Es notable la inflexibilidad con que los bancos centrales están decididos a subir los tipos de interés. En nombre de controlar la inflación, están dispuestos a causar una recesión, o a agravarla si se produjera por sí sola. Además, reconocen abiertamente que sus políticas provocarán sufrimiento, aunque no dicen que la peor parte se la llevará la gente pobre y marginada (y en Estados Unidos, las personas de color), no sus amigos en Wall Street.
Quedó claro en la reunión de las élites empresariales y políticas en Davos, que la visión de un mundo sin fronteras ya no es creíble. Reconocer esto, no es lo mismo que tener cuenta los errores del pasado.
Los países en desarrollo y desarrollados pueden verse afectados de manera diferente según la fórmula que se utilice: un énfasis en las ventas perjudicará a los países en desarrollo que producen bienes manufacturados, pero puede ayudar a abordar algunas de las desigualdades asociadas con los gigantes digitales.