Triunfa el método
Cada 24 de octubre, día como hoy, la nación celebraba el nacimiento del benefactor e iniciaba la temporada de béisbol invernal para mayor honra del sátrapa. Propicia la fecha para recordar afirmaciones del sagaz e irreverente Ramón Font Bernard.
El imprescindible conciglieri, forjó su identidad en la Oficina de prensa de Palacio, al servicio de Trujillo y perfeccionó sus destrezas al lado de Balaguer. Conocía como ninguno el fariseísmo criollo y admitía el poder arrollador de la injuria. Reconocía la importancia de utilizar información privada para demoler a los adversarios y obligarlos a claudicar, atemorizados y vencidos.
La práctica difamatoria con licencia para el agravio y la amenaza, tuvo su máxima expresión en el Foro Público. Esa columna infernal jugaba con el honor y la seguridad de afectos y desafectos a la tiranía. El método continuó después del tiranicidio, ha tenido y tiene exponentes detestables.
Ahora los protagonistas de la construcción de la patria nueva gustan de emitir su opinión de manera continua. Fascinados por las redes sociales las usan para manifestar su sentir sin temor a nada ni a nadie. También los aliados del proyecto renovador pelean por el retuiteo y alardean del alcance de sus aciertos.
Insultos e imposiciones llenan el espacio sin derecho a réplica. Circulan a través de ese albañal, insinuaciones aviesas sobre la vida privada de las mujeres escogidas para desprestigiar.
La evaluación de esos textos, devela, pero también confunde. Impide definiciones. El contenido de frases y oraciones es infamante y los autores exhiben una asombrosa superioridad moral. La recomposición política que proponen está hecha a imagen y semejanza de prejuicios propios de otra época. Misoginia, clasismo, prevalencia del pensamiento único y unos tiznes de mesianismo entre ridículos y preocupantes.
La glorificación del ejercicio de la acción pública para que los corruptos reciban el castigo correspondiente, es consigna de los mismos que defienden prejuicios desalentadores. Sin disimulo aparecen los signos y símbolos de un machismo atolondrado y decadente que lamentablemente suma voces de mujeres.
Es difícil afirmar si asoma una nueva derecha inmaculada y censora o si son destellos fascistoides con actitudes piadosas que rigen el submundo de los nuevos paradigmas.
Luego del triunfo de Abel Martínez en la Consulta de simpatía que organizara el PLD, la artillería no ha cesado un instante de dispararle a Margarita Cedeño, dos veces vice presidenta de la república. Hay competencia de afrentas. Mientras más improperios publican más viriles son. La saga comenzó cuando ella manifestó, el año pasado, la intención de optar por la candidatura presidencial de su partido. La discusión, desde entonces, no es sobre su capacidad y méritos, sino sobre su intimidad. Deplorable ha sido que confesos progres avalen la permanencia del perturbador procedimiento. Personas que una vez fueron víctimas de la saeta verbal que destruye reputaciones se sumen contentas al coro. Font Bernard se burlaría del reinante berenjenal ético, de la incomprensible complicidad entre humillados y ofendidos con sus detractores. Ese relevo oportunista, que construye su historia con despojos. Imita y valida aquel método que a tantos produjo mortificación y espanto.
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