Ángeles de la Cultura
En memoria de Roberto Rodriguez de Marchena.
Dedicado a doña Candy Montilla de Medina
A la memoria de doña Catana Pérez, que desde el cielo nos observa, y de todos los miles de hacedores de este hermoso proyecto.
Ángeles de la Cultura
¿Puede el arte romper barreras de exclusión y pobreza? ¿Puede el arte rescatar a niños, adolescentes y adultos de los círculos de violencia en los barrios marginados? Particularmente, creo que sí.
En febrero de 2013 se instauró el programa Ángeles de la Cultura, una iniciativa impulsada por la Primera Dama de entonces, doña Cándida Montilla de Medina. Este contó con la coordinación de figuras destacadas como Freddy Ginebra, la profesora Catana Pérez y un gran equipo de promotores culturales.
Ángeles de la Cultura inició con 300 niños del barrio La Zurza, ofreciéndoles formación gratuita en diversas disciplinas de las artes y la cultura dominicana: música, teatro, títeres, danza, literatura, banda rítmica, coro, pintura y guloyas.
El impacto fue inmediato y profundamente necesario. Recuerdo que semanas después del inicio, conversando con la profesora Catana Pérez, me dijo: “Pensé que no había esperanza, ahora sé que está en los niños y en los barrios. Esto cambiará el futuro para bien de ellos, del país, de las artes y de nuestra cultura”.
La verdadera inversión social es la que siembra para restaurar y construir esperanza; la que fortalece los vínculos entre padres e hijos, entre vecinos, y que transforma vidas de manera positiva. Ángeles de la Cultura lo hizo hasta el año 2020.
No me interesa hablar de las razones por las que el programa fue eliminado, pues las conozco, y este no es el momento para ello.
Ángeles de la Cultura no fue un programa de clientelismo político ni un proyecto diseñado para explotar económica o simbólicamente la pobreza de nuestros barrios. Impactó directa e indirectamente a más de 25,000 familias en las comunidades donde se implementó.
Era una respuesta urgente a una deuda social que arrastramos desde hace más de cinco décadas.
Ángeles de la Cultura les enseñó a esos niños que tienen talento de sobra, que la cultura es bella y nos define como seres humanos y como nación. Sembró aspiraciones, amor, convivencia pacífica. Les mostró una alternativa distinta a la que habían conocido. Fortaleció los lazos familiares y comunitarios. Redujo el riesgo de delincuencia juvenil. Restauró la niñez y la adolescencia en contextos donde solo había abandono, violencia y desesperanza.
Ojalá algún día se restaure Ángeles de la Cultura, y esta vez, para siempre.
Ojalá se comprenda que Ángeles de la Cultura era una herramienta poderosa para combatir la desigualdad y la pobreza estructural de nuestro país.