Elon Musk ya ejerce de dueño de Twitter y despide a los grandes directivos el primer día
a está ejerciendo como dueño de Twitter. El hombre más rico del mundo ha completado este jueves la compra de la red social por 44.000 millones de dólares (una cifra similar en euros), aunque no ha habido un anuncio oficial por ahora. Eso sí, en sus primeras horas en el cargo, ya ha despedido a sus principales directivos; entre ellos, el consejero delegado, Parag Agrawal, según han adelantado medios como The New York Times o The Washington Post. La cotización de la compañía en la Bolsa de Nueva York ya se ha suspendido y está previsto que se reúna con toda la plantilla a lo largo del día de hoy.
El despido de Agrawal —que será indemnizado con un pago de entre 44 y 60 millones de dólares— no ha sido el único, pero sí el más previsible dada su pésima relación con Musk desde el inicio de la compra. Además, el nuevo dueño de Twitter también ha decidido cortar cabezas en los departamentos financiero, jurídico y de atención al client, destituyendo a sus máximos responsables, Ned Segal, Vijaya Gadde y Sarah Personette, respectivamente. «El pájaro ha sido liberado», ha escrito al poco de conocerse la noticia. «En Europa, el pájaro volará bajo nuestras reglas», le ha respondido Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior.
Por su parte, Twitter ya ha retirado la demanda que había interpuesto contra el multimillonario por intentar salirse del acuerdo. El magnate quiso retirarse alegando la red social lleva años mintiendo sobre el porcentaje de cuentas falsas en la plataforma, algo que afectaría al corazón del negocio publicitario de la firma. En cambio, sus posibilidades en un juicio eran muy limitadas, tanto porque era difícil demostrar este punto como porque él mismo había rechazado hacer las diligencias previas a la firma de la compra, así que decidió no jugársela en los tribunales.
Los giros de guion a los que acostumbra Musk quedan ya descartados a estas alturas de la operación, que ha supuesto uno de los mayores culebrones de la historia de Silicon Valley y que se ha apurado hasta las últimas horas del plazo que les dio la jueza para cerrar los últimos flecos.
«Lo hago por la humanidad»
Las razones por la que el magnate decidió pagar 54,20 dólares por acción —un precio muy superior al valor de la compañía— para hacerse con Twitter no son del todo claras, motivo por el que este miércoles ha enviado una carta para tranquilizar a los anunciantes. «No lo hago porque vaya a ser fácil ni por hacer más dinero, sino por ayudar a la humanidad», ha explicado en el mensaje, donde ha destacado que «es importante para el futuro de la civilización tener una plaza del pueblo digital, donde un amplio rango de formas de pensar puedan debatir de forma sana».
La carta tiene un trasfondo evidente: Elon Musk ha estado intentando salir de la operación de forma desesperada, tras haberse comprometido a pagar un precio completamente desorbitado para el valor de la firma. Su estrategia ha pasado por asegurar que Twitter lleva 16 años mintiendo respecto al porcentaje de cuentas falsas en la plataforma o, lo que es lo mismo, engañando descaradamente a sus anunciantes. Ahora que no le ha quedado otra que ejecutar el acuerdo, ha tratado de mandarles un mensaje tranquilizador. «Yo también creo que los anuncios, cuando se hacen bien, pueden deleitarte, entretenerte o informarte», ha defendido el magnate, que también ha subrayado que «es muy importante mostrar publicidad que sea acorde a sus necesidades; porque, si no, son spam«. «Tiene que ser la plataforma de anuncios más respetada del mundo».
«Ha habido mucha especulación sobre los motivos por lo que compré Twitter y lo que pienso sobre los anuncios en la plataforma. La mayoría, están equivocados», ha asegurado el multimillonario, que ha enfatizado que «hay un gran peligro en que las redes sociales se dividan entre extrema derecha izquierda y extrema derecha». «Lo hago con humildad, y reconociendo que el fracaso de este objetivo es una posibilidad muy real, a pesar de que hagamos los mejores esfuerzos».
Una de las mayores preocupaciones alrededor de la adquisición ha sido los planteamientos de Musk sobre la libertad de expresión en internet, donde lleva meses asegurando que no quiere que haya restricciones más allá de la ley, pese al quebradero de cabeza que ha supuesto esta cuestión para plataformas como Facebook, YouTube o, sin ir más lejos, Twitter. «Esto no se puede convertir en un infierno sin límites, donde todo se pueda decir sin consecuencias», ha recalcado en la carta. «Además de cumplir con las leyes del país, nuestra plataforma debe ser amable y acogedora para todos, donde puedas elegir la experiencia que desees según tus preferencias».
Este miércoles, Musk cambió su biografía en la red social para poner «jefe del tuit». Horas después, visitaba la sede de Twitter en San Francisco (California, EEUU), donde apareció portando un lavabo —haciendo un guiño a un conocido meme de internet—, tal y como se podía ver un vídeo que él mismo subió a la red social. La imagen, celebrada por los acérrimos seguidores del magnate, no fue tan bien recibida por parte de los 7.500 empleados de la compañía. Según The Washington Post, el nuevo dueño quiere despedir al 75% de la plantilla actual, algo que por ahora ha negado tanto él como la ya antigua dirección, pero que muchos temen que sea solo una cuestión de tiempo.
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