Dejar la pobreza atrás
La erradicación de la pobreza es el primero de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por los líderes mundiales en el marco de las Naciones Unidades. El éxito de ese objetivo se vincula con el logro del resto de las metas, que buscan conseguir un nivel de bienestar caracterizado por el hambre cero y la sostenibilidad medioambiental.
El presidente Luis Abinader declaró recientemente que en su segundo mandato aspira a erradicar el hambre, disminuir la incidencia de la pobreza general al 15 % y reducir la extrema pobreza a un 1%.
Esas metas son ambiciosas, pero alcanzables. Según el Boletín Oficial de Pobreza Monetaria de junio de 2024, elaborado por el Comité Técnico Interinstitucional de Medición de la Pobreza, la República Dominicana ha logrado mejorar las condiciones de vida de su población de manera sostenida. Entre 2016 y 2023, la tasa anual de pobreza monetaria general se redujo del 34.8 % al 23 %. Esa evolución incluye el devastador impacto de la pandemia del covid-19, que elevó la incidencia de pobreza en 4.9 puntos porcentuales y se situó en un 30.7% en 2021. A partir de ese año, se consiguió reducir la tasa de pobreza (concentrada principalmente en los hogares rurales y jefatura femenina) hasta llegar, en el segundo trimestre de 2024, al 19 %.
El crecimiento económico equitativo es clave para la disminución gradual y sostenida de la pobreza. Al analizar la variación interanual de la tasa de pobreza monetaria registrada entre el segundo trimestre de 2023 y el mismo período de 2024, que fue de -4.5 puntos porcentuales, se observa que el crecimiento del ingreso nominal per cápita de los hogares dominicanos explica la totalidad de la reducción de la pobreza. En contraste, el deterioro de la distribución del ingreso y el aumento de precios de bienes y servicios provocaron que miles de hogares cayeran en una situación de pobreza.
La mayor parte del ingreso per cápita de los hogares proviene del mercado laboral, ya que siete de cada diez pesos que reciben las familias se generan a través del trabajo. Por tanto, la manera más efectiva de reducir la tasa de pobreza es mediante el incremento del empleo y de los salarios. Durante las últimas tres décadas, el producto interno bruto (PIB) se ha expandido a un ritmo promedio anual del 5%, lo que se ha traducido en un aumento de los ingresos de la población. La estabilidad económica, que caracteriza una gran parte de ese período, ha promovido el ahorro, la inversión, el empleo y la producción. El buen desempeño macroeconómico se ha traducido en un mayor ingreso promedio per cápita, que permite que un número creciente de familias obtengan ingresos superiores a la línea de pobreza.
Para garantizar la distribución equitativa del crecimiento económico es indispensable mejorar la productividad de los trabajadores que se encuentran en los niveles de ingresos más bajos. El capital humano puede expandirse si se mejora la cantidad y calidad de los años de escolaridad. Los maestros deben ampliar su capacidad de traducir sus conocimientos en un mejor desempeño de los estudiantes, lo que reduciría la tasa de deserción escolar que se observa a finales de la educación primaria e incrementaría la probabilidad de que los jóvenes concluyan sus estudios universitarios o técnicos vocacionales. Numerosos análisis empíricos, nacionales e internacionales, demuestran que por cada año adicional de escolaridad mayor es el ingreso laboral promedio. Por eso, es preciso fortalecer el sistema de enseñanza público, ya que es donde se formó la mayoría de las personas que actualmente viven en situación de pobreza en la República Dominicana.
De manera complementaria, el mercado laboral formal ha de volverse más flexible y eficiente para facilitar que los trabajadores puedan moverse de un empleo a otro con un costo mínimo de transacción. Una mayor movilidad laboral les posibilitaría trasladarse a empresas donde su educación y experiencia les permitan optimizar su productividad y elevar así su nivel de ingresos. Es deseable que la reforma del Código de Trabajo que actualmente se discute se enfoque en potenciar la capacidad de los trabajadores para maximizar el rendimiento de su capital humano, lo que a su vez les facilitaría acceder a mejores oportunidades laborales y salarios más altos.
La inversión pública es fundamental para promover la expansión de las actividades del sector privado. Una infraestructura pública moderna, diseñada a partir de un riguroso análisis costo-beneficio, constituye un imán de la inversión extranjera y nacional. El aumento del capital físico per cápita fomenta la productividad factorial y eleva el ingreso de los trabajadores.
Además, el sector público influye de manera directa sobre los ingresos de los hogares. A través de los programas de transferencias, condicionadas y no condicionadas, se complementan los ingresos laborales de las familias con menos recursos. Una aplicación adecuada de la inteligencia artificial podría optimizar el proceso de focalización y asignación de los recursos públicos, ya que se detectaría con eficiencia y objetividad la población elegible para beneficiarse de esos programas. Dichos modelos y algoritmos permitirían obtener el máximo provecho de cada peso aportado por el contribuyente a favor de los más necesitados.
Por otro lado, el buen desempeño laboral de los dominicanos residentes en el extranjero, que se traduce en la llegada de más de 10 mil millones de dólares anuales por concepto de remesas familiares, es un factor exógeno importante en la reducción de la pobreza. Alrededor del 16% del ingreso per cápita corriente del quintil de hogares de ingresos más bajos proviene de las remesas familiares, tanto locales como del extranjero.
Por último, la inmigración haitiana descontrolada incide en la evolución de la tasa de pobreza en la República Dominicana. El trabajador haitiano inmigrante suele tener un nivel de escolaridad similar al dominicano de menores ingresos. Esto significa que es una mano de obra que compite directamente con la nacional y presiona a la baja el salario de los sectores productivos donde se inserta, como la construcción, la agricultura, el comercio, el turismo y los servicios, entre otros. Una política migratoria óptima es parte esencial de la estrategia requerida para dejar la pobreza atrás.
Para garantizar la distribución equitativa del crecimiento económico es indispensable mejorar la productividad de los trabajadores que se encuentran en los niveles de ingresos más bajos.
El capital humano puede expandirse si se mejora la cantidad y calidad de los años de escolaridad. Los maestros deben ampliar su capacidad de traducir sus conocimientos en un mejor desempeño de los estudiantes.