La Gran Restricción de Oferta

17-02-2022
Economía y empleos
Jaime Aristy Escuder Blog, República Dominicana
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Un día como hoy, 15 de febrero, pero de 1989, presenté mi tesis doctoral. Para ese entonces, con 23 años, vivía junto a mi generación la etapa de la Década Pérdida, período que caracterizó la crisis económica que afectó en los años ochenta a América Latina y el Caribe. Inflación, devaluación, contracción económica, desempleo y mayor pobreza fueron los resultados económicos de la combinación de una mala gestión de las finanzas públicas, una política monetaria dependiente de los políticos y la ruptura de los flujos de financiamiento externo.

Esos resultados marcaron a nuestra generación, tal como fueron afectados aquellos que crecieron durante la Gran Depresión de los años treinta en los Estados Unidos. En ese período, el desempleo, no la inflación, fue el principal elemento que impactó negativamente las condiciones de vida de la población estadounidense.

En los años noventa llegó la Gran Moderación. La generación que se desarrolló entre 1991 y 2007 disfrutó de expansión económica estable, baja inflación, tasas de interés reducidas, desregulación financiera, aumento de los precios de los activos reales y financieros y mejora del bienestar. La pobreza retrocedió aceleradamente a nivel global.

A partir de 2008, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, el colapso del precio de títulos financieros con niveles de riesgo subestimados y una terrible crisis financiera, inició la Gran Recesión en los Estados Unidos y gran parte del mundo desarrollado. El vertiginoso aumento del desempleo fue el principal resultado económico de ese período. Algunos países europeos, como Portugal, España y Grecia, registraron tasas de desocupación superior al 20%. Eso marcó a los jóvenes de esos países.

La enfermedad del covid-19, declarada como pandemia en marzo de 2020, ha creado las condiciones económicas para el origen de una nueva etapa. El cierre de las actividades productivas para enfrentar la difusión del virus, la disrupción de la cadena de suministro, la reducción de la producción de combustibles y la Gran Renuncia de mano de obra que ha ocurrido en los Estados Unidos desembocaron en una situación económica que podría denominarse la Gran Restricción de Oferta. A diferencia de otros episodios en que ha habido desempleo por falta de demanda, como el período de la Gran Depresión, en esta ocasión la demanda se ha recuperado, pero no lo ha hecho la oferta al mismo ritmo, traduciéndose en un incremento de la tasa de inflación a nivel global.

Afortunadamente, dado que no ha ocurrido ninguna destrucción de capacidad productiva, es posible salir de esta etapa eliminando las restricciones que hoy en día afectan la oferta de bienes. Una mejor coordinación de los eslabones de la cadena de suministro permitiría disponer de mayor cantidad de combustibles, menores fletes, mayor cantidad de insumos y bienes intermedios básicos -como chips-, lo cual se traduciría en menores precios. Es nuestra responsabilidad, como parte de la generación que toma la mayor cantidad de decisiones, lograr ese objetivo por el lado de la oferta y evitar así que los actuales jóvenes tengan que vivir -sin necesidad- una etapa de inflación acelerada y/o elevadas tasas de interés.