La reforma de la que no se habla
Podemos celebrar como muy buena noticia que el presidente Abinader no respalde la propuesta de reforma tributaria que circuló.
Como comenté hace unas semanas, estamos en un momento en el que muchas empresas y familias no se han recuperado a nivel prepandémico y gravarlos más, sin duda iba a implicar despidos, reducción de ingresos netos y/o menos consumo.
Por eso dije que una reforma tributaria, a la carrera, no necesariamente tendría los efectos deseados.
¡Había que sopesarlo bien y ser prudentes!
El presidente Abinader en su alocución del miércoles 27 de octubre, dijo que su tarea inmediata es consolidar la recuperación económica y estar cerca de la gente, pero no gastando más, sino en lo necesario, en lo que mejore la calidad de vida de los dominicanos.
Lo cual sugiere que desde el Gobierno se espera recaudar más en base al supuesto de la expansión económica.
Como bien explicaba Jaime Aristy Escuder en su artículo del 29 de octubre de 2021: “El presidente Abinader también apuesta al crecimiento de la economía, fundamentado en el sector privado y una inversión pública más eficiente. Estoy de acuerdo que a mayor PIB, mayor nivel de recaudaciones”.
Pero esta expansión económica estaría fundamentada en el sector privado. Como hemos observado en lo que va del año 2021, el gasto de inversión del sector público ha sido ejecutado solo en un 34.7% a septiembre de 2021, representando un 7.4% del gasto total.
Es decir, consolidación fiscal a través de menor gasto público y no aumento de impuestos.
Ahora, eficientizar el gasto no es ejecutar menos.
Más bien habría que establecer planes estratégicos, evaluar ex ante y ex post los proyectos, implementar proyectos, disponer el libre acceso a la información, entre otros. Para su seguimiento, están los Consejos de Gobierno establecidos en la Ley No. 489-06.
Si eficientizar se basará en ejecutar menos desde el Gobierno, privilegiar la inversión privada y privatizar servicios públicos -bajo el pretexto que la presión tributaria no alcanza para hacer frente a compromisos financieros- la correlación con el crecimiento económico podría fisurarse.
La reforma de la que no se habla abundantemente, es la reducción del gasto de inversión que impacta en el bienestar de la gente.
Lo que no es aconsejable es reducir más aún el tamaño del Estado y de sus servicios sociales, como educación, salud, transporte, el agua, la electricidad, la seguridad ciudadana y en especial, aquellos vinculados a las estancias infantiles, programa de alimentación escolar, programa de tanda extendida y cuidado de personas con discapacidad -estos últimos relacionados también con el cuidado de los niños-.
Las conquistas sociales no deben revertirse. Son convenientes a la salud de la economía y el desarrollo sostenido en el tiempo.
Desde el año 2013 hasta el 2019, el Gobierno destinó RD$743,831 millones en proyectos de inversión que aportaron bienestar a las familias y mejoró la gobernabilidad de empresas y negocios. Para el 2019, el gasto de inversión pública representó el 17.5%.
El Estado debe tener un rol activo en materia de inversión pues tiene un impacto positivo en el crecimiento, en el bienestar general de la población y en eldesarrollo territorial.
Se necesita aún más ahora que en la época prepandémica.
Lilliana Rodríguez-Álvarez, economista especializada en finanzas, con máster en políticas públicas y sociales.
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