Comprar online no es tan fácil como antes
Con el paso del tiempo, las cosas cambian, y no siempre para mejor.
Solía ser que comprar online, cuando el concepto finalmente se puso de moda y fueron surgiendo los couriers a nivel local, era una maravilla: de repente teníamos al alcance de nuestros dedos todo un mundo de variedad, con facilidades de envío y precios que la mayoría de las veces eran más que competitivos.
Amazon, eBay, Alibaba y muchas otras tiendas se convirtieron en nuestros aliados para comprar libros, música, equipos, ropa, zapatos, accesorios y cualquier otra cosa que se nos ocurriera. Al tiempo que gustosamente nos apuntábamos a esas tiendas y cargábamos nuestras tarjetas, ahí estaban los couriers prestos a facilitar su llegada sin mayores contratiempos.
Con el paso del tiempo, sin embargo, ha ocurrido algo que ha dejado en claro que el comercio electrónico ni es tan abierto ni es tan inclusivo como inicialmente se quiso vender.
Para quienes estamos en República Dominicana, son cada vez menos las tiendas a las que tenemos acceso a través del mecanismo del courier.
Hay tiendas que ofrecen envíos al país a través del servicio postal local (Inposdom), aceptando, de paso, pago con tarjetas emitidas localmente. Para estas tiendas, pedir con dirección a un courier ubicado en Miami y pagar con tarjeta emitida por banco dominicano no es una opción viable.
Algunas tiendas son más radicales y simplemente no aceptan tarjetas que no sean emitidas por un banco estadounidense, esto pese a que años atrás si permitían pagos con cualquier tarjeta de cualquier país, siempre que pasaran la prueba de validación.
¿Qué ha pasado aquí? Todo apunta a que el fenómeno de los shiperos, gente que aprovecha direcciones de couriers para hacer negocios que se resumen en estafas, ha causado estragos a las partes involucradas.
Hay una cantidad cada vez mayor de tiendas que rechazan automáticamente las direcciones de reconocidos servicios dominicanos de couriers. En esos sitios, se coloca una orden, y la misma es cancelada al rato, sin una explicación que la justifique.
Ocurre que al indagar lo que ha pasado, ya sea por chat o llamada telefónica, la respuesta es casi siempre la misma: esa dirección está en lista negra por estar asociada a fraudes recurrentes.
A partir de ahí, según se maneje el caso, hay algunos representantes que proceden a validar manualmente los datos y a colocar la orden por su lado.
Si bien esto resuelve la situación, aún sea momentáneamente, el bochorno queda. También queda en el aire la posibilidad de que la situación vuelva a repetirse, y para evitar el mal rato, lo preferible es desistir de esa idea y buscar otras opciones.
Al ritmo que vamos, Amazon será la única opción viable de compra online, y hasta esa plataforma ha dado indicios de que hay problemas con los couriers.
¿Lo peor? Ciertos couriers hacen caso omiso cuando sus clientes indican la situación expuesta en este escrito. ¿Será que no les importa, o habrá algo más detrás de todo esto?
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