Ángel Mejía, in memoriam
Desde el principio hasta el final de sus días, Ángel Mejía fue artista de compromiso. De los que “se mojan”, como dice el pueblo.
Militante revolucionario en las décadas de los 70 y los 80, puso en riesgo su vida como muchos otros jóvenes militantes de izquierda de su generación durante los años de gobierno de Balaguer. Así continuó cuando ingresó al Partido de la Liberación Dominicana, sabiendo articular la práctica artística con la práctica política comprometida.
Pero Ángel fue siempre y por sobre todas las cosas, un militante de veinticuatro horas de la cultura. Su vida estuvo siempre ligada a los jóvenes de los sectores más pobres de la República Dominicana. Así lo encontramos fundando, promoviendo, formando parte de clubes de teatro y de arte en general.
Buena parte de sus últimos años, y ya como funcionario gubernamental, los dedicó a la formación y promoción de las Escuelas Libres desde las cuales se constituyeron bandas de música y otras iniciativas artísticas.
Allí, por aquellos barrios pobres, caminan las ideas y el afán de Ángel Mejía. Ideas y afán imposibles de enterrar.