‘Memorias de un caracol’, festín de plastilina para celebrar inadaptados y marginados

17-03-2025
Cine
Público, España
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“Siempre me he sentido como un inadaptado y, por supuesto, cuando era más joven, me esforcé mucho por encajar. Ahora como adulto, estoy muy contento de no encajar”.

Sobre aquella sensación que le acompañó muchos años, el cineasta australiano Adam Elliot ha construido su cine, una filmografía dedicada a celebrar a los personajes marginados, a las personas que sufren injusticias y son incomprendidas.

Su nueva heroína es Grace Pudel, protagonista de Memorias de un caracol, una auténtica joya de la animación en plastilina.

Es una niña solitaria, voraz lectora de novelas románticas que colecciona figuras de caracoles. Tras la muerte de su padre, la separaron de su hermano mellizo Gilbert y ahí comenzó su caída hacia la depresión, la angustia, la oscuridad… hasta que conoció a Pinky, una anciana divertidísima, excéntrica y absolutamente libre.

Una fábula cruel y tierna, conmovedora, extravagante, divertida y dolorosa, preciosa, que se alzó con el gran premio en el Festival de Annecy, en el BFI de Londres y en Sitges, y que aspiró al Oscar a mejor película de animación.

Esta es una conmovedora, sentida e hilarante crónica de la vida de Grace Pudel, una solitaria e inadaptada niña aficionada a coleccionar figuras decorativas de caracoles. La muerte de su padre cuando tan solo es una niña, la lleva a separarse de su hermano gemelo Gilbert, hecho que la aboca a una espiral de ansiedad y angustia. Sin embargo, la esperanza vuelve a su vida cuando conoce a una excéntrica anciana llena de determinación y amor por la vida llamada Pinky, con la que entablará una larga amistad que le cambiará la vida para siempre.
Trailer de ‘Memorias de un caracol’Alfa Pictures

Memorias de un caracol es, además, un festín para la vista. Elliot pasó un año creando los 7,000 objetos que necesitaba para contar la historia de Grace, un relato en el que no hay un solo fotograma generado por ordenador, que se rodó en 33 semanas, iluminando más de 200 sets…

Es la séptima parte de su Trilogía de Trilogías, “tres cortos cortos, tres cortos largos y tres largometrajes”, tras la que el cineasta ha dicho que se retirará del cine.

¿Por qué eligió contar esta historia con caracoles?

Al principio era una mariquita, pero era demasiado cursi y empalagoso. Pensé que debía haber una criatura que representara mejor las gracias, el estado psicológico de Grace.

Me decidí por los caracoles porque pensé que eran introvertidos, porque siempre se están retirando, que es lo que Grace hace toda su vida. Y también por el remolino y la concha de caracol, me encanta eso como símbolo porque es muy cíclico y simbólico de la vida.

Además, pensé que sería un motivo visual realmente encantador. Estéticamente me gusta mucho eso. Luego descubrí que los caracoles no pueden moverse hacia atrás, no pueden retroceder, solo pueden moverse hacia adelante, y eso encajaba muy bien con mi frase favorita de que la vida solo se puede entender al revés, pero hay que vivirla hacia adelante.

Creo que los caracoles son bastante hermosos y alienígenas, tienen mucha gracia y son bastante elegantes.

Todo su cine está construido con personajes marginados. En estos tiempos en que hay tanta discriminación contra los que son diferentes ¿cómo habla su película al mundo de hoy?

Todas mis películas siempre han sido sobre las personas que son percibidas como diferentes, incomprendidas o inadaptadas.

Pero siempre he querido celebrar a esas personas porque son las personas de mi vida. Yo también siempre me he sentido como un inadaptado, siempre he sentido que no encajo.

Y, por supuesto, cuando era más joven, me esforcé mucho por encajar. Ahora como adulto, estoy muy contento de no encajar.

Así que, ciertamente, intento hacer películas sobre personas que sufren injusticias y personas que son acosadas, que reciben burlas o son discriminadas, o simplemente incomprendidas. Y lo que estoy tratando de hacer es que el público empatice, se ponga en los zapatos de mis personajes y experimente lo que es ser alguien así.

Mis películas tratan sobre la empatía, en última instancia. Digamos que mis personajes son valientes y lo que los une es que son supervivientes.

Y Grace es sin duda una superviviente en esta película, tiene mucha mala suerte y yo soy bastante cruel con ella como guionista, pero realmente quería recompensar a Grace al final con el regreso de Gilbert. Ella sufre muchos traumas y pérdidas en su vida, pero quería recompensarla teniendo a su gemelo de regreso.

Es una historia muy triste, pero tiene sentido del humor, ¿es una forma de reflejar la vida tal y como es?

Sí, absolutamente. Estoy tratando de reflejar la vida, porque no creo que la vida de nadie sea completamente miserable. Siempre hay algunos momentos de alegría. Pensando en mi propia vida, he tenido muchas pérdidas y mucha tristeza, pero ha habido muchos momentos de comedia y humor y creo que eso es lo que es la vida.

Me encanta esa frase de que, sin la oscuridad, la luz no tiene sentido. Creo que se necesitan momentos más ligeros para cuando lleguen las otras escenas, porque así hay un alivio para el público. La comedia es una gran manera de aliviar la tensión.

Y eso es lo que la risa, la liberación de la tensión. Todo esto es muy complicado de escribir porque hay que conseguir el equilibrio adecuado.

Tienes que asegurarte de que la película no sea demasiado oscura o deprimirá a todos, pero no quieres que sea demasiado frívola ni demasiado cómica.

Así que es un acto de equilibrio, pero ciertamente mi intención con esta película era tener un final feliz. Entonces, aunque el público pueda estar llorando, son lágrimas de alegría en lugar de tristeza.

