Cuando los peces invasores son autóctonos
Científicos de la Universidad de Barcelona han analizado el impacto en los peces autóctonos de las especies llamadas traslocadas, en comparación con los efectos de especies invasoras exóticas, es decir, aquellas que no son nativas de ninguna cuenca del territorio.
Las conclusiones del estudio muestran que la calidad del hábitat es el factor más importante para el bienestar de los peces autóctonos, pero también apuntan a que las especies traslocadas pueden llegar a ser tan problemáticas como las exóticas. El trabajo se publica en la revista Science of The Total Environment.
Según los investigadores, estos resultados pueden tener implicaciones en la gestión de los ríos, especialmente en el contexto del cambio climático, ya que la traslocación de especies es un efecto frecuente de los trasvases de agua entre regiones que realizan algunos países para mitigar las consecuencias del calentamiento global.
«Lo que sugieren nuestros datos es que las invasiones por especies nativas traslocadas deben tomarse al menos tan en serio como las de especies exóticas en los sistemas estudiados, es decir, las típicas rieras y ríos mediterráneos de tamaño medio», subraya Alberto Maceda, investigador del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona y primer autor del artículo. En el estudio también han participado el investigador del IRBio Adolfo de Sostoa y los expertos Ralph Mac Nally y Jian D.L. Yen, de la Universidad de Melbourne (Australia).
Estudio pionero sobre el efecto de las especies traslocadas
Los investigadores estudiaron las características de distintas especies de peces en quince puntos de las cuencas del noreste de la península ibérica, pero se centraron especialmente en la familia de los ciprínidos (Cyprinidae), que es una de las más ricas en especies del mundo y la más común en Europa.
En concreto, se analizaron indicadores de gran relevancia ecológica, como la diversidad de especies nativas, su abundancia y la distribución de tamaños de los peces autóctonos cuando están expuestos a invasiones de especies exóticas o nativas traslocadas.
«Antes de nuestro trabajo, había estudios que ponían de manifiesto el problema de mezclar poblaciones de truchas mediterráneas con atlánticas, o algunos ejemplos de competencia entre especies nativas y nativas traslocadas, pero el nuestro es el primer estudio que ha analizado la problemática desde un punto de vista más amplio y además combinando distintos indicadores», destaca Alberto Maceda de la UB.
Efectos negativos en los peces autóctonos
Los resultados, en línea con estudios previos, indican que la calidad del hábitat es primordial para la conservación de las especies nativas. Es decir, las características del entorno, como la temperatura, la profundidad o la velocidad del agua, el pH o los niveles de nutrientes, son las variables que mejor explican la variabilidad en características como la abundancia o el peso de las especies autóctonas analizadas.
Sin embargo, la principal novedad de la investigación es que, después de haber tenido en cuenta estas variables ambientales, los resultados apuntan a que las especies traslocadas tenían impactos potencialmente más importantes en los peces autóctonos que las especies exóticas, entre las que se encontraban algunas ampliamente reconocidas, como las carpas (Cyprinus carpio) o los alburnos (Alburnus alburnus).
Según explican los autores en el artículo, la presencia de peces traslocados se asoció con menor abundancia y riqueza de peces autóctonos y con individuos autóctonos más pequeños, mientras que la presencia de peces exóticos se asoció con mayor abundancia y riqueza de peces autóctonos e individuos generalmente mayores.
Ante estos resultados, los investigadores destacan la necesidad de estudiar con mayor detenimiento el impacto ecológico de las especies nativas traslocadas. «No vale lo de asumir que los impactos de las especies exóticas son peores porque vienen de fuera de nuestras fronteras, ya que todavía no tenemos información suficiente para hacer afirmaciones de este tipo. De hecho, tenemos un gran desconocimiento sobre las enfermedades, los problemas de hibridación, de competencia trófica, etc. que pueden traer las especies traslocadas», subraya el investigador.
Reto legislativo y de gestión de los ríos
Las conclusiones de este estudio suponen un considerable reto para la legislación y gestión actual de los ríos, como el que se plantea, por ejemplo, al tener que proteger o erradicar una misma especie dependiendo de la cuenca hidrológica en la que se encuentre. «Normalmente —argumenta Alberto Maceda—, las especies se declaran problemáticas (invasoras) en un territorio político, pero podemos encontrarnos con que una especie sea nativa y tenga poblaciones invasoras en la misma demarcación política. Para complicarlo todavía más, también podemos encontrarnos con que una especie esté en regresión en su cuenca nativa, pero que, en cambio, esté en expansión en las cuencas donde ha sido introducida».
En este contexto, el investigador apunta a la conservación del hábitat como el aspecto en el que los gestores deberían incidir más para conservar los peces autóctonos. «En términos generales, pensamos que hay que actuar respecto a la conservación del hábitat, porque los beneficios tienen múltiples dimensiones que, de rebote, incluso pueden hacer que las especies autóctonas sean mejores competidoras que las exóticas», destaca.
Pese a esta recomendación general, Alberto Maceda añade que a veces la intervención contra las especies introducidas también puede ser una solución, especialmente si se trata de nativas traslocadas, porque pueden tener unos requerimientos de hábitat similares a los de las nativas.
«Los ríos con un hábitat poco conservado también son los que experimentan más invasiones biológicas y, a menudo, cuesta distinguir los efectos de las especies exóticas y los del hábitat. Ahora bien, en algunos casos el principal efecto perjudicial es el de las especies nativas traslocadas o exóticas y, por tanto, actuar y, si es factible, erradicarlas por completo, seguro que será beneficioso para el río», concluye.
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