La reindustrialización no solo debe ser verde y digital, debiera ser también social

08-07-2021
Economía y empleos
Público, España
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La costumbre de poner lo social detrás de lo económico

Una percepción generalizada en amplios sectores del pensamiento neoliberal (todavía hoy dominante en amplios sectores del establishment político europeo), es el de que los temas sociales, a pesar de su importancia, son secundarios a los temas económicos, incluyendo los industriales, donde se juega el futuro de la Unión Europea y la de sus países miembros. De ahí qué en la distribución de responsabilidades del gobierno, tales sectores aceptan o toleran que las izquierdas gobiernen los sectores sociales,  pero se oponen a rajatabla a que los temas económicos e industriales recaigan en manos de tales partidos. Según tales sectores, los temas claves, la industria, o en el Estado, el aparato judicial y la política económica,  no pueden caer en sus manos. Son demasiado importantes para que sean las izquierdas las que lideren en tales sectores. Este pensamiento es dominante en la Comisión Europea, que siempre pone los temas económicos e industriales por delante, dejando los temas sociales para niveles menores del gobierno sin nunca relacionar los segundos con los primeros y viceversa. Son dos órbitas distintas relacionadas en un orden jerárquico, en que lo industrial y económico es lo primero, y lo social, secundario. Estas prioridades constantemente aparecen en sus criterios y normativas presupuestarias, incluyendo en su programa de reactivación de la economía europea y su reindistrialización.

Como ello aparece en las prioridades para la reactivación de la economía y la reindustrialización europea

Vemos así, que una gran importancia se da en esta recuperación europea a la reactivación industrial, que debe ser según el criterio de la Comisión, VERDE Y DIGITAL. En cuanto a lo verde, hay que celebrar que se considere como elemento clave de la transformación europea, la reforma del desarrollo industrial incorporando la sensibilidad ecológica como eje central de su desarrollo. Es también positivo que exista un compromiso hacia la revolución digital, muy en boga en estos días de grandes cambios tecnológicos, estimulados en parte por las nuevas condiciones creadas por la pandemia. De estos cambios se deriva la gran prioridad que se da a ambos cambios, estableciendo un 37 % de los fondos de tal recuperación a la revolución verde, y un 21 % a la revolución digital, porcentajes que se aplican a todos sus países independientemente de sus características. Los estados miembros de la Unión Europea tienen que presentar sus propuestas en sus presupuestos a la Dirección General para Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión siguiendo estos criterios.

Los temas sociales son centrales para la recuperación económica y la reindustrialización

Lo que esta propuesta está proponiendo es necesario, pero insuficiente. Parece que la Comisión no se ha dado cuenta de que Europa y el mundo están viviendo el evento más dramático e importante en la vida económica y social del mundo que haya ocurrido en los últimos 100 años. El drama social que ha creado tal evento, la pandemia, ha afectado todas las dimensiones del ser humano, y uno clave es el social. La crisis social es el tema más urgente y de mayor calado que viven hoy las poblaciones del mundo y que afectan todos los sectores incluyendo los sectores económicos e industriales. Es más que sorprendente que la Comisión Europea no se esté dando cuenta de ello, pues su importancia es tan grande para el diseño industrial del país y de Europa, que debería ser sujeto de preocupación el que no haya conciencia de ello en la dirección de las instituciones europeas. La pandemia ha mostrado lo que ya deberíamos de haber sabido antes de la pandemia, es decir que lo social configura lo económico y lo industrial. Veamos los datos. Pero aclaremos antes, qué es lo que queremos decir por «social».

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¿Qué quiere decir social?

Lo social son las intervenciones públicas y privadas que van orientadas exclusiva y explícitamente a promover la calidad de vida y bienestar de la población, objeto fundamental de cualquier institución representativa que defienda los intereses de la mayoría de la ciudadanía. Incluye preferentemente los servicios públicos y transferencias del Estado de Bienestar, parte esencial de lo que se llama la economía de los cuidados. Y hemos visto lo que ha ocurrido en estos años con la pandemia. Hay déficits monumentales en intervenciones que garantizan tal calidad y bienestar de la población. Y en las áreas industriales hemos visto la carencia de productos sociales de primera magnitud, como las vacunas anti-COVID, medicamentos anti-COVID, mascarillas, ventiladores, jeringuillas, así como personal cualificado en los servicios públicos, que tienen como objetivo cuidar a la gente que facilite su bienestar. Hoy la producción industrial va orientada, sobre todo, hacia el mundo de consumo privado de los sectores más pudientes de la población, y que tiene una utilidad menor para la mayoría de la ciudadanía. En realidad, gran parte de la industrialización es dañina y perjudicial para la población. Y ello ocurre también en el sector público industrial. Es importante señalar que en muchos países la industria pública produce más productos militares y de seguridad, que no en productos de los sectores sociales. Estados Unidos es ejemplo de ello. Pero además de señalar las dañinas consecuencias sociales de las prioridades actuales de la política industrial, hay que señalar la otra parte de la moneda, es decir, las causas sociales del subdesarrollo económico e industrial. Me estoy refiriendo ahora, no solo a las consecuencias del déficit social de la producción industrial, sino también, a las consecuencias del déficit social en el desarrollo económico e industrial.

