La intención de llegar hasta aquí era bañarse y convencerla de que lo hiciera. Sin embargo, al asomarse a este lugar, pesó más la impresión del artista y el placer de fotografiarla.
“Deja eso, dijo ella. Está tibiecita”.
De aquella tarde quedó este recuerdo…
“Por el callejón…, soltó ella. Con disimulo papá. De la televisión, parece”.
Y el viejo nos echó un ojo. Literalmente. También el gallo. (Amplíe la foto y verá).
Arrancó la historia.
No lo conozco, no sé quien es. Tampoco es necesario para saber que a este hombre se respeta.
En su silencio esculpido bajo el sol, escasean las palabras y abunda la sabiduría.
¿Qué estaría pensando?
Miras y te asombras que en ellas tanto puedas leer.
Surcos profundos y profusos de vida, sol y siembra.
Y, a pesar y sin embargo, vivas, fuertes, sin nada que esconder.
¿Amor, viajes, fortuna…, adivinas qué?
Memoria, tal vez.