Nuestro sesgo cultural reduce la atención científica que se da a miles de especies
¿Qué hace que un equipo de investigación centre sus esfuerzos en un grupo animal u otro? Los motivos de esta elección son difíciles de saber, lo que sí parece claro es que nuestro sesgo cultural influye en el esfuerzo que dedicamos a la investigación y conservación de unas especies frente a otras y, por consiguiente, influye en la toma de decisiones políticas y la asignación de fondos.
Esa es la principal conclusión de un estudio internacional en el que participa el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC).
Para este trabajo, que se publicado recientemente en la revista ELife, el equipo ha analizado 3 007 especies de eucariotas, representantes de distintos grupos del árbol de la vida, incluyendo animales, hongos y plantas.
“El árbol de la vida es una representación de todos los seres vivos que habitan el planeta y nuestro conocimiento sobre las especies que lo componen no es equilibrado; se sabe mucho más de ciertos grupos que de otros”, sostiene la investigadora del MNCN Aida Verdes. “Hemos analizado los vínculos que existen entre el interés social y científico, y el esfuerzo investigador que se dedica a cada ser vivo”, explica.
El número de publicaciones es un indicio
Para realizar este análisis, los expertos han estimado el interés académico de cada especie en función del número de publicaciones científicas que la citan y el interés social en función del número de visitas a su página en Wikipedia.
A partir de esos datos han comprobado que factores socioculturales como el hecho de que una especie sea considerada útil o dañina, si tiene asignado un nombre común, o si figura en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), influyen directamente en el interés científico que esa especie genera.
“También la singularidad de la especie, su mayor tamaño o un rango de distribución más amplio son factores determinantes para recibir más atención social y científica”, apunta Verdes.
Por otro lado, elementos como el colorido o la proximidad evolutiva de la especie con respecto al Homo sapiens despiertan mucho interés social pero no se corresponden con un mayor esfuerzo científico.
“Los resultados sugieren que estamos concentrando nuestra atención en unos grupos a la vez que descuidamos otros que merecen más esfuerzo y atención, bien porque se encuentran en riesgo crítico de extinción o por el papel clave que juegan dentro de diferentes ecosistemas”, apunta Ricardo Correia de la Universidad de Turku, en Finlandia.
“Dado que preservar la biodiversidad es una prioridad vital para la humanidad, deberíamos establecer criterios objetivos para asegurar que estudiamos por igual todos los grupos animales, en lugar de centrarnos exclusivamente en las ramas más atractivas del árbol de la vida”, afirma la investigadora del MNCN.
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