Adriana Vallejos: ”Mi papá me enseñó a devolver los peces y mi mamá, a cuidar de los pájaros” 

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Aguarachaí es una especie de zorro de piel gris, amarilla y negra que habita en las pampas de Argentina y Paraguay. También es la cuenta de Instagram (@aguarachai) de la correntina Adriana Vallejos, que eligió la Biología como su campo de estudio y de acción: desde 2015 es guardaparque del Parque Provincial San Cayetano de Corrientes, un santuario de la flora y la fauna local. “Significa ‘zorro de monte’, me pareció gracioso y quedó para siempre como mi usuario de Instagram”, sonríe Vallejos y recuerda que se interesó por la Biología desde pequeña: “Me crié en Curuzú Cuatiá, un pueblo al sur de Corrientes, y desde muy chica iba al arroyo con mi familia. Mi papá me enseñó a devolver los peces al río y mi mamá a cuidar de los pájaros. Ahí empezó mi primera conexión con la naturaleza. Me regalaron un microscopio y un juego de ciencia. Me pasaba horas mirando hormigas… Desde muy chica decía que quería ser bióloga. Creo que nací con eso”.

Adriana ingresó a la carrera de Ciencias Biológicas de Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) en 2009. “Luego empecé a trabajar en parques y reservas de Corrientes y me di cuenta de que también quería ser guardaparque”, contó. En simultáneo, empezó esa carrera en la misma universidad y en 2015 se recibió de guardaparque. La pandemia la llevó a retomar la Licenciatura en Biología y la conexión con los lobitos de río la impulsó a querer recibirse. “Venían siempre al parque donde trabajo. Cuando quise saber más sobre ellos, me di cuenta de que no había estudios realizados desde hacía más de veinte años en Corrientes, y muy pocos a nivel nacional, a pesar de que es una especie protegida. Así decidí estudiarlos. En diciembre defiendo mi tesis de graduación como bióloga”.

Para su tesis, analizó la distribución y el uso del hábitat del lobito de río (Lontra longicaudis) -declarado monumento natural de Corrientes en 1992- en un relevamiento a lo largo de más de 40 kilómetros por el río Paraná. “Consideraba necesario realizar un estudio de base que nos permitiera conocer dónde estaban los lobitos y si preferían algún hábitat en particular. Mi trabajo consistió en recorrer el Arroyo Riachuelo -en el extremo noroeste de la provincia- a lo largo de 44 kilómetros buscando signos de presencia del lobito”, explicó la autora de la investigación. La joven hizo el recorrido a pie o en bote, con diversos climas y temperaturas, y distintos ambientes; como zonas de barrancas, bosques cerrados o con gran complejidad de acceso.

El trabajo contó con la dirección de los doctores en Biología Martín Kowalewski, de la Estación Biológica Corrientes (CECOAL, CONICET-UNNE) y Alejandro Valenzuela, de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTF); este último uno de los especialistas más reconocidos del país en el estudio de nutrias. También contó con el apoyo del personal técnico de la Estación Biológica Corrientes (EBCo) y la Dirección de Parques y Reservas provincial.

“Con los investigadores de la Estación Biológica Corrientes pudimos observar que los lobitos no se ven afectados por la presencia de personas, pero sí por el caudal de agua. Es interesante seguir estudiando para saber qué pasa con ellos cuando suben y bajan los caudales de agua en momentos de sequía o de inundación, y también su rol como bioindicadores de la calidad de los ecosistemas acuáticos”, resaltó Vallejos.

Esta especie se encuentra categorizada como “casi amenazada” y se estima que su población está en actual disminución. Entre los factores de amenaza, se encuentran la degradación de su hábitat natural, el cambio climático, la contaminación del agua por efluentes domésticos, industriales, forestales y agrícolas, entre otros. Adriana planea continuar con la investigación a partir de los aportes que pueda hacer la gente, informando sobre avistajes. “La ciencia ciudadana es una herramienta muy importante”, evaluó.

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