En abril pasado, cuando las cosas iban normalizándose a un ritmo cada vez más acelerado, Netflix alarmó a la industria del streaming y a los mercados: había perdido, por primera vez en diez años, algunos suscriptores. 

En ese entonces, la cifra brindada, correspondiente al primer trimestre de 2022, era de 200,000 suscriptores netos perdidos globalmente. 

El número, que para muchos no representaba algo grave dentro del universo de millones de suscriptores de Neflix, se hizo acompañar de una la advertencia de que se esperaba una pérdida aún más grande, de alrededor de 2 millones de suscriptores, para el segundo trimestre.

Este asunto de Netflix, calificado de debacle por algunos analistas, puso a la industria del streaming en alerta máxima respecto a sus prospectos de crecimiento en la era de la pospandemia, pues uno de los varios factores que contribuyó a esa pérdida de suscriptores en el servicio líder era la normalidad a la que todos estábamos regresando. 

Meses después de la alarma, no hay indicios de que el streaming vaya a desaparecer o que esté pasando por un momento precario. Al contrario, tal como indicó Nielsen en agosto, en Estados Unidos, al menos, son más los que consumen streaming que televisión por cable. 

¿Cuál era la alarma, entonces? Estas cuestiones deben mirarse desde varios ángulos. Para Netflix y cualquier otro negocio que dependa de sus suscriptores, una pérdida de terreno, por mínima que sea, siempre debe ser motivo de preocupación y reformulación de estrategias. La industria en general reaccionó por esto.

Luego está la situación a lo interno de esta industria. Son cada vez más los servicios de streaming a elegir, por tanto, la competencia se hace cada vez más fuerte. Aquel servicio que ofrezca el contenido más completo y variado tiene las de ganar, y es por eso que Disney +, que engloba contenido de Marvel, Walt Disney Studios, Twentieth Century Fox, Pixar, Lucasfilm y National Geographic, lleva el liderazgo en cantidad de suscriptores. 

Se podría decir que la industria del streaming se halla en un momento de evolución, y uno de los indicios más fuertes es que aparecen cada vez más opciones de suscripción que incluyen anuncios dentro de los contenidos a cambio de una tarifa mensual más económica. En estos tiempos de pospandemia matizados por crisis, tales ofertas resultan atractivas. 

Hay una razón por la cual el streaming sigue -y seguirá- ganando terreno en comparación a la televisión por cable: es un ofrecimiento que se adapta perfectamente a nuestro estilo de vida actual, esto en el sentido de que vemos lo que queremos cuando queremos y podemos, no según una programación preestablecida por ejecutivos que responden a intereses particulares.