El español que descifró el gen neandertal te explica por qué la desigualdad machaca a los hombres

12-01-2023
Ciencia, Tecnología e Innovación
El Confidencial, España
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Carles Lalueza-Fox es uno de los científicos líderes en Europa en paleogenética (la recuperación y análisis de genomas antiguos) y ha participado en investigaciones tan importantes como el proyecto Genoma Neandertal y el desciframiento del ADN de nuestro primo evolutivo.

En su último libro, Desigualdad (Crítica), analiza las huellas genéticas dejadas por la desigualdad en los humanos a lo largo de su historia: poderosos contra humildes, hombres contra mujeres y poblaciones tecnológicamente avanzadas contra sociedades tradicionales. Las conclusiones en lo que respecta al género, por ejemplo, son tan asombrosas como inquietantes.

El cromosoma Y desaparece por completo de algunos linajes masculinos y convierte otros en absolutamente dominantes mientras que los femeninos se mantendrían estables. La desigualdad machaca a los hombres pero también los ensalza.

Perdedores y ganadores, exterminados y exterminadores. Ante los ojos de ellas.

A la manera de los ensayos anglosajones —por ejemplo, como el Sapiens de Harari— Lalueza-Fox va desentrañando lo que nos dicen nuestras sociedades más antiguas e incluso la puesta en marcha de algunas utopías —fracasadas— para poder escapar de una camisa de fuerza que, asegura el científico, tiene prácticamente todo de herencia social y cultural y casi nada de biológica: no es ni la altura ni el color de los ojos lo que nos hace estar en el vagón de cola o en el delantero sino las relaciones sociales, culturales y económicas. A lo largo de los siglos. Y alerta de una problemática: al contrario de las hipótesis de optimistas como Steve Pinker, la desigualdad está creciendo en el planeta y alcanzando cifras «que no se habían visto antes en la humanidad».

PREGUNTA. Leído el libro, tengo esta sensación: a medida que progresamos, aumenta la desigualdad. Por eso le pregunto: ¿el progreso trae consigo más desigualdades? ¿Es, como dice en algún momento del ensayo, el peaje que hemos de pagar por vivir en una sociedad más desarrollada?

R. Esto es algo que me han comentado otras personas y yo no me había dado cuenta. Pero tiene razón, hay una correlación. Si miras a los cazadores-recolectores, la agricultura y la edad de los metales, hay cada vez más desigualdad y al mismo tiempo una serie de aspectos que asociamos con el progreso, como el arte.

Así que podría ser que la desigualdad fuera un motor de progreso cultural y técnico de la misma manera que la industria armamentística es un motor del progreso científico. Por la propia naturaleza de la acumulación de recursos, probablemente. Pero es una observación en la que no había pensado en detalle y me parece interesante.

P. En el libro sí explica que los cazadores-recolectores tenían una vida más igualitaria que los primeros agricultores. Ahí surgen las diferencias sociales y unos quedan por encima de los otros. Pero, por otro lado, los descubrimientos muestran que en la era del cazador-recolector también había violencia que puede estar fomentada por desigualdades. ¿Decae entonces el mito del buen salvaje de Rousseau?

R. Sí, este es un tema extraordinariamente controvertido por lo que he visto en el mundo académico donde siguen existiendo dos bandos muy enfrentados: los neoroussonianos y los que han mirado al registro fósil y han empezado a encontrar estas señales de violencia interpersonal que a veces se habían pasado por alto, incluyendo en Atapuerca donde hay muchísimos ejemplos.

Yo esto lo utilizo para argumentar que la agresividad o la desigualdad no son exclusiva de las sociedades agrícolas sino que tenemos todas estas evidencias desde el Pleistoceno Medio.

Algunas son muy remarcables. Tenemos un yacimiento en África, en Turkana (Kenia), donde existen unas evidencias de violencia terribles con una serie de gente que fue asesinada de formas muy distintas antes de la llegada de la agricultura.

