El virus del ‘olor a rosas’

30-05-2022
Ciencia, Tecnología e Innovación
ECOticias
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Creando olores

El virus del ‘olor a rosas’. Hace millones de años, los virus atacaron una rosa mosqueta silvestre. El ancestro de las rosas actuales sufrió como consecuencia de ello una alteración de sus genes. Un estudio francés ha demostrado que la fuerte duplicación de un gen a lo largo de generaciones es lo que ha acentuado la producción de geraniol. La sustancia que da origen al olor de las rosas.

La rosa es un icono entre las flores. Y su aroma es admirado y disfrutado en todo el mundo. Pero esta fragancia bien podría no haber existido nunca. Y ser en realidad, fruto del ataque de un virus. Al que habría seguido de una sucesión de mutaciones. Estas podrían haber reorganizado los genes de ciertas rosáceas hace millones de años. Y esta situación originó en los pétalos la capacidad de exhalar su característica aroma.

Así eran las rosas no cultivadas. Ⓒ Pixabay

El virus del ‘olor a rosas’ – Un estudio ‘aromático’

Esta es la conclusión de un trabajo científico realizado por expertos de la Universidad de Saint-Etienne, más conocida como la ‘Sainté’. Los datos de este estudio fueron publicados en la revista Molecular Biology and Evolution. Que edita mensualmente la Oxford University. El estudio fue liderado por Jean -Claude Caissard, profesor-investigador del laboratorio de biotecnologías vegetales aplicadas a las plantas aromáticas y medicinales (LBVpam) de la Universidad de Saint-Etienne.

Durante los últimos 20 años el profesor Caissard viene estudiando las rosas. En 2015 publicó un estudio sobre el gen que origina el geraniol en las rosas. Que es una de las moléculas responsables de su olor. Según explica Caissard, este estudio resultó muy interesante para los perfumistas. El virus del ‘olor a rosas’

El hallazgo inicial fue en rosas de jardín. Por eso el profesor y su equipo se preguntaron si este aroma se debía a la selección humana. O si ya era una característica de las rosas silvestres. Por ello se dedicaron a estudiar la rosa mosqueta y a investigar las características de esta especie previas a su domesticación.

Ⓒ Pixabay

Un gen multifunción

Este famoso gen responsable de la producción de geraniol se llama NUDX1. Si bien está presente en muchos seres vivos, normalmente solo existe en un único ejemplar. Pero en las primeras Rosaceae este gen se modificó. Por error, durante la multiplicación celular se generaron tres copias en el mismo cromosoma.

El virus y el ‘olor a rosas’. Varias plantas producen geraniol, como la albahaca o la Hierba Luisa. Pero luego se produce utilizando terpeno sintasas. Los científicos notaron que en las rosas no pasaba esto. En su lugar producen geraniol gracias a una hidrolasa similar a nudix. Es decir, gracias a una enzima codificada por el gen NUDX1.

En mamíferos, bacterias o incluso en otras plantas, el gen NUDX1 no realiza la misma función que en las rosas. De hecho, este gen es el responsable del color rojo de las naranjas sanguinas. Y también de la producción de una serie de proteínas necesarias para la visión humana. 

Normalmente, en otros seres vivos este gen no tiene nada que ver con el perfume. Por eso buscaron rastrear su evolución en la familia de las rosáceas, para ello estudiaron plantas que son primas de las rosas, como por ejemplo la fresa. De esta manera fueron capaces de saber cuándo este gen adquirió su nueva función.

Ⓒ ECOticias

El virus del ‘olor a rosas’ – Azar y evolución

Entre los descendientes del primer ejemplar que cambió, se encuentran los primeros escaramujos silvestres. Uno de estos ejemplares probablemente fue víctima de un ataque de virus. Éste se integró en el material genético del rosal. Y acabó convertido en un transposón que saltó aleatoriamente de un cromosoma a otro.

Durante un salto, este transposón llevó consigo una de las tres copias de NUDX1. Y esta situación volvió a repetirse nuevamente. Dicha interacción modificó profundamente el producto del gen. Y así fue como la enzima codificada por el gen acabó fabricando geraniol. El virus del ‘olor a rosas’.

Esta fue evidentemente una ventaja evolutiva. Ahora no solo el color de las rosas atraía a los polinizadores. También lo hizo su olor. Ello aceleró la multiplicación del número de copias de un mismo gen. Asegurando la máxima producción de moléculas olorosas. Una táctica que ha sido muy eficaz, ya que a día de hoy existen más de 35.000 especies. Y la gran mayoría huele de maravilla gracias a esta alteración.

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