¿Qué hay de usted o de otras personas reales en los personajes?

Todos mis personajes están basados en personas reales de mi vida, pero también son extensiones de mí mismo. Así que ciertamente veo mucho de mí mismo en Gilbert, pero incluso en Pinky puedo ver facetas de mi personalidad.

Un amigo mío que nació con paladar hendido y le operaron muchas veces, de niño fue acosado y objeto de muchas burlas, pero, sin embargo, creció y se convirtió en una persona muy bien adaptada, segura de sí misma, y bastante extrovertida, bastante extravagante. Siempre me fascinó su vida.

Y Pinky es una especie de amalgama de varias mujeres mayores que tengo en mi vida que son bastante libres y no les importa lo que la gente piense y han llevado vidas maravillosas.

Una de ellas jugó al ping pong con Fidel Castro y me divertí mucho creándola. Siempre empiezo con la verdad, pero nunca dejo que la verdad se interponga en el camino de una buena historia. Así que siempre embellezco y le doy nuevas dimensiones a un personaje.

Adam Elliot con su personaje Grace Pudel de 'Memorias de un caracol'.

En la película habla de las terapias de conversión para homosexuales, ¿ha habido reacciones por parte de grupos conservadores?

En Australia todavía es una práctica que continúa a pesar de que ahora es ilegal en la mayoría de los estados. He tenido amigos que han pasado por esa horrible tortura. No es algo terapéutico ni siquiera para los padres.

Algunos de estos casos han sido bastante extremos, casi como exorcismos. Y esto se practica ampliamente en todas partes. Pero estamos en 2025 y es ridículo.

No he tenido más que reacciones positivas a esa parte de la película. Sí he tenido reacciones negativas al incendio de la iglesia, pero lo que hay en la película es más sobre la religión organizada que sobre la religión misma. No estoy en contra de la religión, pero estoy en contra de los grupos religiosos que están únicamente para explotar a la congregación.

Quemar una iglesia, un crucifijo, ¿siente que como artista tiene el deber de provocar, de romper reglas y traspasar límites?

Sí. Quiero que el público se ría, quiero que lloren, pero también quiero que salgan del cine pensando un poco más en cómo tratan a sus semejantes. Y la animación es el medio perfecto para hacer eso porque la animación no es un género como sabrás, es un medio maravilloso y un vehículo para contar cualquier historia que te guste.

Creo que nosotros, como artistas, no deberíamos tener miedo de traspasar los límites. Me gustan las películas que invitan a la reflexión, que arriesgan y creo que hay que hacer estas cosas, de lo contrario el cine se vuelve rancio y aburrido. Hay tanta animación por ahí que es solo para merchandising y para ganar dinero.

Yo prefiero hacer películas animadas sofisticadas y desafiantes, pero también entretenidas. Siempre digo que, si al final de mis películas no eres un desastre emocional, entonces fracasé. Mi intención es emocionar a la audiencia.

Esta es su séptima película, dijo que haría nueve y se retiraría, ¿sigue manteniéndolo?

Sí. Nunca pensé que llegaría a siete. Era casi una broma cuando se me ocurrió esta idea hace 28 años de hacer una trilogía de trilogías, pero sí, ahora solo me quedan dos películas y luego puedo retirarme o morir. Espero hacer más de nueve, la verdad.

También me encanta dibujar y acabo de hacer una exposición de algunos de mis dibujos personales. Así que, si mi carrera cinematográfica termina mañana, no me importaría demasiado, porque estaría muy feliz de perseguir mi otra pasión, que es el dibujo.

En la película está muy presente el síndrome de Diógenes, ¿por qué es importante para usted mostrarlo?

Bueno, el acaparamiento se basa en mis padres. Mis padres eran grandes coleccionistas. Cuando mi padre murió, dejó un montón de cosas y me fascinó saber por qué. ¿Por qué, como seres humanos, llenamos nuestros hogares con cosas que no necesitamos?

Así que empecé a hablar con psicólogos y empecé a leer un montón de libros, sobre todo sobre casos extremos, y descubrí que los acaparadores extremos generalmente han tenido un trauma en sus vidas, y la mayoría de las veces es la pérdida de un hijo o un gemelo o un hermano.

El acaparamiento se convierte en un mecanismo de supervivencia, una forma de lidiar con ese trauma, se rodean de todas estas cosas y se convierte en una especie de escudo y de protección contra más dolor. Pero, por supuesto, todo es una ilusión y en realidad, termina haciéndolos más miserables.

Todavía estoy fascinado por la psicología del acaparamiento, incluso por la mía propia, porque yo he pasado por fases en mi vida en las que he coleccionado cosas sin ninguna razón. Damos un valor sentimental incluso a un lápiz, pero en realidad son obsesiones.

Creo que yo mismo estoy en el espectro del TOC, me obsesiono mucho con ciertas cosas y leo mucho e investigo mucho hasta que sé todo sobre un determinado tema y luego voy y me fascina otra cosa, como el caracol.

¿Cómo eran de importantes las voces de los actores?

Fue un gran desafío para los actores conseguir la emoción que yo buscaba y esa autenticidad. Y con Sarah Snook, Kodi Smit-McPhee y Jackie Weaver, lo que quería era que hablaran de forma natural, no quería que pusieran la voz de un personaje, quería que su forma de ser fuera muy auténtica y real.

Y, por supuesto, todos son australianos y ni siquiera tuvieron que poner acento. Grabamos a los actores por separado.

Con Sarah, llevé a Sylvia el caracol, nos sentamos a su lado y le dije que quería que hablara al caracol durante una hora y media, y así lo hizo. Se volvió muy real y muy visceral y conmovedor, pero también divertido.