Hacia una nueva política comercial a nivel global
La invasión de Rusia a Ucrania ha provocado una contracción del suministro de combustibles y alimentos, elevando significativamente sus precios en los mercados internacionales. Esa tensión política ha generado incertidumbre en economías desarrolladas y emergentes, que desde la caída del muro de Berlín han incrementado su dependencia de diversos países por razones de eficiencia. Lamentablemente, esos países, integrados a partir de entonces al proceso de globalización de la cadena de suministro, hoy exhiben un comportamiento que podría ser considerado como poco alineado a intereses democráticos y de respeto a la soberanía de los pueblos.
En un discurso pronunciado la semana pasada en el Peterson Institute for International Economics, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, señaló que las políticas comerciales deben ajustarse a un nuevo mapa global, que debe tomar en consideración el grado de amistad y confianza entre los socios comerciales y no solo la eficiencia y los costos de producción. Algo similar planteó días antes la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, introduciendo el concepto de “friend-shoring” o intercambio comercial entre países amigos y confiables.
Lagarde indicó que el conflicto bélico en Ucrania redefinirá el proceso de globalización e intercambio comercial. La tarea no es fácil, pues la globalización ha generado muchos beneficios. De acuerdo con cifras suministradas por Lagarde, el comercio exterior en la eurozona pasó de 31% a 54% del PIB. Ese mayor intercambio comercial se fundamentó en la creación y fortalecimiento de la cadena de suministros, promoviendo la reducción de precios, la transferencia de tecnología y mayor productividad. Esa integración comercial y económica ayudó a reducir la pobreza a nivel mundial, en particular en los países menos desarrollados.
Debe destacarse, sin embargo, que la excesiva dependencia de insumos provenientes de países con vocación a convertirse en socios comerciales riesgosos, por tener objetivos estratégicos distintos ante cambios geopolíticos, puede crear vulnerabilidad a la disrupción de la cadena de suministros. Lagarde citó el caso de China que controla la mitad de la capacidad minera de las tierras raras y el 85% de su refinamiento.
Ante esa situación, la presidenta del Banco Central Europeo argumentó que hay tres cambios en el comercio global que son previsibles. “De la dependencia a la diversificación, de la eficiencia a la seguridad, y de la globalización a regionalización.” De acuerdo con sus palabras, esto no significa restringir el comercio, sino hacerlo más seguro en estos tiempos impredecibles. Así las cosas, queda claro que el “friend-shoring,” que en el corto plazo implicará un aumento de costos y precios, será un componente de la nueva política comercial tanto europea como estadounidense.
Mi recomendación al gobierno dominicano es que convierta la actual crisis internacional en una oportunidad de hacer negocios, aprovechando al máximo los estrechos lazos con los Estados Unidos y Europa. A mi entender esa estrategia del “friend-shoring,” bien aprovechada, podría incrementar la inversión extranjera, el empleo y el bienestar en el país.
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