P. Steven Pinker afirma que la sociedad es cada vez más igualitaria. Que, por ejemplo, cada vez muere menos gente en las guerras o de hambre. Usted, sin embargo, lo rebate, pero los datos de Pinker son ciertos: hay muchas sociedades que están ahora mejor que antes. Nosotros, por ejemplo: menos mortalidad infantil, la gente ya no se muere de hambre como hace 60 años…

R. Pinker lo que hace es mirar a nivel global. Y a nivel planetario sí que es cierto que la desigualdad ha disminuido porque básicamente regiones que hace 50 o 100 años tenían niveles de pobreza extraordinarios ahora no los tienen y se ha creado una clase media, por ejemplo en China, La India o África. Es decir, a nivel global la pobreza ha mejorado. Pero cuando miras al interior de las sociedades la diferencia entre los más ricos y los más pobres sí que ha aumentado.

Ahora tenemos cosas que en la antigüedad eran impensables. El creador de Amazon, Jeff Bezos, creo que tiene una riqueza de 500,000 millones de dólares. Son cifras que ni siquiera podemos imaginar. Elon Musk ha perdido en los últimos meses 200,000 millones de dólares. Estas cifras nunca se habían dado en la humanidad.

En la Antigüedad había gente muy poderosa que podía decidir cortarte la cabeza por placer, pero las cifras de desigualdad dentro de las sociedades han llegado a un nivel que no tienen precedentes. Y eso es lo que es nuevo y lo que constituye una preocupación a nivel político. Y los primeros que deben estar preocupados son los ricos porque históricamente las desigualdades han desencadenado graves problemas sociales.

P. Después de la II Guerra Mundial, se redujeron bastante las desigualdades. Es decir, las guerras, junto con las epidemias y las revoluciones, igualan las sociedades. Son medidas indudablemente drásticas.

R. En el caso de la guerra, la clave son los impuestos que tienen que pagar los ricos. En la II Guerra Mundial en EEUU, supuso el 90% de su riqueza para contribuir al esfuerzo bélico. Y hay otros ejemplos como la pandemia de la peste negra en el siglo XIV que provocó la muerte de casi la mitad de la población europea. Eso también conllevó una disminución de la desigualdad.

Probablemente se trata del mecanismo que lleva a la emergencia de las sociedades urbanas y las clases medias. Y fueron traumáticos, claro. Porque más que formas de acabar con la desigualdad, son colapsos no planificados.

Nos hallamos en un momento en que deberíamos ser capaces de formular soluciones sin esperar a algo catastrófico.

P. Hay ideologías que lo han intentado. Las utopías. Desde el socialismo utópico al comunismo… Y, sin embargo, por las experiencias que ha habido, tampoco han funcionado.

R. Sí, empecé a leer las utopías y me resultó curioso. Es interesante porque se nota que una planificación racional de la sociedad tampoco es una solución, sino que todas estas utopías, cuando se han hecho prácticas, han fracasado de una forma estrepitosa, ya que conllevan toda una serie de aspectos oscuros relacionados con la libertad individual.

Las más antiguas tienen toda una serie de cosas sobre el control reproductivo, a las mujeres se las reparten entre todos los hombres etc. De las utopías puede extraerse que la presunta planificación racional y objetiva de la sociedad es todavía peor. Es eso de Goya: el sueño de la Razón produce monstruos.

P. Igualdad, libertad… Son conceptos que se manosean mucho. ¿Qué está más cerca de acabar con la desigualdad, las ideologías de izquierda o de derecha?

R. No he pensado mucho en esto [tarda en responder]. Sí que hay estudios sobre la implantación del comunismo que en el fondo lo que representa es una sustitución de élites aparte de una mortalidad increíble. Nuevamente estamos en esta problemática de hacer una planificación. Yo soy más partidario de intentar hacer cambios dentro de los parámetros de una sociedad democrática.

P. Los gobiernos democráticos es obvio que lo intentan, o al menos eso queremos cuando les votamos, pero persiste… ¿Hay razones biológicas detrás?

R. Yo no creo que la desigualdad sea biológica. Tengo más la sensación de que las desigualdades actualmente responden a cuestiones culturales y sociales. Cuando se miran diferencias de sueldo en sociedades como Europa se observa que las mujeres cobran un 16% menos en promedio que los hombres.

Alguien podría decir que es debido a diferencias biológicas, pero yo creo que se debe a mecanismos sociales. Cuando se mira la estatura observamos que las personas altas cobran más que las bajas. Las personas con ojos azules y piel clara cobran más que los de ojos oscuros y piel más oscura…

P. Precisamente, le quería preguntar por eso, porque hay estudios que demuestran que las personas de rasgos canónicos atractivos ganan más y tienen mejores puestos de trabajo. Eso ya es nacer con un privilegio de base.

