Hay mucho más en un ecosistema forestal saludable que solo los árboles vivos, y una vez que un árbol muere, continúa desempeñando un papel muy importante para el resto de la vida aquí.

Grandes trozos de árboles muertos como este se conocen técnicamente como desechos leñosos gruesos, aunque la palabra «desechos» es un poco engañosa, ya que sugiere que no son tan importantes para el ecosistema, lo que ciertamente no es el caso, así que llamémosle, madera de derribo o troncos! Esta madera caída crea características de importancia crítica no solo para que la vida silvestre la use como hogar y refugio a medida que se descompone, para brindar sombra y refugio a los delicados retoños que crecen cerca, o como tronco nodriza para que otros árboles germinen y obtengan una ventaja sobre el bosque. Suelo, sino también por la función microclimática de estos bosques.

Troncos como este absorben una tonelada de agua, actuando como esponjas gigantes en el suelo del bosque, y estos centros de humedad permanecen húmedos durante los meses más calurosos del verano, lo que agrega humedad al bosque a medida que el agua se evapora lentamente, lo que da como resultado un ambiente más fresco y más clima templado que también aumenta la resiliencia de los bosques a los incendios forestales ya que las cosas húmedas no se queman muy fácilmente. Esa humedad en este tronco caído también puede actuar como un reservorio durante una sequía, ya que las ricas capas de hongos en su interior lo descomponen y ayudan a distribuir esa humedad a los árboles y plantas circundantes que la necesitan a través de conexiones de micorrizas en todo el suelo del bosque.

Cuando nosotros, los humanos tontos, vemos madera en el suelo del bosque como esta, inmediatamente pensamos que es un desperdicio, así que tratamos de salvarla o usarla como leña, o la quitamos del camino pensando que es un peligro o algo así, pero la madera caída como esto es crucial para la salud y el funcionamiento continuo de estos ecosistemas en su conjunto, por lo que realmente necesitamos aprender a dejar que las cosas sean, dejar que estos troncos permanezcan, para que todos podamos beneficiarnos de un ecosistema forestal saludable.