Asustó los plátanos
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6h30. Echó agua fría al caldero en el que hervían los plátanos y le bajó el fuego.
—Me voy a casa de mi mamá.
—No hables disparates y dame la sal que esto no sabe a ná. Coño, ¿y no hay cebollita?
Ella fregó lo que quedaba y él se quedó hablando solo.
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