El primer animal gigante de la Tierra
Ictiosaurio gigante
Los ictiosaurios y otro buen número de reptiles acuáticos habitaban las aguas del mundo al mismo tiempo que los dinosaurios. Eran especies diferentes, aunque muchos de ellos tenían tamaños enormes. Estos pobladores marinos poseen aletas y una conformación corporal muy hidrodinámica, pero hasta ahora no se había encontrado un ejemplar tan enorme como este.
En Fossil Hill Member, situado en las montañas Augusta (Nevada, EEUU) encontraron el cráneo, un hombro, parte de la columna vertebral y de una aleta de un ictiosaurio al que han denominado Cymbospondylus youngorum, que medía más de 17 metros de largo y tenía una conformación similar a la de un gran cachalote.
De todos los especímenes hasta ahora descubiertos que habitaban la Tierra tanto en la superficie como en los mares prehistóricos, esta es la de mayor tamaño. Los científicos afirman que el Cymbospondylus youngorum vivía en los océanos primigenios hace al menos 246 millones de años. Los ictiosaurios fueron pobladores comunes de todos los océanos del mundo durante la mayor parte de la llamada ‘Era de los Dinosaurios’ y su forma recuerda a la de algunos tipos de ballenas actuales.
Una formidable evolución
Lo que sorprende a los científicos es la rápida evolución que tuvieron estas cinturas, dado que el primer ictiosaurio gigante del que se tiene noticia surgió unos tres millones de años antes de que apareciera esta especie, lo que evidencia que para alcanzar un tamaño tan épico tuvo un tiempo récord de evolución. Se cree que su dieta se basaba en peces y calamares, pero no se descarta que también cazase reptiles marinos más pequeños.
Los científicos han descubierto que, si bien los ictiosaurios y los cetáceos evolucionaron hacia masas corporales de gran tamaño, sus trayectorias evolutivas hacia el gigantismo fueron completamente diferentes. De hecho, los ictiosaurios crecieron al principio de su historia evolutiva, mientras que las ballenas necesitaron milenios para alcanzar sus actuales tamaños y ello dependía de infinidad de factores, como el tipo de alimentación, el clima, etc.
Competencia feroz
Gracias a un sofisticado modelo de simulación por ordenadores, que ayudó a los científicos a recrear el entorno antiguo de lo que ahora se denomina Fossil Hill, se pudo estimar y estudiar la red trófica marina en la que participaba el Cymbospondylus youngorum. Los expertos concluyeron que dichas redes eran capaces de sustentar a especímenes de ictiosaurios carnívoros aún más grandes.
Además del tamaño, los vecinos del Cymbospondylus youngorum se diferenciaban en el tipo de alimento elegido y en las estrategias de supervivencia específicas de cada especie, algo muy similar a lo que sucede hoy en día con las ballenas barbadas que filtran plancton y sus primos los delfines, que se alimentan de forma diferente y de otro tipo de criaturas.
Estudios comparados
Las ballenas y los ictiosaurios tienen diferencias muy marcadas, pero también comparten bastante más que un simple rango de tamaño tirando hacia lo ‘enorme’, puesto que tienen similitudes importantes en cuanto a la conformación corporal, a los posibles movimientos y a que ambos aparecieron después de una gran extinción.
Estas similitudes son muy valiosas para los científicos, puesto que les permiten hacer estudios comparativos entre ambas especies. Para ello se combinan los modelos obtenidos por ordenador, con los datos de la paleontología tradicional y los que aporta la biología actual, con el fin de entender el proceso que explica cómo estos animales marinos alcanzaron independientemente, estos tamaños tan colosales.
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