Los científicos pasan a la acción contra el cambio climático: «Llevamos décadas publicando informes y no se nos escucha»

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Llevan años publicando informes sobre la amenaza del cambio climático, cada vez más claros y contundentes sobre los efectos de una crisis que ya se vive en presente, pero entre los científicos cunde la desesperación al sentirse ignorados. De ese sentimiento ha nacido el movimiento Rebelión Científica, que esta semana protagoniza acciones de protesta coordinadas en 25 países contra la inacción política ante un problema global.

«En este momento la comunidad científica se ha dado cuenta de que no es suficiente con la publicación de artículos. Llevamos décadas haciéndolo y no se nos escucha. Ya no queda otra, no hay alternativa que pasar a la desobediencia civil«, explica a RTVE.es Víctor de Santos, ambientólogo y miembros del movimiento. Este miércoles participó en la mediática acción de la Rebelión Científica en Madrid. Junto a medio centenar de científicos y activistas, lanzó pintura roja biodegradable contra la fachada del Congreso, por lo que fue desalojado y multado por la Policía.

Alrededor de 1.000 científicos en todos los continentes han decidido salir de los laboratorios a la calle para llevar su mensaje ante los Gobiernos, pero también para dar ejemplo. No quieren ser como «el médico que dice que fumar es malo con un cigarrillo en la boca», según pone de ejemplo de Santos. «Si las personas de la comunidad científica avisamos de lo que está ocurriendo pero no hacemos nada, el resto de la población no será consciente de la urgencia», asegura por su parte Elena González Egea, astrofísica y también una de las participantes en la protesta frente al Congreso.

Ella dejó la carrera científica para volcarse en el activismo climático. «Mi sueño desde hace bastante tiempo era encontrar vida en otros planetas. Pero un día me di cuenta que la humanidad no iba a ir a vivir lo suficiente como para hacer ese descubrimiento y que todo el trabajo que yo estaba haciendo no iba a ser leído por nadie si no conseguimos mitigar esto», dice. Desde entonces, ha sido detenida tres veces por participar en acciones de protesta.

Movidos por «el cansancio, la frustración y el miedo»

Además del acto de Madrid, otros activistas han protagonizado un encierro en la Universidad de Granada para lograr que el cambio climático sea una asignatura transversal en todas las asignaturas, y en parte lo han conseguido: el centro asegura que está trabajando en la creación de una optativa sobre este tema. En Venecia, un grupo de científicos ha cortado el paso a las instalaciones de la energética ENI para protestar por su inversión en combustibles fósiles, mientras que en Bogotá profesores universitarios han sacado a las calles sus clases para concienciar sobre la crisis climática.

Protesta del movimiento Rebelión Científico ante la fachada del Congreso RODRI MÍNGUEZ/EXTINCTION REBELLION

En otras ciudades, como Berna o Turín, han pegado en oficinas gubernamentales fragmentos del último informe del IPCC, el mayor análisis climático del mundo, publicado este lunes por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU. En él se advierte de que las emisiones deberán tocar techo en 2025 para después reducirse drásticamente, si queremos conservar la mínima posibilidad aún de no superar un calentamiento de más de 1,5 grados de la temperatura global, el umbral fijado en el Acuerdo de París para evitar los efectos más graves del cambio climático.

Marta Rivera Ferré es una científica española, autora del IPCC y profesora de investigación en INGENIO, un instituto del CSIC y la Universitat Politècnica de Valencia. Harta de que los informes en los que ha participado no llevaran a una decida acción política, se unió a la Rebelión Científica. Entre sus motivos, cita «el cansancio de estar repitiendo lo mismo durante años, la frustración de ver que no se hace caso y que los gobiernos van al mínimo esfuerzo, y el miedo porque no sabemos lo que se nos viene». «El miedo te puede paralizar, pero también te puede motivar», afirma.

A esas razones se une su «deber de ciudadana»: «Con toda la información que tengo, no me puedo quedar de brazos cruzados». Reivindica la importancia de «trabajar de forma colectiva» con toda la comunidad científica, hacer ver que no están solos como los científicos de la película No mires arriba, que alertan de la llegada de un meteorito ante la pasividad general. Ve, además, señales de esperanza en la celebración de la Asamblea Ciudadana por el Clima, impulsada por el Gobierno. «Participé en una sesión y me pareció que era un proceso muy riguroso que se está haciendo muy bien», defiende.

Acciones más contundentes para relanzar la acción climática

La acción climática no pasa por su mejor momento. Después de un 2019 con movilizaciones de récord y con el efecto Greta Thunberg disparado, la llegada de la pandemia frenó en seco la pujanza del movimiento, encabezado en aquel momento por los jóvenes de Fridays for Future-Juventudes por el Clima. La guerra en Ucrania, y la apuesta de países como Estados Unidos por liberar reservas de petróleo o de la Unión Europea por aumentar el uso del gas licuado, ponen en segundo plano de nuevo la necesidad de reducir las emisiones.

La Policía desaloja a los científicos que participan en la protesta frente al Congreso. RTVE/EFE/RODRIGO JIMÉNEZ

Ahora, los científicos quieren volver a dar a sus reivindicaciones un empuje perdido y, sobre todo, hacer visible el sentimiento de urgencia que destacaba el IPCC en su importante informe. «Si hay un fuego en casa no es suficiente con poner en un cartel que hay fuego, hay que apagarlo», señala de Santos. «Tenemos la ciencia, tenemos la información sobre lo que está ocurriendo y los políticos también la tienen, por lo que el problema no es científico sino político», subraya González, que denuncia las «políticas criminales» de aquellos que están en el poder.

Por ello, han elevado el tono de las acciones. «Llevamos décadas de informes y manifestaciones, pero como no están funcionado, hemos echado la vista atrás a la historia, a ver qué cosas funcionan para hacer un cambio rápido. Y lo que mejor funciona es la desobediencia civil no violenta», asevera. Al movimiento se han unido nombres de prestigio, como Rivera, el investigador del CSIC Fernando Valladares o el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Jorge Riechmann.

El movimiento Scientist Rebellion nació en 2020 como parte de la organización Extinction Rebellion. Desde entonces, se han caracterizado por mediáticas acciones de corte de vías públicas o lanzamiento de pintura a las sedes de instituciones y empresas señaladas como responsables de la crisis climática.

Durante la cumbre del clima de Glasgow, 21 personas fueron arrestadas por encadenarse a un importante puente de la ciudad, en lo que el movimiento calificó de «la primera detención masiva de científicos por protestar contra la crisis climática». Uno de ellos fue de Santos, que también fue detenido por arrojar pintura negra contra la sede de Repsol en Madrid. «Detienen las personas que protestan, pero no hacen nada contra esas empresas que están destruyendo nuestro futuro», se lamenta.

Se sienten ahora refrendados por las declaraciones del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que durante la publicación del informe del IPCC aseguró que «a los activistas climáticos se los acusa de radicales, pero los verdaderos y peligrosos radicales son los países que están aumentando la producción de combustibles fósiles».

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