R. Pero aquí la cosa es saber si eso es por cuestiones genéticas o sociales y yo creo que es por sociales y no genéticas. Lo cual es una buena noticia porque las cuestiones sociales y culturales se pueden modificar.

P. ¿Y la inteligencia se transmite?

R. Es un tema muy controvertido. Habría que estudiarlo mejor porque no estoy seguro de que la forma que tenemos de describir la inteligencia sea una forma objetiva. Se utilizan estos test, pero lo que miden es la capacidad de responder al test. Y puedes entrenarte por el tipo de preguntas, y cuanto más te entrenas mejor respondes al test, pero eso no significa que te estés volviendo más inteligente. A mí entender no hay ahora una forma objetiva de medirla.

P. Otro tema que toca en el libro tiene que ver con las desigualdades de género. ¿Pueden ayudarnos nuestros ancestros a entender, precisamente, la llamada violencia de género? ¿Es posible que las razones por la que este tipo de violencia siga existiendo, por muchos mecanismos legales que se usen, tengan detrás cuestiones que tienen que ver con la desigualdad?

R. Es probable que en estos casos haya varios mecanismos de tipo biológico operando y que han operado en el pasado. Uno es el control reproductivo, que no es exclusivo de los humanos. Hay machos dominantes que controlan grupos de hembras. Eso claramente ha pasado en sociedades humanas en el pasado. Se sabe de hombres que han tenido hijos con centenares de mujeres. Una cosa fundamental de cualquier sociedad desigual es el control de la reproducción y eso es controlar a las mujeres.

También lo vemos en las utopías. Cualquier utopía destina una sección al control reproductivo. Y la otra cuestión es que el hombre es un 20% más alto y más fuerte que la mujer en promedio. Esto relacionado con toda la explicación de agresividad innata y control reproductivo ayuda a entender esta larga historia de dominación masculina sobre las mujeres.

P. Ya estaba en nuestros ancestros.

R. Sí, lo podemos ver ahora arqueológicamente. Hay muchos yacimientos en el neolítico y la Edad del Bronce en la que los hombres están enterrados con sus padres, hijos y hermanos. Es decir, han sido enterrados en el grupo en el que han nacido y, sin embargo, las mujeres vienen de fuera, y eso significa que en el mismo yacimiento no tienen ni los padres ni hermanos ni hermanas.

Este tipo de mecanismos, que era muy prevalente en el pasado, implica sociedades patriarcales y que la mujer no tenga ningún entorno social propio en el sitio donde vive.

P. Hay un dato del libro que me ha llamado la atención: la movilidad social (el ascensor social) está a niveles de la era preindustrial. ¡Estamos casi en una sociedad estamental!

R. Eso se relaciona con una serie de estudios recientes que se han publicado a nivel de los apellidos. Por ejemplo, cuando miras la universidad de Eton, que es la más elitista de Inglaterra, todavía actualmente la mayoría de los apellidos de los alumnos son los de los conquistadores normandos mil años atrás. O estudios en Suecia y Dinamarca, donde cuando miras a quienes tienen apellidos de nobles de hace 200-300 años siguen cobrando más que la media de la población.

Eso significa que hay algunos mecanismos de mantenimiento de la desigualdad que siguen operando en sociedades aparentemente meritocráticas. ¿Cuáles son esos mecanismos? Eso ya es más difícil de desentrañar. Yo soy partidario de pensar que son redes sociales. La gente tiene la idea de que en las sociedades actuales puedes encontrar a tu media naranja donde sea y eso no es cierto.

Claramente tú te relacionas y te acabas reproduciendo con gente que responde a una serie de parámetros que son parecidos a los tuyos y estos incluyen el nivel educacional, la cultura etc. Y uno de los parámetros que funciona también es el nivel económico, que hace que se mantengan estas diferencias dentro de sociedades donde aparentemente no deberían existir.

P. ¿Cómo se puede salir de este traje de fuerzas desigual?

R. Se puede sacar algo positivo: somos los descendientes de desigualdades extremas en el pasado y al mismo tiempo tenemos los genes de la gente que ha practicado esta desigualdad, pero al mismo tiempo estamos en disposición de conocerlo y después de discutirlo y transformarlo por mecanismos sociales. En conjunto esto no se había dado antes.

