Confirman que la técnica del ‘fracking’ origina terremotos
La polémica técnica del ‘fracking’, que consiste en inyectar agua a alta presión en el subsuelo para romper la roca y obtener así gas y petróleo, causa terremotos y ello puede suponer un peligro para la población. Un nuevo estudio acaba de confirmar que estos seísmos derivados del ‘fraking’ pueden ser menos intensos que los convencionales, pero de mayor duración.
Un equipo de investigación germano-canadiense ha documentado un nuevo tipo de terremoto en un entorno de inyección en la Columbia Británica, Canadá. A diferencia de los terremotos convencionales de la misma magnitud, estos son más lentos y duran más. Se trata de un nuevo tipo de seísmo provocado por la fracturación hidráulica, más conocida como ‘fracking’, un controvertido método utilizado en el oeste de Canadá y otras partes del mundo para la extracción de petróleo y gas.
Con una red de ocho estaciones sísmicas que rodean un pozo de inyección separadas por unos pocos kilómetros, los investigadores del Servicio Geológico de Canadá, Ruhr-Universität Bochum (RUB) y la Universidad McGill registraron datos sísmicos de aproximadamente 350 terremotos.
Alrededor del diez por ciento de los seismos localizados resultaron exhibir características únicas que sugieren que se rompen más lentamente, de manera similar a lo que se había observado anteriormente sobre todo en áreas volcánicas.
El grupo encabezado por Hongyu Yu y la profesora Rebecca Harrington ha explicado los resultados en la revista Nature Communications.
Varias teorías sobre el origen de los terremotos
Hasta la fecha, los investigadores han explicado el origen de terremotos durante el proceso de fracturamiento hidráulico, o ‘fracking’, mediante dos procesos.
El primero consiste en que el fluido bombeado en el subsuelo genera un aumento de presión lo suficientemente sustancial como para generar una nueva red de fracturas en las rocas subterráneas cercanas al pozo.
Como resultado, el aumento de presión puede ser lo suficientemente grande como para eliminar las fallas existentes y desencadenar un terremoto.
Según el segundo proceso, el aumento de presión del fluido por la inyección en el subsuelo también ejerce cambios de tensión elástica en las rocas circundantes que pueden transmitirse a distancias más largas.
Si los cambios de tensión ocurren en rocas donde existen fallas, también pueden conducir a cambios que hacen que la falla se deslice y provoque así un terremoto.
Recientemente, modelos numéricos y análisis de laboratorio han pronosticado lo que puede suceder en fallas situadas cerca de pozos de inyección, un fenómeno denominado deslizamiento asísmico, que comienza como un deslizamiento lento que no libera energía sísmica.
Ese deslizamiento lento también puede provocar un cambio de tensión en las fallas cercanas, lo que hace que se deslicen rápidamente y provoquen un terremoto.
La falta de energía sísmica por deslizamiento sísmico y el tamaño de las fallas involucradas dificultan la observación en la naturaleza. Por lo tanto, los investigadores aún no han podido documentar un deslizamiento sísmico relacionado con terremotos inducidos. Pero el estudio actual proporciona evidencia indirecta de carga asísmica y una transición de deslizamiento asísmico a sísmico.
Modificar el proceso de fracturamiento hidráulico
El equipo de investigación germano-canadiense interpreta los terremotos lentos recientemente descubiertos como una forma intermedia entre el terremoto convencional y el deslizamiento asísmico y, por lo tanto, es una evidencia indirecta de que el deslizamiento asísmico también puede ocurrir en las proximidades de los pozos.
Por lo tanto, los investigadores llamaron a estos eventos terremotos de forma de onda de frecuencia híbrida (EHW).
«Si entendemos en qué punto el subsuelo se produce la reacción al proceso de fracturación hidráulica con movimientos que no provocan un terremoto y, en consecuencia, no causan daños a la superficie, lo ideal sería que pudiéramos utilizar esa información para ajustar el procedimiento de inyección en este sentido”, señaló Rebecca Harrington, directora del Grupo de Hidrogeomecánica en RUB.
«Supusimos que los terremotos inducidos se comportan como la mayoría de los otros terremotos y tienen aproximadamente la misma velocidad de ruptura, de dos a tres kilómetros por segundo», explica Rebecca Harrington. Pero ese no siempre parece ser el caso.
Mientras que el temblor de un terremoto convencional de magnitud 1,5 en el conjunto de datos de los investigadores se había calmado después de unos siete segundos, un terremoto EHW de la misma magnitud continuó temblando durante más de diez segundos.
Es decir, que aunque son menos intensos, son más prolongados en el tiempo en el caso del ‘fracking’, según los resultados obtenidos.
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