el año 2022. Con estas cifras, aunque preliminares y sin conocer el desglose de los detalles por lo reciente de las publicaciones, se puede inferir que el déficit fiscal continúa elevado y sin perspectiva de ajuste en el mediano plazo, y que el país creció bien, aunque muy ligeramente por debajo del potencial.
Respecto a la situación fiscal, el Gobierno continúa exhibiendo el déficit estructural de siempre pese a las críticas que se realizaban en el pasado. En 2022, el Gobierno cerró con un déficit fiscal de 3.5% del PIB, de los más altos desde 2013, a pesar de que las recaudaciones terminaron mejor a lo esperado.
Sin embargo, el gasto total fue mucho mayor de lo originalmente estimado. A pesar de esto, el gasto de capital continuó siendo bajo. El gasto de inversión cerró en RD$158,000 millones, o 2.5% del PIB. Entre 2005 y 2011, el gasto de capital promedió casi 4% del PIB por año; entre 2013 y 2019, el gasto de capital fue de 3.1% del PIB promedio anual.
La cifra de 2022 confirma una tendencia a la baja en el gasto de capital que se observó en 2021 (2.3% del PIB). Esto sucede porque probablemente el Gobierno está tratando de mantener el déficit fiscal lo más bajo posible y la forma más fácil de hacerlo es reduciendo el gasto de inversión, a pesar de que expande su gasto corriente (especialmente, nómina, subsidios e intereses).
Respecto al gasto de capital ejecutado, este dato hay que tomarlo con pinzas. Una parte del gasto en inversión realizado, al menos de RD$49,370 millones o un tercio del gasto de capital, fueron transferencias de capital a otras unidades de Gobierno. Varias de estas instituciones difícilmente pudieron ejecutar este dinero y probablemente mantienen importantes recursos en cuentas bancarias. En este caso, el efecto de todo el gasto de capital en la economía real no fue evidente porque una parte del mismo no se gastó de manera definitiva.
El bajo gasto en inversión implica que el país crecería menos en el largo plazo. Si a eso se añade que el déficit estructural sigue siendo alrededor de 3% del PIB, hay menos espacio fiscal para construir en el futuro las obras de infraestructura que no se realizan hoy. En resumen, el país puede estar en una situación donde el endeudamiento de hoy no se utiliza para mejorar la capacidad productiva presente, y privará a la República Dominicana de mayor bienestar futuro.
Sobre el crecimiento, República Dominicana ha sido quizás el país que más ha crecido de América Latina en los últimos 15 años. La resiliencia del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) dominicano se puso a prueba cuando la economía rebotó después de que se abrieron las actividades comerciales en 2021. En ese año, el crecimiento fue de 12.3%, mucho mejor que la caída de 6.3% observada en 2020.
Es importante destacar que, en un ambiente de política monetaria restrictiva, la economía creció 4.9% en 2022. Una cifra notable y prácticamente igual al 5%-5.5% que normalmente crece la economía dominicana. Ahora bien, hay algunos puntos a notar.
El principal motor del crecimiento fue el sector de hoteles, bares y restaurantes, que creció 24% en 2022. Este sector creció apenas 1.6% en 2021, por lo que el impulso observado en 2022 se debe a la recuperación respecto al año previo (efecto rebote) y, en menor medida, al auge del turismo. Sectores de alta importancia por su ubicación neurálgica en el eslabonamiento productivo nacional, como son la construcción y la manufactura local, crecieron apenas 0.6% y 2.2%, respectivamente. De hecho, el sector construcción tuvo crecimiento negativo de alrededor de 3% en el último trimestre del año.
Debido al efecto estadístico asociado al alto crecimiento de 2022, es de esperarse que el sector de hoteles, bares y restaurantes crezca menos en 2023. De igual forma, el alza de tasas de interés afecta de manera negativa a la oferta y demanda de nuevas unidades habitacionales pues encarece su costo de financiamiento. Es por ello que habría que desear que las manufacturas crezcan de manera acelerada en 2023 y que esto logre arrastrar a otros sectores económicos que se puedan quedar rezagados.
Una incógnita para el crecimiento dominicano en 2023 será el comportamiento de la economía norteamericana. Si Estados Unidos crece poco, es de esperarse que República Dominicana crecerá poco. Aunque nuestro país, por su resiliencia, tiende a crecer mucho, habrá que ver si se produce cierto efecto “decoplamiento” en caso de que nuestro principal socio comercial exhiba un bajo crecimiento económico.