Cómo el déficit social afecta a lo industrial

Existe hoy, en los albores de la salida de la pandemia, un reconocimiento de que la recuperación  económica está siendo frenada por un fenómeno que se presenta en la mayoría de los países a los dos lados del Atlántico Norte: la falta de trabajadoras en el mercado de trabajo. Este déficit existe en todos los sectores y muy en particular en aquellos servicios básicos y esenciales, como la atención a los cuidados, uno de los sectores más importantes de la economía. Hay que ser conciente que hoy la mayoría de la clase trabajadora en estos países está constituida por mujeres muy poco remuneradas. ¿Y por qué este gran déficit de mujeres en el mercado de trabajo? Y dos son las grandes respuestas que se dan a esta pregunta: una, la neoliberal, muy extendida en las derechas,  pero también en algunos sectores de las izquierdas, que ven en la protección social, como el seguro de desempleo y las ayudas generalizadas a la población como parte de la respuesta a la pandemia, como responsables de que las mujeres no sientan la necesidad de trabajo. De ahí que la solución sea, para ellos, reducir las transferencias sociales a la población, para así forzarlas a tener que ir a trabajar. Pero existe otra respuesta, liderada hoy por el presidente Biden de Estados Unidos, cuyo origen procede de un grupo de economistas que trabaja con Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, ambos dirigentes socialistas,  y que indica que la enorme pobreza de los servicios de ayuda a las familias, como escuelas de infancia y de atención a las personas dependientes, dificultan la integración de la mujer al mercado de trabajo, lo cual ha alcanzado su máxima expresión durante la pandemia.  La falta de escuelas de infancia, mal llamados guarderías en España, ha sido una de las mayores causas de la falta de integración de la mujer en el trabajo. Como bien ha señalado el presidente Biden «lo social es esencial para resolver todo lo demás», y la evidencia puesta de manifiesto por la pandemia ha sido clara y contundente.  La división entre lo industrial, por un lado, y lo social por el otro, muestra la gran incomprensión de lo que significa lo social. La justificación de dar centralidad al tema verde se explica por qué no tener en cuenta lo verde hace peligrar la supervivencia de la humanidad. ¿Pero no son los déficits sociales también causa de que la propia supervivencia y recuperación de la sociedad está hoy en peligro debido a las enormes insuficiencias de lo social en la producción industrial y economía del país?

Dos estrategias de reindustrialización: la estadounidense y la europea

Los fondos para la recuperación económica han sido mucho mayores en los Estados Unidos que los que se han utilizado en Europa. Biden ha intentado recuperar la tradición de Roosevelt, que caracterizó al Partido Demócrata hasta el mandato del presidente Clinton, el fundador de la tercera vía y promotor del neoliberalismo a nivel global. Profundamente anti-austeridad, Biden ha considerado esencial la inversión pública social.

Ni que decir tiene, que este enorme gasto público social ha tenido un impacto estimulante muy acentuado de la economía, cubriendo a la vez parte del enorme déficit de protección social que tiene Estados Unidos. El gasto público social es mucho mayor en Europa que en Estados Unidos, como consecuencia del subdesarrollo del Estado de Bienestar en aquel país, resultado de la enorme debilidad de sus izquierdas y sindicatos. Pero el enorme crecimiento del gasto público social ha sido una de las causas del mayor crecimiento de la economía estadounidense. Se calcula que, en el 2022, Estados Unidos habrá crecido un 1 % por encima de la tasa de crecimiento que tenía el año anterior a la pandemia. La Eurozona estaría un 2 % por debajo (OECD Economic Outlook- 2021). La cantidad utilizada en la Eurozona para la recuperación económica durante el periodo 2021-2023, es mucho menor que la de Estados Unidos. Y lo que marca también una diferencia es que Biden aprovecha este gasto para facilitar el cambio político, reforzando el poder de los sindicatos, presentándose como promotor del sindicalismo para mejorar el bienestar de la clase trabajadora (elemento esencial de las clases populares), y dentro de ella, a la mujer trabajadora, que es la mayoría de la clase trabajadora, lo que permite fácilmente articular la causa feminista con la causa obrera, una novedad dentro del feminismo tradicional estadounidense, que había movilizado primordialmente a la mujer de clase media alta. Este maridaje explica el protagonismo de la economía de los cuidados en la protección social y también en las políticas industriales. Y es ahí donde medidas como el Cuarto Pilar de Bienestar (servicios de ayuda a las familias, como escuela de infancia y servicios de dependencia) en Estados Unidos, han adquirido gran importancia en las políticas de recuperación económica industrial. En España, como consecuencia de la presión de los ministerios con mayor sensibilidad social del gobierno, se ha conseguido mayor atención a esta dimensión que requiere una movilización general para evitar que pase lo que pasó en Estados Unidos con el presidente Trump, donde la mayoría de la inversión pública invertida en la recuperación industrial fue a beneficio de las grandes corporaciones que dominan el tipo de producción que no es el que el país necesita. Podría pasar en España si no se da tal movilización.