Claro, la desigualdad que tenemos en nuestros genomas europeos la vemos con una distancia temporal, pero la sociedad americana se formó a base de fuertes desigualdades en los últimos 500 años y quizá es una herencia que todavía es problemática. Por ejemplo, la sociedad afroamericana tiene en promedio un 24% de genes europeos que claramente provienen de una historia de dominación social relacionada con el esclavismo. Cómo contempla esta gente su cuarto de genoma europeo sería interesante de conocer.

P. Al hilo de lo que dice, me surge esta pregunta: ¿qué opinión tiene de estos test genéticos que a veces la gente pide hacerse para saber si tienen ancestros, qué se yo, de África o Asia? ¿No cree que incluso pueden alimentar algunos mensajes racistas en pos de la pureza o algo así?

R. Cuando se hacen a nivel individual es parecido a la afición por la genealogía. Pero es curioso porque la probabilidad de que tengamos una parte significativa de nuestro antepasado al cabo de pocas generaciones, ya no digamos al cabo de 500 años, es muy baja. Sencillamente porque no solo en cada generación tenemos que dividir por la mitad los genes que recibimos de cada uno de nuestros antepasados, sino que este porcentaje fluctúa hasta el punto de que a partir de los abuelos y cada uno debería contribuir con el 25% no es así.

Al fluctuar, hay abuelos que habrán contribuido con el 18% y otros con el 30% de nuestro genoma. Y eso significa que a veces nos parecemos más a un abuelo que a otro. Y a medida que vamos retrocediendo esta fluctuación hace que en unas seis generaciones hay ya algún antepasado que no nos ha dado nada de su genoma. Por lo que sentirse orgulloso de que tengas un antepasado famoso de hace 500 años me resulta chocante, ya que probablemente podría ser que no tuvieras nada suyo.

Por eso, eso de que Isabel II de Inglaterra, que desciende de Guillermo El Conquistador, tenga algo de él en su genoma es algo con una probabilidad muy baja.

P. Y, sin embargo, ahora mismo están subiendo partidos populistas que hablan de la pureza del pueblo americano, el pueblo francés, el pueblo español, el pueblo italiano, el pueblo húngaro…

R. No sé si esta tendencia está relacionada con una percepción de pureza o más bien como de identidad cultural, que no es exactamente lo mismo.

En nuestros estudios paleogenéticos ponemos de manifiesto que lo que no hay es una población pura sino que una serie de migraciones que se han ido superponiendo unas encimas de otras formando capas de ancestralidad como las capas de un pastel.

Sí que hay diferencias entre el grosor de las capas de una población y otra que conformaría un pastel distinto. Pero es muy difícil argumentar que una población pueda ser genéticamente superior a otra cuando tiene toda esa media docena de capas distintas conformando la genómica actual.

P. Pero, y esto lo cuenta al principio del ensayo, lo que sí parece más claro es que todos procedemos de los más poderosos (y los que más han ejercido la desigualdad) porque han sido siempre, hasta fechas muy recientes, los que han tenido más hijos. No sé si eso refrenda el darwinismo social…

R. Bueno, eso es más una especulación… porque es difícil de detectar aunque se podría modelar teóricamente. Pero creo que es lógico si pensamos en que Gengis Khan tuvo centenares de concubinas y de hijos y si sus hijos y nietos y bisnietos siguen teniendo centenares de mujeres e hijos… La cuestión es que, al menos en esa región de Asia Central la probabilidad de que ellos sean sus antepasados genéticos es altísima hasta el punto de que el cromosoma Y de Gengis Kahn es el prevalente en estas regiones.

Por cierto, el cromosoma Y, el paterno, es el marcador genético más afectado por la desigualdad, es decir, es el que fluctúa más. Hay muchos linajes de cromosoma Y donde prácticamente desaparecen y otros en los que se expanden hasta el punto de que el 80% de los varones tienen el mismo linaje.

P. Qué curioso. Y también propone otra idea: las causantes de una mayor diversidad son las mujeres.

R. Las mujeres han contribuido probablemente más que los hombres a la diversidad genética de las poblaciones actuales. Cada vez que un varón ha tenido 100 descendientes, ha habido muchos varones que no han podido tener ninguno.