Niñez Desvalida
El horror está en la agenda, es cotidiano, el riesgo es aceptarlo. Un relato compite con el otro y en la tertulia la apuesta es adivinar cuál ha sido peor, quién gana el palmarés en la competencia.
La violencia no sólo se esparce, sino que anida en todos los espacios. El hogar se convierte en centro de tortura, también la escuela, el lugar de trabajo, la sacristía.
Hombres y mujeres están expuestos y además se convierten en protagonistas. Algunas infracciones, cuando los autores disfrutan de la complicidad para acallar sus felonías son encubiertas y sólo están en el bisbiseo de salón.
Cuando afectan la infancia estremecen, pero la conmoción es pasajera, efímera. Las justificaciones provienen de los áulicos que exhiben estadísticas, leyes y vuelven a los abrazos a niñas y niños, a la entrega de chucherías para luego retornar al abandono y a la impotencia.
Vale reiterar que la dominicanidad es y ha sido, violenta. Disfrazar la realidad solo encubre, evita enfrentarla. La acción que conmueve hoy, evita el recuento de los desmanes pasados.
En el año 2013 una indigente llamada Tuna, discapacitada mental, fue estuprada, humillada, burlada, herida, golpeada, una y otra vez, por un grupo de adolescentes en el patio de la Escuela Juana Saltitopa -Los Alcarrizos-.
El suplicio de la agraviada fue grabado y difundido. El último párrafo de un trabajo publicado en este espacio a propósito del hecho dice: La imagen de Tuna pudo servir de alerta. No ha ocurrido. Nadie la quiere icónica.
¿Puede una sociedad continuar quieta después de ese atropello? Parece que sí, “Tuna, sin camiseta ni slogan” -.
Y continúa la quietud, la indiferencia. El horror no convoca. Sin remontarnos al siglo XX y al espanto de crímenes cometidos al margen de motivos políticos, bastaría repasar archivos judiciales para confirmar que detrás de “Santo Domingo no problem” está el infierno
El fracaso ha sido creer que en la norma estaba la solución. Las jornadas previas a la promulgación del Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes-NNA-, fueron intensas. La creación del Consejo Nacional para la Niñez (CONANI)-1978-marcó un paso de avance.
El empeño y el entusiasmo continuaron hasta conseguir una normativa acorde con las Convenciones y Tratados Internacionales que reconocen los derechos de NNA y obligan a los estados a garantizar su protección.
Sin embargo, la infancia dominicana está desprotegida, expuesta a la salacidad y al maltrato de los adultos. El contoneo de las niñas es exhibido por los parientes que agregan el salpique con cerveza pa que aprendan a beber temprano y no pasa nada.
Emailing Coronado, la niña víctima de actos de barbarie cometidos por una tía y su pareja, nació cuando su madre tenía 13 años.
Los crímenes perpetrados por la asesina recuerdan el caso ocurrido en Higüey -2024-: otra tía y su pareja torturaron hasta provocarle la muerte a un sobrino de 7 años. Si el estado abandona a la niñez y se conforma con la recurrente narrativa de éxito, la permanencia y las consecuencias de la violencia, serán invencibles.
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