Sentido común y ley

10-01-2022
Anjá
Hoy, República Dominicana
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Inconcebible, extraño, quizás obedezca al desconocimiento jurídico, a ese afán de incidir desde la frivolidad.

También incomprensible, no es proporcional ni se adecúa a la prédica elogiosa que deposita esperanza en el zarandeado proyecto de código penal. Ese inventario de penas absurdas e inaplicables, con tipificaciones improcedentes que más que incluir, excluyen.

Falsía de un proyecto destinado a contentar, aunque dañe a muchos. Ocurrió igual cuando se discutía el código procesal penal, sus evangelistas lograron la promulgación porque auguraron que eliminaría la práctica de “trancar antes de juzgar”. Transformaron el logro en la vigencia de la presunción de culpabilidad y el cumplimiento anticipado de la pena sin sentencia.

Sorprende que defensores de la ristra de penas interminables, abanderados del sadismo penal, pidan clemencia para un infractor prófugo. ¡Habráse visto tal contradicción! Es una aberración del populismo punitivo, de tanto pedir la horca para unos, la piedad se destina a los otros.

Y de nuevo el aparato represivo del Estado exhibe su fragilidad. Actúa a expensas de caprichos y reclamos coyunturales.

La infracción cometida por Alexis Villalona, ha sido vista una y otra vez por la población. El lente captó la violencia, el abuso, la indefensión de la víctima.

El autor, portador de un arma de fuego, huyó satisfecho, después de los hechos, ocurridos la madrugada del 1 de enero, en una calle de Baní.

La justificación para el delito es variopinta. Desde un diagnóstico, todavía sin firma, que asegura un cuadro depresivo del guapetón, hasta su columna vertebral afectada, como excusa absolutoria. Del mismo modo, solicitan la preservación del debido proceso para el prófugo, el respeto a su integridad.

Casi avergüenza la teorización urgente. Los más osados resaltan su condición de buen hijo, porque entrega, cada mes, dinero a su madre para compra de medicamentos. Tal cual “el jefe” que adoraba a Mamá Julia. No la mortificaba, atendía sus solicitudes y en su honor bautizó calles y municipios.

Es la misma vocería que alardea exhibiendo un feminismo de ocasión. Su discurso tiene santos y demonios, por eso el “me too” jamás tocó a los criollos.

Desperdiciaron momentos estelares. Durante el montaje destinado a la ratificación de “independientes” para conformar órganos autónomos del Estado se advirtió la existencia de aspirantes acosadores. No importó. Ahora no pueden tocar madera porque luciría retaliación, consecuencia de la promesa insatisfecha.

Así sucede con cámaras, cuentos y cuentas. Pestillos, pantalones y faldas al viento y si lo dices no te lo van a creer: somos los independientes. Honestos por consenso y decreto.

Solo conturba la distracción de fondos públicos, el enriquecimiento ilícito, gracias a la corrupción administrativa. Lo demás, fuera de libreto, si viene, será por añadidura.

Una de las consecuencias lamentables del populismo punitivo, afirma la doctrina, es el menoscabo del Derecho, del ordenamiento jurídico.

El tribunal popular exige, decide. “La cuestión penal pasa a ser un asunto de sentido común”, para satisfacción de los políticos y sus adláteres. Las decisiones judiciales complacen peticiones. ¡Enhorabuena para Villalona! la calle decidirá su suerte. La persistente impunidad lo protege.